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9 de Noviembre de 2018

El legado de Katy Winter

"Debemos asegurar como sociedad la participación activa y responsable de la juventud en la definición de las políticas públicas que los afectan directamente, potenciando así su pleno desarrollo y evitando historias tan dolorosas como las de Katy".

Por Mirko Salfate
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Mirko Salfate es Director nacional del Instituto Nacional de la Juventud (INJUV)

Cada cierto tiempo aparecen casos icónicos que por una u otra razón cambian algún paradigma de nuestra sociedad. En su momento lo fue Daniel Zamudio, clave en el avance de la Ley Antidiscriminación y en el rediseño de la misma imagen que como colectivo se tiene de las minorías sexuales. Algo parecido ocurrió en 2013 con Katherine Medel, víctima de un femicidio frustrado que la dejó tetrapléjica y cuyo caso ayuda a concientizar en la materia. En ambos ejemplos hablamos de jóvenes que nos dejaron un legado.

En mayo de este año nos enfrentamos a un nuevo caso: la muerte de Katy Winter. Con solo 16 años Katherine decidió quitarse la vida agobiada por el acoso constante que recibía a través de las redes sociales. Desde INJUV hemos seguido de cerca su historia, el trabajo de sus padres y amigos, por lo que creemos que este caso debería ayudarnos como sociedad a cambiar el tono de la discusión en torno a dos temas clave.

El primero es el ciberbullying. Este fenómeno digital relativamente nuevo es una de las principales causas de matonaje escolar y esconde detrás una veta de machismo y misoginia. Según un catastro hecho este año por la Superintendencia de Educación, el 82% de las denuncias por ciberbullying afectan a mujeres y las causas generalmente tienen que ver con lo que se dice de sus comportamientos sexuales. Es una realidad que crecientemente atormenta a los jóvenes, de la cual sabemos poco y que como adultos a veces nos cuesta dimensionar.

Desde ahí se desprende el segundo tema, que tiene que ver con la salud mental de los jóvenes de Chile. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) encendió las alertas sobre el estado de nuestro país en esta materia, indicando que Chile lidera el ránking mundial que mide la incidencia de la depresión en la población. A esto se suma la dramática estadística que el suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes y que estos poseen uno de los índices de consumo de sustancias estupefacientes más altos de la región.

En ambos temas nos queda mucho trabajo por hacer. Por un lado, es nuestro deber informarnos y actualizarnos respecto al mundo de las redes sociales. Códigos, términos, dinámicas y posibles peligros son solo algunos elementos que deberíamos tener presentes, porque para combatirlos es primordial estar informados y mantener una estrecha comunicaciones con nuestros cercanos.

Por otro lado, es hora de que todos los actores de la sociedad confluyamos en una agenda común para hacerle frente al problema de la salud mental en Chile. No estamos haciendo lo suficiente para combatir los estereotipos asociados a las enfermedades mentales, ni estamos generando los cambios necesarios para apoyar y acompañar a quienes se ven afectados por esto.

Como INJUV estamos articulando un trabajo en conjunto con quienes están interesados para hacerle frente a estas problemáticas e invitamos a todos quienes quieran sumarse. Debemos centrar los esfuerzos en el bienestar emocional de los jóvenes y potenciar que sean ellos quienes protagonicen tanto el diagnóstico como la definición de sus soluciones. Debemos asegurar como sociedad la participación activa y responsable de la juventud en la definición de las políticas públicas que los afectan directamente, potenciando así su pleno desarrollo y evitando historias tan dolorosas como las de Katy.

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