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3 de Octubre de 2020

Jardines infantiles y salas cuna son un eslabón clave

Por Patricia Araneda Castex
Sala Cuna Universal
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Patricia Araneda Castex es Académica Educación Parvularia Universidad San Sebastián

En estos días ha quedado en evidencia el rol social que cumplen los establecimientos educacionales para la primera infancia en Chile: se ha planteado la posibilidad de reabrir jardines infantiles y salas cuna con el objetivo de reactivar el trabajo femenino, planteándolo como un eslabón primordial en la cadena de apoyo para familias con madres y padres que trabajan de manera remunerada fuera del hogar, considerando que además los abuelos y abuelas no pueden ser parte de la red de apoyo.

Pero es muy importante recordar que estos establecimientos cumplen principalmente con una labor educativa en la primera infancia, algo que hoy los niños y niñas están perdiendo. Ésta es reconocida por distintas disciplinas como el principal y primer eslabón en el desarrollo y aprendizaje del ser humano, una etapa descrita como ventana de oportunidades que -si no se desarrollan en esta edad- se pierden; es aquella en la que el ser humano adquiere los conocimientos básicos de ingreso al mundo físico, social, matemático, de lenguaje oral; sienta las bases de la motricidad, de su cuerpo y su emocionalidad y vida con otros.

Ya van más de siete meses desde que llegó el Coronavirus a Chile. En este periodo de confinamiento la mayoría de los niños y las niñas han permanecido en sus casas, por lo que es comprensible que el retorno a la sala cuna y los jardines infantiles sea necesitado por las familias, y que los propios niños y niñas deseen volver a ese espacio de seguridad y de apego.

Sin duda que reabrir estos espacios es una decisión compleja, son dos derechos que entran en conflicto: el derecho de las mujeres y hombres a trabajar tranquilas sabiendo que sus hijos están aprendiendo y bajo cuidados, y el derecho de los niños y niñas al resguardo pleno de su salud y aprendizaje.

Así, la decisión de volver a estos establecimientos debe ser voluntaria, diversa, flexible y dependiente de los contextos de resguardo de la salud de los niños y del personal de la institución. Es necesario tener información de protocolos y condiciones de funcionamiento en condiciones de pandemia; protección del personal, provisión de servicios, normas emergentes de higiene, adecuación de la infraestructura, insumos de aseo, etc.

Además, es importante formar y capacitar previamente al personal, establecer mecanismos de comunicación con las familias, con un compromiso activo y abierto a ir permanentemente más allá de lo previsto. Y, tal como recomienda la Sociedad Chilena de Pediatría, los niños y niñas debiesen volver a clases idealmente en etapa 5 de desconfinamiento.

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