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24 de Octubre de 2017

Divino Anticristo: La calle siente tu partida

"El Divino Anticristo no era indiferente para nadie, fue único, y seguramente el tiempo revelará que muchas de las cosas que dijo tenían más cordura de lo que imaginamos. Su verborrea lunática lo hizo querible y valorado, como un creador y pensador extraterrestrísimo".

Por Johanna Watson
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Johanna Watson es Publicista, escritora especializada en rock y sus ramas. Investigadora de la historia de la música chilena.

El Divino Anticristo ha dejado su cuerpo. La semana pasada nos enteramos de la repentina partida de este emblemático personaje capitalino que todos, o casi todos, vimos alguna vez, junto a su carro de supermercado, deambular por el centro de Santiago.

Personalmente lo recuerdo desde que soy niña, con su pañuelo en la cabeza y una falda de señora, vendiendo cachureos y además libros escritos y hechos a mano por él.

Nunca me acerqué a hablarle, pero sí miré con atención las portadas de sus libros una vez que me encontré su puesto solo en calle Lastarria. De los libros que tenía en venta esa vez, me llamó la atención uno que se llamaba «Cómo quitarle (o robarle) la plata al Bci». Me dio risa y muchas ganas de leerlo. Pero no me atreví a dialogar con el Divino.

Hace tiempo que venía pensando que cuando lo viera de nuevo en el centro, le compraría ese libro, pero no lo vi más.

Me interesaba mucho su figura, por eso me la pasé muchas veces viendo los videos que le hacía el The Clinic, La Cuarta, o personas «X» que conversaban con él, que lo grababan y luego subían a YouTube. Siempre le encontré mucha lógica a sus argumentos, dentro de su locura había coherencia y se notaba en sus «delirios» que era un hombre culto.

Pero así como especial fue, especial fue su muerte, inesperada y rápida al parecer: tuvo una hemorragia intestinal, la que le quitó la vida en la que fue su casa durante más de 30 años: la calle.

Al día siguiente de su muerte, puse un pequeño texto en mi Facebook. Llegaron algunos comentarios y me contaron algunas experiencias con él, de gente que se lo topó, cruzó un par de palabras, o que le compró alguno de sus textos, así es que me animé a recopilarlos y a salir en búsqueda de más historias, para escribir sobre su paso por este mundo y su relación con la gente.

Cristóbal González, ex baterista de la banda ska «Santo Barrio» y actual mánager de la banda de cumbia «Santa Feria»:

«Lo vi muchas veces, me provocaba impresión y, como muchos, lo miraba con distancia, la distancia que a todos, hasta los que creemos no ser prejuiciosos, nos produce aquello que no conocemos, no entendemos y nos cuesta asimilar.

Pero la verdad es que en este mundo (loco) los límites entre la cordura y la «normalidad» son, siento yo, absolutamente relativos. El Divino nos invitaba justamente a observar la diferencia, la peculiaridad, la excentricidad o como se le quiera llamar…con otros ojos.

Y es que aunque estuviese “enfermo” y su situación de vida fuese compleja, él, con su forma de ser y de vivir, planteaba algo, un quiebre, una situación inesperada, que hacía de las calles, los barrios y los instantes de quienes lo veían, algo distinto e interesante.

Una sola vez hable con él:
AC: ¿me convidas un cigarro?
Le dije: pucha, no fumo.
AC: (enojado con su voz aguda)
¡Tenís caca en el pico!

Vuela al infinito en tu carro, Divino, los locos a veces no son tan locos».

Alejandra Barahona, estatua humana «La Muñeca azul»:

Hace 17 años trabajo en las calles de Santiago y otras ciudades. Soy «La Muñeca Azul», la dulce estatua humana que se instala en calle Ahumada #336, en el centro de Santiago.

Siempre he vivido de este oficio, gracias a él mucha gente me conoce. A veces es divertido, por que jamás me reconocen sin maquillaje, entonces cuando por algún motivo conozco a alguien y me preguntan en qué trabajo, les cuento, por lo general me han visto y les cuesta creer que yo sea la Muñeca Azul.

