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29 de Septiembre de 2014

Las historias del chileno que develó la arrogancia nacional en el exterior

Arturo Ruiz, autor de la columna "La vergüenza de ser chileno", relata desde su experiencia algunas prácticas de compatriotas en contra de la comunidad latinoamericana.

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Fue una de las columnas más leídas durante las últimas semanas. “La vergüenza de ser chileno“, de Arturo Ruiz, acumuló visitas y comentarios de toda índole gracias a su retrato de chilenos residentes en el extranjero y cuyos discursos hacia otros latinoamericanos estaba “lleno de arrogancia”.

En conversación con El Dínamo, el licenciado en filosofía ahonda en las circunstancias que dieron lugar a su texto, las que vivió mientras desarrollaba un Master of Fine Arts en Escritura Creativa en la American University de Washington DC, Estados Unidos, entre 2010 y 2012. Hoy, Ruiz ve un inquietante paralelo con lo que ocurre en Santiago Centro y los inmigrantes.

– ¿Por qué escribir la columna a dos años de haber retornado a Chile?

Sucede que vivo en el centro, en un edificio donde el 40% de los habitantes somos chilenos y existe una mayoría de inmigrantes tremenda. Yo vivo solo, en un departamento chico, los extranjeros están en espacios iguales que el mío, pero viven muchos. No son para mucha gente, pero como son baratos y ellos trabajan todo el tiempo, viven así.

Para las Fiestas Patrias pusieron una tremenda bandera chilena en el edifico, pero no habían emblemas de ningún otro país. Ahí me cuestioné,  recordando que para el 4 de julio -día de la independencia de EEUU- la gente ponía sus banderas junto con la de Estados Unidos. Yo tenía la bandera de Chile porque, en general, a los eventos que asistía, todos llevaban las banderas de sus países, como para decir que eramos una comunidad. La ley acá permite que hayan banderas de otros países en fiestas patrias, siempre y cuando la chilena quede siempre en un lugar destacado. Aún así, nadie hizo eso.

– Al  menos las personas comentaron que tu columna tenía mucho de cierto 

Sí, fui notando que tenía muchos comentarios -y hasta donde los leí- mucha gente estaba de acuerdo conmigo. Eso no lo esperaba tanto (risas), pero bueno, creo que es la experiencia de muchos chilenos afuera.

“Ser chileno llegó a volverse vergonzoso, pero no porque algún hispano de otra nacionalidad me dijera alguna pesadez. Cuando veía a muchos compatriotas sentía el terror de tener que escuchar alguno de sus improperios”, fueron parte de los comentarios de Arturo Ruiz en su texto, pero destaca que “también conocí chilenos decentes afuera”.

“Pero en general pasaba eso. La idea que tiene el chileno es que el latino en EEUU es el que barre o que lleva las maletas. Pero también hay personas que superan eso, por lo general son segunda generación o que llegaron muy jóvenes y que están a otro nivel. Hay eventos como el Borderline, que es de poesía, y había gente de todos lados, hispanos que ya no hablan español, otros que no hablaban nada de inglés. Había una identidad más bolivariana si se quiere”, relata.

– ¿Cuál era el contexto donde se escuchaban esas ideas de chilenos sobre los otros latinoamericanos? 

Por suerte, muchas de estas cosas pasaron en contextos de sólo chilenos. Lo cual era, de alguna manera, tranquilizador. Pero a veces, otras cosas se decían delante de todo el mundo: eso de tratar a la gente de “tropical”, “bananera”, en forma despectiva. La gente que era estos países no entendía bien al principio; después entendía y miraba con cara de asombro, como diciendo “quién es esta gente que se cree la muerte”, digamos.

– En ese contexto, las anécdotas deben haber sido muchas…

Una de las cosas que más llama la atención allá, es que la derecha es roja y la izquierda es azul. Si te pones una polera roja con la bandera confederada es como decir “soy de extrema derecha”, y si eres de extrema derecha en EEUU, no te gusta la gente hispana, quieres que se vayan, “go home”, a México, porque para ellos fuera de su país todo es México no más. Una vez me preguntaron ‘en qué parte de México quedaba Chile’ (risas). Entonces, si tu eres hispano y te pones una polera con ese emblema, en el fondo te estás poniendo una bandera contra ti mismo. Y eso se lo vi a un chileno que me dijo “es que a mí me gustan los Dukes de Hazzard”… está bien, pero eso tiene un contexto, hay que saber donde uno está y cuál es la naturaleza de los símbolos.

– ¿Recuerdas frases o actitudes discriminatorias en particular de compatriotas? 

Esa típica mirada en menos de decir “es que nosotros no tenemos tanto indio”, o “no tuvimos negros”, siendo que allá hay una conciencia de la vida cultural de las minorías, y del hecho de que si las juntas a todas, el blanco anglosajón es una minoría. Incluso, se piensa que en unos 20 años este país va a ser prácticamente de habla hispana. Entonces era extraño ver toda esta vida cultural latina, de la que yo participé y donde me contaron algunas de las historias que relato. Luego escuché chilenos hablando y supe que era cierto, que ese tipo de cosas pasaban.

– ¿Cuál a tu juicio es el problema del chileno con lo “latino”, tanto en el país como en el extranjero?

Yo creo que hay un prejuicio contra los afro-descendientes, colombianos en especial, de que “vienen a puro traficar”, lo cual no es cierto. El inmigrante que viene a Chile, igual que el que va a EEUU, viene principalmente a trabajar. La gente de color se la lleva un poco más pesada, los blancos no tanto, pero está esa idea de que “quitan el trabajo”, lo que no es cierto. Son gente que trabaja mucho, que tienen 2 o 3 empleos a veces. Y lo hacen por bajos sueldos, de los que mandan la mitad para su país de origen. No sé como lo hacen. Pero es gente super esforzada, que no es problemática, como se dice. Además, un extranjero no puede ser problemático porque lo deportan. En EEUU te deportan por tener muchas infracciones de tránsito; acá no es tan así, pero cualquier gallo que se meta en un “tete”, arriesga ser deportado y no poder entrar nunca más.

– ¿Te avergüenza ser chileno?

Los extranjeros que vienen a Chile valoran estar acá, lo hacen más que nada para trabajar y poder reunir dinero para sus familias. Pero veo una suerte de complejo de superioridad chileno que no entiendo bien a qué obedece, porque no creo que seamos mejores que otros. Tampoco peores. Sobre el título de la columna, no es que a me de vergüenza siempre ser chileno. No me averguezo ni tampoco me siento orgulloso, porque uno se siente orgulloso de sus logros… ser chileno es un accidente, no un logro. Una responsabilidad tal vez, pero no un orgullo.

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