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¿Qué votamos el domingo?

Kast propone menos impuestos y menos regulaciones, empleo flexible y liderazgo privado; Jara presentaba un modelo mixto con más inversión pública, empleo protegido y sectores estratégicos con fuerte presencia estatal. La elección del domingo, no se trataba solamente de una discusión técnica, sino de una elección de filosofía económica para los próximos cuatro años.

La reciente elección presidencial enfrentó dos nombres, y dos formas muy distintas de entender cómo se reactiva la economía chilena. Detrás de sus slogans, José Antonio Kast y Jeannette Jara proponían proyectos de país en los que el rol del Estado era muy diferente. Sus propuestas también diferían en la estrategia para impulsar la inversión y la forma de abordar empleo, pensiones y minería. Ambos compartían un diagnóstico: Chile crece poco y lleva demasiados años gastando más de lo que recauda.

Para Kast, la estrategia para crecer a una tasa de 4% anual, se orienta a menos trabas regulatorias, menores impuestos corporativos y un marco más amigable para el capital privado local y extranjero. Jara, mientras tanto, hablaba de “crecimiento justo e inclusivo” y fijaba como ancla un aumento de la inversión al 30% del PIB, combinando recursos públicos con privados en sectores estratégicos. La primera gran divergencia entre Kast y Jara era entonces quien sería el motor del crecimiento; para el primero era la iniciativa privada, para Jara, el Estado asumía un rol más protagónico, usando inversión pública en infraestructura y apuestas sectoriales (energías verdes, litio, cobre, industria digital) para apalancar el dinamismo.

En materia fiscal, los dos programas hablaban de responsabilidad. Sin embargo, Kast planteaba un ajuste del gasto por USD 6 mil millones en 18 meses, con eliminación de programas de bajo desempeño, eficiencia estatal y reducción de dotación pública basada en mérito. Jara, por su parte, proponía controlar el déficit con énfasis en más revisión de exenciones tributarias y combate a la evasión. La pregunta de fondo en este tema era cual es la combinación más creíble en un contexto en el cual la deuda pública se acerca al 41,7% del PIB luego de 15 años con déficit estructural. Un ajuste rápido como el que proponía Kast puede mejorar los números fiscales, pero no es neutro en términos de empleo y demanda si no se coordina cuidadosamente con la trayectoria de inversión. El enfoque de Jara apuesta a que una inversión pública bien diseñada impulse crecimiento y, con ello, recaude más, pero requiere disciplina en la selección de proyectos y capacidad de ejecución algo que el Estado no siempre ha demostrado.

En empleo, Kast enfatizaba la capacidad del sector privado como “mayor creador de empleos de la década”, con una reforma laboral moderna, contratos multifuncionales, horarios flexibles y foco en formalización. Su paquete tributario incluía bajar la tasa corporativa de 27% a 23% (y a 20% para empresas que contraten trabajadores de riesgo mediante crédito tributario), además de una eliminación progresiva del impuesto a las ganancias de capital en acciones de baja liquidez. La lógica era aligerar la mochila a las empresas para que inviertan más, compitan mejor y contraten más. Jara mientras tanto, definía como prioridad el “empleo decente”, con ingreso vital de $750.000 mensuales, protección laboral reforzada, limitación de la subcontratación y negociación multinivel. En su visión, la calidad del empleo y la protección social eran parte del modelo de desarrollo, no un resultado residual del crecimiento.

En pensiones, ambos coincidían en la necesidad de reforma, pero nuevamente se separaban en el cómo: Kast elimina el préstamo al Estado dentro del sistema y lo reemplaza por instrumentos financieros a tasa de mercado, asegurando que los aportes adicionales vayan a cuentas individuales; Jara pone el acento en mejorar condiciones para 2,8 millones de personas, ampliando cobertura y protección para cotizantes vulnerables.

En minería, los dos programas reconocían que el sector seguirá siendo clave para la inversión y las exportaciones, pero nuevamente proponían estrategias diferentes. Kast propone eficiencia regulatoria: eliminación de permisos ambientales innecesarios, agilización de procesos, estatuto de inversión con seguridad fiscal, foco en exploración y una meta de 10% de aumento de producción en cuatro años, con 50.000 empleos directos e indirectos adicionales y USD 5 mil millones más en exportaciones. Jara, apuntaba a una expansión de la producción minero-energética dentro de una “transición verde inclusiva”, con liderazgo en litio y energías renovables, fortalecimiento del grid, hidrógeno verde como vector de exportación y una agenda de silvicultura e industria naval sostenible.

En resumen, Kast propone menos impuestos y menos regulaciones, empleo flexible y liderazgo privado; Jara presentaba un modelo mixto con más inversión pública, empleo protegido y sectores estratégicos con fuerte presencia estatal. La elección del domingo, no se trataba solamente de una discusión técnica, sino de una elección de filosofía económica para los próximos cuatro años.

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Foto del Columnista Gabriela Clivio Gabriela Clivio