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4 de Febrero de 2020

Admisión directa vs PSU

La no selectividad en el ingreso responde a la convicción de que las capacidades se desarrollan por igual en la sociedad y que basta un buen proceso de enseñanza y aprendizaje para despertar en cada individuo sus potencialidades. 

Por Alejandra Ríos Moltedo
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Alejandra Ríos Moltedo es Vicerrectora Académica de Universidad SEK

Universidades públicas y privadas que tradicionalmente han seleccionado el ingreso a sus programas y carreras a través de la PSU, están barajando incrementar el porcentaje de cupos por vía especial. Esto valida nuestra opción histórica por los procesos de admisión directa. 

La no selectividad en el ingreso responde a la convicción de que las capacidades se desarrollan por igual en la sociedad y que basta un buen proceso de enseñanza y aprendizaje para despertar en cada individuo sus potencialidades. 

Este debate sobre la PSU nos lleva a preguntarnos por la forma en que entendemos una educación superior de calidad en un sistema que ha abierto las puertas de las universidades de forma masiva. Más allá de la admisión, ¿cómo avanzamos hacia un modelo de enseñanza centrado en el aprendizaje del estudiante, que tenga en cuenta necesidades y contextos cada vez más diversos, que le permitan apropiarse del ethos universitario e integrarse armónicamente al trabajo académico hasta su egreso y luego ser protagonistas del proceso de cambio y renovación de la sociedad?

El desafío es grande pues las instituciones deben disponer de apoyos en lo académico, económico y psicosocial y muy especialmente, contar con un Proyecto Educativo sólido y claro en este aspecto.

En nuestro caso, hemos desarrollado un modelo formativo que busca dar respuesta a los requerimientos que supone una admisión abierta a través de un Plan de Acompañamiento para la acogida y permanencia estudiantil. Una vez que el estudiante ingresa a la universidad, se le realiza un seguimiento permanente a partir de un diagnóstico que parte desde el sujeto y su contexto y que involucra aspectos psicoeducativos, socioeconómicos y de rendimiento académico. El modelo permite caracterizar a las cohortes de ingreso y arrojar información cuantitativa y cualitativa para el acompañamiento de tutores, coordinadores de ciclo, jefes de cada carrera y profesores de aula. A estos últimos se les prepara, a su vez, para que sean capaces de realizar un verdadero proceso de transposición didáctica, donde su saber experto se transforme en un saber enseñado y aprehendido por parte de sus estudiantes.

En definitiva, la calidad educativa va más allá de la excelencia académica, comporta otro elemento esencial que es la equidad. No solo son excelentes aquellos que obtienen óptimos resultados académicos sino, muy especialmente, quienes consiguen progresar desde circunstancias menos ventajosas, con dificultades familiares, económicas o de aprendizaje. Estudiantes que son la primera generación de sus familias que estudian y se titulan constituyen una muestra patente de que la inclusión es posible; que las barreras de acceso se pueden superar; y que las asimetrías que provienen de nuestro sistema educacional pueden acortarse.

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