
Ni Kast, ni Kaiser, ni Jara, ni Tohá.
La configuración de las elecciones primarias por parte del Partido Comunista, el Frente Amplio y el Socialismo Democrático reafirma una tendencia que ya se venía consolidando: el viraje definitivo de la ex Concertación hacia una izquierda más radical, abandonando aquel centro político al que apelaron insistentemente durante los años 90 y que fue, en los hechos, su verdadera base de apoyo. Sin el centro, no se gobierna.
En el otro extremo del espectro, irrumpen dos candidatos de la derecha más dura, compitiendo entre sí con propuestas cada vez más populistas o efectistas, en una carrera por diferenciarse y captar atención dentro de un electorado que, en buena parte, ya está capturado y difícilmente crecerá.
Falta, sin embargo, referirse a Chile Vamos. Aunque optó por marginarse de las primarias, su principal carta presidencial continúa liderando encuestas y preferencias ciudadanas. Ha logrado proyectar una imagen de gobernabilidad, basada en un ideario nítido que, sin renunciar a sus convicciones, ha sabido tender puentes hacia el centro político: el único espacio donde aún es posible crecer.
En este escenario, el centro tradicional y la centroizquierda -especialmente aquella que orbitaba en torno a la Democracia Cristiana- aparecen desdibujados. Pero su actual aislamiento del oficialismo podría convertirse en una ventaja, considerando lo abierto y competitivo del proceso de primarias en curso. Ninguno de los cuatro candidatos tiene aún asegurado el triunfo. Una eventual victoria del PC o del FA podría reactivar la demanda por una opción moderada de centroizquierda, abriendo espacio para la DC o figuras provenientes de ese mundo, como los exfalangistas Orrego o Rincón.
El centro político tiene hoy la oportunidad de volver a ser gravitante. No está obligado a ser el vagón de cola del oficialismo. Puede marcar pauta, reposicionarse en la negociación de pactos parlamentarios y, desde esa plataforma, reconstruir una opción moderada que los extremos han olvidado.
En esa disyuntiva está, por ejemplo, la DC: o sigue virando hacia la izquierda, al estilo de la senadora Provoste, o retoma el camino del socialcristianismo moderado. Existir, o extinguirse en la extrema izquierda.