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29 de Julio de 2019

Más árboles para enfrentar el cambio climático

"Nuestros bosques son un gran sumidero de carbono, y sumados al patrimonio forestal del Estado y de terceros propietarios, son una de las herramientas más potentes con que contamos para enfrentar este desafío".

Por Nelson Bustos
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Nelson Bustos es Subgerente de Asuntos Públicos de ARAUCO.

Hace 13 años, en 2006, Chile elaboró la primera Estrategia Nacional de Cambio Climático sobre la base de un diagnóstico complejo para los futuros escenarios en el territorio continental del país. Y más de una década después, estos escenarios aún siguen presentes y sus consecuencias están a la vista.

El aumento de las temperaturas en todo el país, las lluvias torrenciales en época estival en la zona norte, el avance de la desertificación hacia el centro- sur, y las precipitaciones más concentradas, entre otros fenómenos, han traído graves consecuencias para la comunidad.

No podemos olvidar lo ocurrido en 2015 en el norte, donde un temporal generó aludes con consecuencias fatales. En la zona central, sin ir más lejos, venimos enfrentando una sequía que se acrecienta año a año. Qué decir de las condiciones extremas del verano de 2017, cuando tuvo lugar uno de los incendios más devastadores de nuestra historia reciente.

El escenario se anticipa complejo, qué duda cabe. Y para enfrentar sus consecuencias negativas en Chile y el mundo, tenemos fundamentalmente dos caminos: adaptarnos a este nuevo escenario climático con el cual conviviremos hacia el futuro y mitigar al máximo las causas que lo generan.

Desde ARAUCO hacemos propios los desafíos de este cambio global, llevando adelante con decisión una agenda de acción climática para enfrentar sus efectos y mitigar su avance. A nivel mundial no hay duda de que los árboles, de todo tipo, son la infraestructura biológica con mayor capacidad para producir oxígeno y captar CO2 de la atmósfera, siendo una solución de largo plazo para mitigar los efectos que generan los Gases de Efecto Invernadero.

El patrimonio forestal de ARAUCO -más de 1,8 millones de hectáreas en Sudamérica- se gestiona equilibradamente, bajo un modelo de complementariedad entre la producción a partir del manejo sustentable de nuestras plantaciones y la conservación de la biodiversidad en el caso de nuestros bosques nativos y áreas de protección, que representan más de un 25% del total. Nuestros bosques son un gran sumidero de carbono, y sumados al patrimonio forestal del Estado y de terceros propietarios, son una de las herramientas más potentes con que contamos para enfrentar este desafío.

Necesitamos, por lo tanto, más naturaleza y más árboles, materia en la cual hay creciente consenso como la principal estrategia a la que Chile debe apostar. Esto porque  -además de captar CO2- los árboles nos permiten de manera sustentable reemplazar materias primas altas en emisiones por alternativas provenientes de un recurso natural noble y renovable como la madera.

Mientras más usemos la madera en construcción, mientras más reemplacemos el plástico por el papel en nuestra vida diaria y en la medida en que más fibras naturales sean parte de nuestros hogares, estaremos contribuyendo a mitigar los efectos del cambio climático y a entregar un planeta en equilibrio a las generaciones que vendrán.

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