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7 de Enero de 2019

“Es un simple adolescente”: Carlos Peña analiza a Gabriel Boric y la polémica por la polera con imagen de Jaime Guzmán

El rector argumenta que lo que "resulta incómodo en esa escena del diputado Boric no es el contenido ideológico de la escena, sino su total falta de contenido, la tonta vacuidad insultante de ese gesto".

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Política adolescente“. Así se titula la última columna publicada por Carlos Peña en El Mercurio, donde el rector de la Universidad Diego Portales analizó la polémica de la semana respecto a un antiguo video donde el diputado Gabriel Boric (MA) aparece celebrando una polera con la imagen de Jaime Guzmán con balas en la cabeza.

“A menudo se suele creer que lo más importante es lo que las personas piensan o reflexivamente dicen. Presos del prejuicio acerca de la racionalidad de los seres humanos, se cree que su discurso refleja lo que son, la verdadera índole de lo que los constituye. Pero ocurre que el discurso, las palabras pasadas por el cedazo de la razón son imitables, se ensayan frente al espejo, se premeditan y luego se dicen”, explica el académico.

Peña afirma que “no es que el discurso de las personas o del diputado Boric sea insincero. Es verídico y honesto. Lo que ocurre es que incluso cuando son verídicas las palabras no dicen exactamente lo que el dicente es, su identidad más profunda”. “Basta una falta de control -una cámara, el deseo de agradar- y lo que cada uno es asoma”, agrega.

“El sujeto que enarbola la camiseta y la celebra sin el menor espíritu crítico (con el obvio ánimo de satisfacer al anfitrión del programa y a lo que él en ese momento supuso era la audiencia) no es un diputado reflexivo: es un simple adolescente que emite palabras al uso (¡Bueeena! ¡Aguante!); que se esmera en hacer lo que la audiencia espera, y que cree que la audacia, el ánimo disruptivo y crítico, se muestra en actitudes como esa, celebratorias incluso de una injuria a una víctima”, insiste el rector.

En esa línea, Carlos Peña argumenta que lo que “resulta incómodo en esa escena del diputado Boric no es el contenido ideológico de la escena (puesto que nadie duda que Boric rechaza el asesinato), sino su total falta de contenido, la tonta vacuidad insultante de ese gesto” de una “pandilla desordenada y superficial, en medio del fervor de una protesta, como parte de los saltos tribales que a veces practican los seres humanos”.

Si bien reconoce las disculpas de Boric, afirma que “creer que las excusas son lo que importa y no la conducta que pretenden borrar, es un prejuicio religioso. Es en el confesionario donde se cree que las explicaciones y la contrición son más importantes que la conducta. Pero la política y la escena pública no son un confesionario“.

“Su gesto provocó rechazo porque mostró por un momento, y en el breve lapso de una imagen, a un simple adolescente, a un ser humano que aún vive en medio de esa moratoria que antecede a la adultez, ese que permite conductas como las que mostró esa escena”, dice y agrega que “un adolescente: alguien que hipnotizado por sí mismo, no mira a los demás. Solo hace lo necesario, así sea algo estúpido, para que los demás lo miren”.

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