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27 de Febrero de 2013

El lado b de Zaldívar: La entrañable relación del político con la nana que lo crió

El fallecido político que incluso le dio su nombre a un ala de la DC y se transformó en embajador en Argentina del Gobierno de Piñera, recordó la especial relación que lo unió con la mujer que lo crió tal como a su padre que le mostró el Chile real y que murió en sus brazos.

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El recién fallecido abogado, académico, diplomático y político, Miguel Adolfo Gerardo Zaldívar Larraín, quien a lo largo de su vida fue conocido más bien por su apodo de “el colorín”, transitó a lo largo de más de tres décadas por los -aveces sinuosos- caminos de la política, dando cuenta de un estilo frontal que incluso posibilitó que un ala de la Democracia Cristiana tuviera su nombre, eso hasta que el 2007 el Tribunal Supremo falangista lo expulsó luego de una agria y larga pugna con la presidente de la época, Soledad Alvear.

A la vuelta de unos años, el hermano del ex ministro y senador Andrés y del ex diputado Alberto, y tío de la ministra del Sernam, Carolina Schmidt, casado dos veces (con la actriz Ana María Palma y después con la artista Alicia Larraín) y padre de seis hijos, se transformó en el embajador en Argentina del Gobierno de Sebastián Piñera, recibiendo hoy el reconocimientos transversales por su desempeño. Sin embargo, un elemento que distinguió al séptimo de los ocho hijos de Alberto Zaldívar y Josefina Larraín, fue la entrañable relación que mantuvo con su nana. 

Juana Pardo Vargas marcó a fuego la personalidad de “Adolfito” como ella misma solía llamarlo. En una entrevista que dio en 2005 a Ximena Torres Cautivo, para la revista Fibra, el político relató como está mujer lo crió como un hijo propio.

Zaldívar, quien murió esta madrugada luchando contra en cáncer de páncreas, detalló que sus padres “eran muy mayores y distantes” y que por lo mismo regalonearon poco a este concho. Confesó que le habrían faltado arrumacos de no ser por querida nana que lo crió tal como hizo con su padre. Juana incluso lo llevaba con ella en su días de salida y lo exhibía como un chiche ante sus parientes. Fue en esas visitas en las que el niño Adolfo conoció de cerca los cités y los conventillos de Santiago.

“Escuchando las historias que se contaban en esas casas conocí otra dimensión de Chile. Hasta en ese sentido ella me educó. De niño viví en su pieza, porque mi mamá estaba cansada de cuidar niños y me dejó enteramente en sus manos. Mi nana tenía una gran personalidad. Era entaquillada. ¡Mira la palabra antigua!” relató.

El político agregó que “mi mamá decía que de haber sabido leer y escribir, con su inteligencia, la Juana Pardo habría llegado a ser una gran dirigenta social”.

Adolfo Zaldivar recordaba claramente la muerte de su nana. “Recuerdo perfectamente el 31 de marzo de 1965, cuando la Juana Pardo murió en mis brazos. Hasta hoy, ése es uno de los momentos más duros de mi vida”.

El cariño de Juana por “Adolfito” era único. De hecho, cuando éste terminó el colegio, donde según propia confesión nunca fue un alumno descollante, y entró a estudiar derecho a la Universidad Católica, su nana le compró un Isetta. Esevehículo BMW de culto, conocido como “huevito”.

Al consultársele como una nana financió este gasto, respondió que “no sé si lo pagó entero o sólo dio el pie, pero mi nana me quería como al hijo que no tuvo”.

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