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Inmigrantes irregulares. Prestamista irregular. Una dudosa decisión judicial. Una frontera que parece colador. Un famoso. Un empresario que no paga. Un sistema que no funciona. Una historia que parece mentira, pero es cierta.

Sin echar mano a eso clichés tipo “dios es guionista”, en estas escuetas líneas invito a leer una pequeña historia para dimensionar qué pasa frente a nuestras narices.

Lo que sabemos hasta ahora es esto:

Tres sujetos venezolanos Neomar Arismendi Duarte, Yonder Blanco Véliz y Alberto Carlos Mejía, todos inmigrantes irregulares en Chile, se conocieron trabajando en un restaurant en Bellavista.

En junio pasado, recibieron el encargo de una pega: un ecuatoriano conocido, les ofreció $30 millones por matar al comerciante José Felipe Reyes Ossa, conocido como el Rey de Meiggs. El 19 de junio, lo esperaron afuera de su casa en Ñuñoa y lo mataron a tiros. Recibieron casi $5 millones por la ejecución. El resto, suponían, vendría con los hechos consumados. Lo querían llevar a un sitio eriazo, pero como se resistió, mejor lo mataron ahí no más. En la calle.

Lo que no se sabía, hasta ahora, era que Reyes además era prestamista. Y que tenía muchos amigos.

Pasaron un par de semanas y la policía detuvo a los tres venezolanos, el 9 de julio pasado. Uno de ellos, Mejía, de solo 18 años, era hasta ese momento Osmar Ferrer, pues ese nombre eligió para su identidad en Chile luego de haber ingresado por un paso ilegal.

Ese mismo día, la jueza Irene Rodríguez, la misma que ordenó su prisión preventiva, a las 20:25 emitió un oficio que dejaba sin efecto esa medida y ordenaba su liberación. Sólo tres minutos después, a las 20:28, se cambió el nombre por el que la justicia creía correcto. Al día siguiente, a las 12:11 horas del 10 de julio, se notificó del problema a Gendarmería a través de un correo electrónico y a las 14:13 se envió un segundo mensaje desde el tribunal, aclarando que Mejía debía permanecer en prisión preventiva. A pesar de las advertencias, esa noche, alrededor de las 20:00, Mejía salió en libertad desde la cárcel Santiago 1.

Mejía tomó un taxi en una de las aplicaciones que todos tenemos en nuestros celulares. Se subió al auto y le pidió al conductor que lo llevara a Iquique. El conductor accedió. Mejía le pagó $2.500.000 por la carrera.

Desde ahí tomó otro taxi; ahora hasta Arica, para comenzar la huida final. Dice el taxista que lo llevó hasta el paso Chacalluta, que los militares lo controlaron… y lo dejaron salir igual.

“A todas las personas que van saliendo ilegal del país, las dejamos antes de los militares, en un estacionamiento. De ahí ellos tienen que hacer el proceso de controlarse con los militares y de ahí salen del país… De que los controlaron, los controlaron”, reveló el taxista. Hoy no sabemos dónde está el sicario.

Mientras, un famoso asoma en la trama oscura. Francisco Kaminski, animador de televisión, fue citado a declarar en la causa. ¿Por qué? El mismo día en que lo mataron, Reyes lo llamó por teléfono. “Llamada social”, dijo Kaminski. Luego supimos que Reyes también le había prestado plata. 50 millones de pesos.

La historia se vuelve más oscura.

El jueves en la mañana cayó otro rey, uno de la noche. Wilson Verdugo, dueño del conocido restaurante de Bellavista -y con local en Providencia- La Vaquita Sabrosa, además de varias carnicerías. Wilson Verdugo estaba triste; o así se mostró los tres días en que fue al velorio al Reyes y le ofreció ayuda a la desamparada familia. Eran amigos; compartían en fiestas y en el hipódromo. Llevaba consomé para consuelo de la familia.

Verdugo – vaya paradoja su apellido- fue detenido como presunto autor intelectual de la muerte de Reyes. Según la fiscalía, el Rey de Meiggs le había prestado 500 millones de pesos, que ya acumulaban una deuda de mil millones porque, claro, en la informalidad los intereses se pagan caro.

Verdugo no podía -o no quería- pagar los mil millones. Pero sí los cinco que ese mercado, que hasta hace poco no conocíamos en Chile, le ofrecía para terminar con su deuda.¿

Inmigrantes irregulares.

Prestamista irregular.

Una dudosa decisión judicial.

Una frontera que parece colador.

Un famoso.

Un empresario que no paga.

Un sistema que no funciona.

Una historia que parece mentira, pero es cierta.

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