Es difícil encontrar paralelos entre el deporte y la vida cotidiana. He dicho, anteriormente, que uno de esos paralelos es el golf. ¿Por qué? Porque es un deporte donde no puedes echarle la culpa a nadie por el resultado de tu juego. La pelota está puesta en un palito que se llama en inglés tee. La gente alrededor se queda callada. Nadie interrumpe el movimiento. Haces uno, dos, tres swings o movimientos de ensayo. Silencio total. Te acercas, te mueves igual como practicaste hace casi nada. Le pegas a la pelotita y ella hace un arco horroroso y se va directo a la laguna de la derecha. En el caso del golf, un mal tiro es sólo de tu responsabilidad.
El rugby es otro deporte que permite ser asociado con la vida cotidiana. El único deporte donde avanzas hacia adelante, pero haciendo pases sólo para atrás. No se permiten pases para adelante, como sí se hace en el fútbol americano. ¡No! Todos los pases para continuar el movimiento de la pelota son hacia atrás. Y quien viene detrás para recibir ese pase y continuar el movimiento, en el rugby se llama “el apoyo”. Y ahí salta de inmediato la pregunta a tu vida cotidiana: ¿tienes apoyo familiar y laboral que te permitan hacer que tus sueños se hagan realidad?
Un partido de rugby lo gana el equipo que tuvo más apoyo. Es difícil -y peligroso-ganar siendo “traguilla” o creyéndote Superman, porque siempre puede haber alguien más fuerte o veloz que tú, que te frena con un tackle fulminante.
Chile acaba de acceder por segunda vez a un Mundial de Rugby, que será en Australia, el 2027, ganándole -hace pocos días- la clasificación a Samoa en el estadio Sausalito, de Viña del Mar.
La esencia del rugby es el apoyo. Una palabra que, en la vida diaria, se dice mucho más de lo que se practica. En el rugby, como lo demostraron los Cóndores hace pocos días, el apoyo fue instrumental para la victoria y la clasificación al Mundial.
Como debiera ser también en nuestra vida cotidiana. Sentir que tenemos apoyo para optar por lo que queremos estudiar; tener apoyo en nuestras opciones de trabajo; contar con apoyo cuando las cosas no salen todo lo bien que pensábamos.
Cuando la vida tacklea y frena tu movimiento, encontrar apoyo renueva el espíritu, aclara tus opciones y permite continuar tu movimiento hasta marcar el “try” de tus sueños.