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Talagante: Cuando la excelencia se convierte en segregación

Un reportaje de la revista Bello Público da cuenta de una insólita situación: dos establecimientos, una escuela municipal que acoge a niños de sectores vulnerables y un liceo de excelencia, ambos en el mismo recinto, pero separados por una reja.

Emily tiene doce años. Desde prekinder estudió en la Escuela Básica Cornelio González de Talagante, donde siempre ha tenido buenas notas. Por esto, cuando su familia supo que se instalaría en el sector un nuevo Liceo de Excelencia, vio una gran oportunidad. Motivada por su mamá, Emily postuló y tras pasar el proceso de selección que involucró una prueba y entrevistas, finalmente quedó, entrando este año a séptimo básico en el flamante Liceo Bicentenario de Talagante. Pero la sorpresa para todos sería el conocer la ubicación de este nuevo establecimiento: en las mismas dependencias de su antigua escuela.

La Escuela Cornelio González se encuentra entre un gran parque, villas, poblaciones, iglesias, locales y un extenso “peladero”. Le debe su nombre a un periodista de gran renombre en la comuna y es conocida coloquialmente como el “colegio del Poniente” debido a su ubicación en la zona oeste de Talagante, uno de los sectores más vulnerables de la localidad. Hoy, al entrar a la escuela, los estudiantes, padres, profesores, funcionarios y visitantes, se enfrentan a una estructura de madera forrada por una reja y una malla de kiwi verde, recurso que cruza todo el patio central del establecimiento para distinguir los dos espacios y proyectos educativos: la reja.

Pero esta separación, que divide las instalaciones en dos medias lunas, pareciera ir más allá de una simple barrera entre dos espacios físicos. Tras un mes de permanencia en el Liceo Bicentenario, en el que incluso se enfermó del colon por los nervios y el estrés, Emily finalmente volvió a su comunidad de origen hace pocas semanas. “Echaba mucho de menos a mis antiguos compañeros y no me dejaban hablar con ellos por la reja, cuando me acercaba los profesores me mandaban para el otro patio”, cuenta, a lo que además agrega que “entre los niños del Bicentenario está la imagen de que los del Poniente son ‘flaites’”. Su madre, Mabel, comenta que “yo a la primera reunión de apoderados sentí que tampoco iba a dar ahí, llegué y ya estaba designada la directiva, noté que iba a haber diferencias”.

 

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