Hace muchos años, el Divino Anticristo siempre iba a verme trabajar. Yo no tenía idea de su historia, andaba con su carro de supermercado, y me miraba durante mucho rato. Un día de esos, dejó en mi pecera (objeto que uso para recaudar el dinero mientras trabajo) un billete de dos mil pesos. En el 2001, $2000 era mucha plata!! quedé muy feliz y sorprendida. Cuando me pasó el billete, me moví y lo saludé como lo hago con todo mi público, mientras me observaba atento.

Después de eso me enteré que era una persona muy culta, y de paso me dejó como lección de vida que no todo es lo que parece, que no hay que guiarse por las apariencias.

Daniel Colodro, Egresado de Derecho, de la U. de Chile:

El 2010 era mechón de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, y como estaba cerca y tenía bastante tiempo libre, iba seguido al barrio Lastarria. Ya había visto antes al Divino Anticristo, sabía más o menos quién era.

Una de las veces que estuve paseando por ahí, lo vi con sus cosas y de puro curioso me acerqué, más que nada porque tenía a la venta de esos escritos hechos por él. Me motivé a comprarle uno por curiosidad, por ver qué había escrito el Divino, a parte de querer tener uno de sus libros, como una rareza.

No me acuerdo qué otros títulos tenía, ni por qué elegí el que le compré. Lo empecé a leer y me pareció “locamente cuerdo”, con una caligrafía muy bien cuidada. Dos caligrafías, mejor dicho, porque alterna entre dos tipos de letra distintos, sin razón aparente para cambiar entre una y otra. Su ortografía era muy buena, aunque las palabras en otros idiomas o los nombres y apellidos, estaban escritos como suenan. En general me pareció entretenido para leer, pero difícil de seguir.

De la conversación con él recuerdo que me dijo que me cuidara y desconfiara de los políticos.

Desde entonces, siempre lo saludaba cuando me lo topaba en Lastarria, pero no conversamos más, hasta una vez que me gritó desde lejos, con su voz aguda, que escribía porque era el «Secretario de Diosísimo». Yo iba con una amiga que no lo conocía, y ella se asustó cuando me habló.

Me intrigaba el versículo bíblico que “citó” el Divino en su contraportada, así es que la busqué en el último testamento y resultó ser una adaptación libre, muy en su estilo, del versículo real:

“…pensando que se vayan a la conchesumadre todos los que no creyeron a la VERDAD sino que protegieron a los delincuentes”. II Tesalonicenses 2:12

[12] “… a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”.

Andrés Cruzat, diseñador gráfico y fotógrafo:

Hace unos años, trabajaba en Portugal con Alameda, muy cerca de donde el Anticristo se ponía a vender sus tesoros. Una vez me apuntó con el dedo y me dijo “tu estás bendecido” y me regaló su texto “Cómo ser un nazista de tomo y lomo”. Después le compré más, y cada vez que pasaba por ahí, nos saludábamos, compartíamos un café, un pancito, hasta que un día desapareció.

En las conversaciones que teníamos, me contaba de la psiquiatría extraterrestre y como él era el único capaz de entenderla.

Me llamaba la atención la cantidad de gente que quería hacerse fotos con él o hablarle alguna lesera, como si fuera un mono de promoción de algo, como el Doctor Simi. Me daba la impresión de que no se veía a la persona detrás de la miseria del abandono y la calle.

Tengo varios de sus libros: “América Alemana”, «Qué es finalmente la Psiquiatría”, «Cómo ser un nazista de tomo y lomo», «Las aventuras del barco de Pedro el Apóstol», «Cómo vestirse con la auténtica elegancia» y un par más.

Hay un libro de él que es muy bueno, se llama «Qué es finalmente la psiquiatría» donde, en medio del delirio, sale a flote el abandono, la visión de la enfermedad mental como medio de segregación y mucho y muy buenos garabatos.

Pienso que como sociedad, tenemos la dicotomía de la visión de los personajes populares como parte del paisaje, y se nos nubla la visión de ellos como personas. Los personajes populares le dan identidad y estilo a nuestra ciudad, pero también son personas con historias detrás, a veces trágicas, a veces no tanto.

Renato Herrera, Periodista.

Mi familia era dueña de un almacén en Marcoleta, justo en la esquina con Carmen. Siempre lo veía pasar, fielmente aferrado a su carro. Un día llegó a comprar un sándwich de queso.

