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24 de Marzo de 2021

El papel, una solución peor que el mal prohibido

A casi tres años de la puesta en marcha de la Ley 21.100, ¿no es buen momento para debatir sobre su efectividad? ¿saber en qué está fallando y ver qué otras soluciones e innovaciones se pueden sumar para colaborar en aquello? Hoy es común que en el retail sólo se nos ofrezca esta alternativa de acarreo en papel para nuestras compras.

Por José Ignacio Parada
Desde el año pasado prohíbe el uso de bolsas plásticas en todo tipo de comercio establecido del país (Agencia UNO/Archivo)
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José Ignacio Parada

José Ignacio Parada es Abogado y emprendedor

Es probable que ahora tengas una bolsa de papel cerca tuyo y que eso sea tan normal como observar el árbol más próximo a ti, meciendo sus hojas y ramas gracias al firme tronco que las sostiene. Hablamos de una de las expresiones de vida más antiguas de la historia y de las más importantes fuentes de oxígeno del mundo, la que además brinda regularización a los ciclos naturales e incluso hogar a otros seres vivos. Atributos notables, pero que se rompen de cuajo para obtener papel, cuya producción significa el talaje anual de más de 13 millones de hectáreas en todo el planeta, según Greenpeace.

Estos ciclos naturales no fueron considerados en la Ley 21.100, implementada en 2018, y que desde el año pasado prohíbe el uso de bolsas plásticas en todo tipo de comercio establecido del país. Una medida que motiva la búsqueda de otras opciones y que, de acuerdo a cifras del Ministerio del Medio Ambiente, evita el consumo de unos 5 mil millones de ejemplares hechos en base a petróleo. Sin embargo, ¿es un cambio a favor del medio ambiente?

El Centro de Estudios Superiores de la Industria Farmacéutica (CESIF), establece que ningún material llega a ser precisamente respetuoso con su entorno, pero también que la producción de papel en sí contaminaría en alrededor de un 70% más que los plásticos, por todo el gasto energético y su incalculable huella hídrica que implica su proceso, cerca de cuatro veces más que el anterior. Un problema si además consideramos que las bolsas de papel requieren ser reutilizadas entre tres veces a cuatro veces para que su ciclo de vida haya perjudicado menos al planeta que una de plástico convencional, según estudios de la Agencia Medioambiental de Reino Unido.

Considerando el notorio aumento de demanda por este tipo de opciones en el comercio –las que técnicamente también son de un solo uso como sus antecesoras, pero que tienen mayores limitaciones en cuanto a la humedad, capacidad y resistencia–, se podría pensar que su elaboración tendería a ser más sustentable si se produjera a partir de material constantemente reciclado, pero con el papel eso no es posible ya que su fibra pierde calidad y adquiere metaloides contaminantes.

A casi tres años de la puesta en marcha de la Ley 21.100, ¿no es buen momento para debatir sobre su efectividad? ¿saber en qué está fallando y ver qué otras soluciones e innovaciones se pueden sumar para colaborar en aquello? Hoy es común que en el retail sólo se nos ofrezca esta alternativa de acarreo en papel para nuestras compras, algunas veces de manera gratuita. ¿No es extraño mantener una medida casi igual de contaminante que la anterior, cuando se buscaba precisamente lo contrario? El tema no termina de ser polémico porque la ley tampoco considera si las bolsas se pueden reciclar, reutilizar o biodegradar. Sólo se fija en su composición, que debe ser a partir de polímeros biobasados, con fibra vegetal o como ocurre en este caso, de papel. Invito a que nos hagamos estas preguntas y lo pensemos dos veces antes de adquirirlas, sabiendo que pueden causar mayores estragos para nuestro entorno que antes, cuando la materia prima era ese árbol que veíamos meciéndose.

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