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Gira la vida entera

A diferencia de una primera etapa que comenzó en 1999, el quinteto entendió que el ecosistema musical ya no depende ni de las radios, ni de los festivales y menos de la venta de discos. Hoy la clave está en saber dialogar con una comunidad hiperconectada que exige mucho más que una buena canción.

Si no es el regreso más importante en la historia de la música popular chilena, pega en el palo y por varias razones. Con el recientemente anunciado show del 8 de noviembre en el Movistar Arena -que será el cierre de su actual gira acústica-, Los Bunkers acumularán más de 100 conciertos desde marzo de 2023, cuando despegó su tour Ven Aquí. Un recorrido que ha sido visto por más de 1 millón 300 mil personas y que acumula hitos mayores como los dos shows repletos del Estadio Nacional; su residencia de 25 fechas en el Teatro Nescafé de las Artes; los 30 conciertos que hicieron en México; las presentaciones en el Santa Laura, el Ester Roa de Concepción y la Quinta Vergara de Viña del Mar, y el promedio de más de 300 mil tickets vendidos en todas las fechas de esta vuelta que no fueron gratuitas como las de la playa Chinchorro en Arica, en enero de 2024 ante 45 mil asistentes, o la de REC en su natal Concepción, en marzo del mismo año frente a 150 mil fanáticos.

Un retorno que impresiona por sus números, pero que no se sustenta únicamente en la ya conocida rentabilidad de la nostalgia. La vuelta de Los Bunkers ha sido también un reposicionamiento artístico dentro un escenario que cambió dramáticamente desde la separación del grupo en 2014. Para su vuelta, los penquistas se encontraron con un hábitat renovado al que decidieron retornar no para repetir, sino para reescribir su historia con las nuevas reglas del juego.

A diferencia de una primera etapa que comenzó en 1999, el quinteto entendió que el ecosistema musical ya no depende ni de las radios, ni de los festivales y menos de la venta de discos. Hoy la clave está en saber dialogar con una comunidad hiperconectada que exige mucho más que una buena canción, y también en marcar la diferencia con tu capacidad de adaptación, la cercanía que tengas con tu público y la narrativa que logres imprimirle a tu propuesta.

Incluso antes de un regreso que también se validó con discos -el inédito Noviembre (2023) y el unplugged de 2024-, los de Concepción y su equipo encararon el nuevo paradigma con gestos concretos: anuncios coordinados con medios y plataformas; constante interacción en redes; una estética visual que evitó conscientemente el sesgo generacional, y un relato que mezcló emoción, madurez y vigencia. Fue una estrategia quirúrgica que apeló a sensibilidades actuales pero con “canciones de lejos” y que además supo leer los contextos.

A pesar de que el primer atisbo de esta reunión se gestó en pleno estallido social, Los Bunkers apelaron más a la emocionalidad colectiva que a la contingencia política y su voz terminó conectando transversalmente con la de los que crecieron con ellos, pero también con la de quienes hoy encuentran en su música un sentido de pertenencia y autenticidad. Basta con ver el creciente público infantil que asiste a sus conciertos para constatar que el “traspaso” está hecho. Los de Canción para Mañana protagonizan el más exitoso retorno de la historia porque entendieron que el presente tenía espacio para ellos y porque estuvieron dispuestos a jugar con las reglas de hoy. Y eso, en buen chileno, no se llama regreso: se llama conquista.

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