Al parecer le gustó, porque mientras se lo comía, preguntó su procedencia. Le dijimos con mi papá que era de Paine, y mascada tras mascada degustó la suculenta ración para dar las gracias e irse.

Meses después, mi papá enfermó, cerraron el negocio y junto a mi mamá se fueron de la ciudad para que él pudiera descansar.

Un día iba caminando con amigos por el barrio Lastarria y me lo encontré. Reconozco que no me acerqué y lo miré con cierta desconfianza porque en ese momento vociferaba algunas incoherencias.

De la nada paró de decir esas cosas y me saludó, me preguntó por mi papá y se acordó del queso que disfrutó en nuestro almacén.

Los amigos que andaban conmigo se sorprendieron de que el Anticristo me hablara, y que, de alguna manera lo hiciera con cierta cercanía. Entonces les conté que algunas veces le había vendido pan con queso, y que el lo disfrutaba mucho.

Claudia Alava, Intérprete de Inglés y Alemán:

Era el año 2004, yo venía de una separación, y me lo encontré en una esquina. Tenía varios cachureos para vender y unos manuscritos que me llamaron la atención. En uno de los textos decía «siempre me persiguen los paquísimos».

Ese día especialmente me sentía con ganas de hablar, pero me fume un porro, por tanto me fui un poco para adentro.
En ese tiempo no conocía su historia, entonces me llamó la atención que un hombre de la calle escribiera dándole sentido a varias cosas que yo también pensaba: La iglesia, el poder, la ley.

Pensé que estaba frente a un anti-sistema, y creo que en en cierto modo lo fue, porque no vivió encerrado ni tampoco medicado. Tal vez nunca tuvo esquizofrenia en realidad, nunca lo vi agredir a nadie, sólo decía algunos disparates a veces, del tipo: «Mira las pitucas esas, y se creen relindas con carteras grandes, pero les falta esto» y se tocaba la sien con el dedo.

Interactué con él unas 3 veces, una de ellas en la Feria de las pulgas del Parque Forestal que se hacía cada domingo, porque estuvo vendiendo sus cosas ahí y yo vivía en Santa María, justo al frente.

En sus manuscritos escribía cosas como «la vidísima siempre anda jugando con la muertísima». Recuerdo que le pagué $1000 por cada uno, y que siempre que le compré algo lo agradeció. Incluso prometió para las semanas venideras ponerse más creativo.

Taryn Fuentes, Ingeniero en Recursos Naturales:

Unos años atrás iba caminando con mi mamá por Portugal hacia Marcoleta, y ahí estaba el Anticristo, con su pañuelo en la cabeza, un abrigo, su carro y su puesto de vendedor callejero instalado. Justo pasamos por frente de él, yo miré de reojo y estaba vendiendo sus cachureos y sus libros, de los Nazis, de Alemania y de los Extraterrestres.

En ese momento, mi mamá me dice “ahh! ¡no te conté!” el Anticristo paró la oreja y me empezó a decir ¡no le crea! ¡no le crea a ella! ¡son puras mentiras!” Por un momento me hizo sentir una sensación real de peligro, porque lo vi tan convencido y alarmado con lo que me estaba diciendo. Luego de ese lapsus comprendí que el estaba tratando de ayudarme, de salvarme de algo que el creyó ver, y reconozco su buena intención, aunque esta fuera una advertencia que en la vida real no era necesaria.

Como ven, son historias sencillas, cotidianas y fuera de toda ficción. Es la calle, mostrando sus recuerdos y vivencias con José Pizarro, una persona que según los estándares que propone la sociedad no era considerada «normal». El Divino Anticristo no era indiferente para nadie, fue único, y seguramente el tiempo revelará que muchas de las cosas que dijo tenían más cordura de lo que imaginamos. Su verborrea lunática lo hizo querible y valorado, como un creador y pensador extraterrestrísimo.

Con estos relatos queda de manifiesto que José Pizarro dejó su huella en muchos de nosotros, nos enseñó que la locura es parte de la vida y que expresar las ideas, por muy locas que parezcan, es, sin duda, el mayor acto de justicia que podemos hacer por nosotros.

Grande Divinísimo, tu tarea en la tierra fue exitosa.

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