
¿El problema con las licencias médicas es cuantitativo o cualitativo? Como suele ser en todo orden de cosas, un poco de cada uno, o más bien, harto de cada uno: es un problema monumental de índole moral pero también de costos.
Veamos. En lo inmediato, y no menos relevante, nos enfrentamos a tener que buscar una solución a un problema que conocíamos perfectamente pero que chuteábamos, con un costo hasta ahora imposible de calcular al detalle, pero que sin exagerar se cuentan en miles de millones de dólares en sus efectos directos e indirectos. Miles!
Todo esto se da además en un país peligrosamente endeudado (42% del PIB) y con déficit fiscales acumulado por años (-2,9% del PIB en 2024). Entonces algo no calza: nos falta plata, nos encalillamos, pero dejamos que nos roben a vista y paciencia nuestra.
Lo que tenemos es una economía que gasta más de lo que ingresa y que vive presionada para subir el impuestos a las personas como herramienta para enfrentar las justificadas necesidades del Fisco. Si no quedara otra, habría que pagar el costo en crecimiento y generación de empleo que implica subir impuestos, pero Dorothy y su team nos han mostrado que hay más de donde sacar plata.
De aquí en adelante, a cada ministro que pida un peso, le tenemos que exigir que venga con otro ahorrado de gastos prescindibles o derechamente choreado.
Esto no es ideológico, que la motosierra o la podadora… es de manual básico de economía, de gestión, de honestidad y de coraje, factor esencial de un buen político que no espera sólo aplausos.
Y aquí viene la otra parte del cuento. La Contralora General de la República, Dorothy Pérez, en poco tiempo se atrevió a usar sus facultades, hacer la pega y prender la luz en una pieza oscura. Partió en una sola pieza de una casa grande. Partió sólo revisando licencias médicas y sólo de aquellos que cruzaron la frontera en vez de hacer reposo, es decir, una porción ínfima del potencial investigativo. Y ahí encontró la podredumbre, un fraude agravado por la impunidad del que se ríe porque la ley no le llega y que para eso goza de inamovilidad en su pega.
El escándalo y el estupor generado dan paso a ésta oportunidad, al “Momento Dorothy” Es ahora cuando hay que meter mano (aquí sí que se podría hablar de “refundar”), porque será difícil que alguien se atreva a votar en contra de reformas que le arrebaten el Estado a los que se sienten dueños, y que por lo tanto perciben como naturales sus prebendas y privilegios.
Si dejamos pasar la oportunidad vendrá el cyber, ofertones de liquidación del Estado.
Dorothy no ha descubierto la pólvora, ha mostrado voluntad de cumplir su tarea, ha mandado a cruzar datos existentes, como seguro hará luego en todo el Estado. Qué tiemblen los chantas!
Dorothy no se va a ganar el Nobel, pero ya tiene la admiración y el agradecimiento de la mayoría de la gente sin poder, que se levanta temprano, cumple sus metas para mantener la pega y paga sus impuestos para asistir a los más necesitados.