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Actualizado el 11 de Marzo de 2025

El Boric que queda (y el que viene)

Reflexionar, reconocer y enmendar errores es una virtud y eso hay que aplaudírselo al Presidente, pero lo cierto es que sólo a contar del 12 de marzo de 2026 podremos empezar a saber si sus decenas de cambios de opinión fueron meditados y genuinos o sólo por mero interés y cálculo político-electoral.

AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Redacción

Juan José Santa Cruz

Empresario y presidente del directorio de Ediciones Giro País SpA.

Al Presidente Gabriel Boric le queda un año de gobierno. Seguramente en los próximos 12 meses habrá frecuentes balances y análisis de su paso por La Moneda. De sus yerros -muchos- y de sus aciertos -lamentablemente, pocos-. Si bien son necesarios y válidos esos ejercicios, hay que hacerlos no sólo mirando lo que fue, o lo que pudo ser, sino que también lo que podría venir, cuando, muy probablemente –así lo anticipan las encuestas- vuelva a ser parte de la oposición.

Y más aún, porque como sabemos, no pocos analistas han repetido que Boric volverá a postular a la Presidencia. Es imposible tener certeza de que aquello ocurrirá, pero si así fuese, es necesario preguntarse ¿cuál sería ese Boric? ¿Qué pensará y -más importante aún- qué ideas promoverá una vez que deje Palacio y ya no “habite” la Primera Magistratura? ¿Volverá a enarbolar las posiciones que tenía cuando era diputado o dirigente estudiantil? O ¿Los cambios de opinión que ha confesado experimentar habrán permeado de verdad en sus posturas? ¿Ya sin el peso de la banda presidencial será “un nuevo Boric” o volverá a ser el de antes, ese que apoyó con indisimulado entusiasmo la afiebrada primera propuesta constitucional? ¿Será una mezcla de todo eso?

Reflexionar, reconocer y enmendar errores es una virtud y eso hay que aplaudírselo al Presidente, pero lo cierto es que sólo a contar del 12 de marzo de 2026 podremos empezar a saber si sus decenas de cambios de opinión fueron meditados y genuinos o sólo por mero interés y cálculo político-electoral. Se sabe, la política está llena de impostores, es casi el arte del engaño, pero que el ilusionista más convincente sea la primera autoridad del gobierno siempre será una pésima noticia para la democracia.

¿De verdad ahora Boric cree que el TPP-11 es una buena noticia para el país?, ¿De verdad ahora Boric cree en los beneficios de aplicar el estado de excepción constitucional en la macrozona sur?, ¿De verdad ahora Boric valora el aporte del Cosena? ¿De verdad ahora Boric estima que no es una buena idea criticar al país en el exterior? ¿De verdad ahora aprecia el crecimiento económico y el aporte de los privados? ¿De verdad Boric ya no cree que Temucuicui es un “territorio liberado”? ¿De verdad ahora Boric cree en la importancia y el aporte de los 30 años de los gobiernos que lo antecedieron? ¿Seguirá defendiendo el rol de Carabineros o volverá a exigir su refundación? ¿Aunque los expertos le adviertan de sus dañinos efectos, volverá a impulsar iniciativas como los retiros de fondos de pensiones? ¿Sinceramente cree que la inmigración hay que regularla con firmeza y que ya no “todos son bienvenidos”? ¿Estará de acuerdo, otra vez, con destituir a un Presidente democráticamente elegido? ¿Aún cree que las tomas de casas o terrenos son válidas? ¿Lo mismo con las barricadas? ¿O con la desobediencia civil? ¿Cuando vuelva a cambiar la dirección del viento –porque eso, sí o sí va a pasar-, él hará lo mismo con sus convicciones?

La lista de preguntas es muy larga, demasiado. A contar de un año comenzaremos a tener algunas respuestas.

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