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19 de Octubre de 2017

Todas las mujeres, contra todas las violencias

"Es necesario poner especial atención a los sesgos de género y estereotipos perpetuados y aplicar medidas que los erradiquen de una vez por todas de la crianza, las aulas y la publicidad".

Por Marcela Sandoval
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Marcela Sandoval es Periodista, ex secretaria general de Revolución Democrática. Candidata a diputada Distrito 8

Históricamente se nos ha inculcado lo que una mujer debe ser y aquello que no le está permitido. Desde la niñez somos invadidas con estereotipos y expectativas impuestas sobre nuestro comportamiento, nuestra forma de interactuar en el mundo, de establecer relaciones con otros y de lo que debemos hacer o no de nuestras vidas. Esto nos ha formado sumisas, silenciosas y compuestas. El blanco perfecto para el abuso y la vulneración.

Podemos ver cómo esta realidad atraviesa todos los aspectos de nuestras vidas, cómo nos volvemos víctimas de acoso sexual callejero, de acoso sexual laboral, de violencia gineco-obstétrica, de violencia institucional, violencia en el pololeo, violencia intrafamiliar, abuso sexual, violaciones, feminicidios. Todos fenómenos que responden al mismo origen: mujeres consideradas como parte de lo público, en las cuales se puede ejercer poder.

Para abordar esta problemática se vuelve indispensable tomar medidas globales que enfrenten la violencia de género, como el proyecto de ley integral de violencia que se encuentra actualmente en trámite en el Congreso. Dicha normativa es un avance en el intento de abordar sistemáticamente esta materia, incorporando la perspectiva de género y los estándares internacionales. Sin embargo, la forma en que se encuentra elaborada no permite asegurar su efectividad real, pues -entre otras cosas- mantiene la violencia doméstica contra las mujeres en el contexto de la actual ley sobre violencia intrafamiliar (desconociendo e invisibilizando los fenómenos propios de la violencia de género) y no mejora la eficiencia de las medidas cautelares, condiciones y penas accesorias impuestas, ni menos aun el seguimiento efectivo de su cumplimiento. Por lo tanto, es urgente hacer una revisión y perfeccionamiento de la normativa propuesta de modo que pueda cumplir cabalmente su propósito.

Por otra parte, también es urgente avanzar en leyes sobre violencia gineco-obstétrica, violencia en el pololeo y acoso sexual callejero.

Debemos ir más allá: no basta con abordar la violencia de género, hay que impulsar medidas que apunten a su origen. Es necesario poner especial atención a los sesgos de género y estereotipos perpetuados y aplicar medidas que los erradiquen de una vez por todas de la crianza, las aulas y la publicidad. En esta última, no solo hay que poner énfasis en cuestionar los mensajes sobre nuestros cuerpos o imagen -como lo hacen algunas campañas de moda-, sino también sobre nuestro rol, nuestro lugar en la sociedad o nuestras conductas, las esperables para lo que se entiende de “ser mujer”.

Este conjunto de normas podrá emprenderse con la fuerza y profundidad que se requiere solo cuando exista un Congreso paritario, compuesto en forma equilibrada por mujeres interesadas en la consolidación de nuestros derechos humanos y la incorporación de la perspectiva de género en la estructura que hoy nos rige.

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