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27 de Julio de 2021

Provoste y su proyecto previsional

Provoste propone que el trabajador que tiene 25 millones de pesos ahorrados en su cuenta de AFP, tenga en vez de esa suma un certificado que dice que los tiene. No garantiza una rentabilidad mínima entre la emisión del certificado a la fecha que el pensionado se jubile, cuestión que si pasa en las AFP, porque los montos que se entregan se invierten y rentabilizan.

Por Christian Aste
El proyecto avalado por la candidata Provoste es tan extremo que ni siquiera fue enarbolado por el candidato comunista. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Christian Aste

Christian Aste es Abogado

Hoy más que nunca resulta relevante que la gente que vota conozca lo que los candidatos han planteado. No por medio de entrevistas que son leídas y releídas antes de publicarse, y que están llenas de frases hechas y elucubraciones genéricas, que son matizadas con frases de buena crianza y orientadas a un público que, en general, no se informa.

Por lo mismo, resulta útil estudiar lo que en verdad piensan los candidatos. Y la mejor forma de hacerlo es revisar lo que oficialmente han planteado en distintos ámbitos.

En esta oportunidad, me limitaré a lo que ha expresado la candidata Provoste en materia previsional, pero en su calidad de senadora.

Bajo el Boletín N° 13.493-13, que ella misma firma como autora, luego de precisar que es un mito que las AFP hayan sido un aporte en materia de seguridad social, y plantear que entre los objetivos del proyecto está transferir: 1) a los afiliados del sistema privado al público; y 2) los recursos acumulados en las cuentas individuales a un fondo también público, promovió modificar la Constitución Política de la República, agregando en el artículo 19° numeral 18, el siguiente inciso cuarto, “El Estado administrará el conjunto del sistema de pensiones tanto de las Fuerzas Armadas y de Orden, como el de las pensiones civiles”, e incorporando un Capítulo XVI, que crea un sistema de pensiones solidarias, que incluye la pensión básica universal, de vejez, de invalidez y sobrevivencia.

Indicó -y expresamente- que los fondos de las cuentas de capitalización individual, administrados por las AFP a la fecha de la entrada en vigencia de este proyecto, debían traspasarse al Instituto de Seguridad Social de Chile, que otorgará a cada trabajador un Certificado Saldo de Ahorro y Capitalización Individual Obligatorio Acumulado, mediante una Libreta Nacional que registrará su saldo, actualizado en línea. Desde esa fecha, los trabajadores dejarán de aportar a sus cuentas individuales, porque deberán contribuir al Fondo Nacional de Pensiones Solidarias y a la Reserva Técnica Legal obligatoria, con el 10% de sus remuneraciones y rentas imponibles.

Es decir, y para que se entienda, Provoste propone que el trabajador que tiene 25 millones de pesos ahorrados en su cuenta de AFP, tenga en vez de esa suma un certificado que dice que los tiene. No garantiza una rentabilidad mínima entre la emisión del certificado a la fecha que el pensionado se jubile, cuestión que si pasa en las AFP, porque los montos que se entregan se invierten y rentabilizan. Es cosa de revisar la rentabilidad promedio de las AFP y confrontarlas con los ahorros históricos.

En el proyecto de Provoste lo anterior no ocurre, ya que solo se reconoce la suma que el cotizante tiene, y se establece que desde el momento de la emisión de dicho certificado, el trabajador aporte pero ya no para su jubilación sino para un fondo solidario. En otras palabras, Provoste con esta idea, que seguramente copió de Cristina Fernández, nivela hacia abajo, porque permite que la gente que no trabajó ni ahorró lo suficiente pueda tener una pensión básica financiada con los ahorros ajenos, y que quienes lo hicieron tengan también una pensión, pero harto menor que la que podrían tener en el sistema actual de capitalización individual.

En Argentina esto se hizo, y sus resultados son y han sido nefastos. No solo tienen al país endeudado para pagar pensiones, sino que se da la paradoja que no hay mayor diferencia entre quien trabajó, y quién no, porque las pensiones de ambos son parecidas. Así lo reconoció para este mismo diario el economista y analista argentino Manuel Ardoni. La única ventaja y transitoria, es que el traspaso de estos fondos, le permitió al Estado disponer recursos ajenos y baratos, para financiar burocracia, infraestructura, y resolver las necesidades económicas urgente del mismo gobierno. El académico Carmelo Mesa-Lago, de la Universidad de Pittsbourgh, autor de numerosos libros sobre los sistemas de seguridad social, y crítico en su momento de dicha privatización, plantea hoy que “La sostenibilidad del sistema es bastante frágil” y que “no hay nada que impida que sus recursos se usen para cubrir el déficit fiscal o pagar la deuda externa”.

Ahora el gobierno argentino, sabiendo que le resultara imposible pagar pensiones dignas, ha señalado que el sistema previsional no puede deslindarse de la marcha general de la economía. En otras palabras, la culpa no la tienen ellos por haber estatizado los fondos privados, sino que la economía de los mismos privados.

Cabe enfatizar que este proyecto avalado por la candidata Provoste, y por el ferviente admirador de Chávez y Maduro – senador Navarro – es tan extremo que ni siquiera fue enarbolado por el candidato comunista, que en reiteradas oportunidades tuvo al menos el cuidado y la sensatez de consignar que los fondos de capitalización individual que administraban las AFP no serían expropiados ni estatizados en su gobierno, cuestión que lamentablemente si pasará si resulta elegida la candidata Provoste.

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