
Cerrar la brecha de acceso a la salud que enfrentan millones de mujeres en el país: ese es el desafío y oportunidad ineludible para Chile que presenta un nuevo estudio elaborado por el McKinsey Health Institute, en colaboración con la Achs.
Según el informe, las mujeres chilenas pasan un 28% más de tiempo en mala salud en comparación con los hombres. Este desfase se explica por condiciones que las afectan exclusivamente —como la endometriosis o la menopausia— y otras que, sin ser exclusivas, las impactan desproporcionadamente, como la depresión o las enfermedades cardiovasculares. Esta realidad no solo afecta su calidad de vida, sino que también limita su participación plena en el mercado laboral.
“Cuando hablamos de brecha de salud, no solo hablamos de acceso a un sistema, sino de barreras invisibles que impiden a millones de mujeres tener una vida plena. Esas barreras son también una traba para el desarrollo del país. Invertir en la salud de las mujeres no es solo una deuda histórica, es una decisión estratégica que puede transformar nuestro país, porque el bienestar además de ser un valor social es un motor económico”, comenta Paulina Calfucoy, gerenta de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad Achs.
El impacto económico es tan evidente como preocupante. El estudio estima que, de abordarse esta brecha de manera integral, el país podría incrementar su PIB anual en más de 4.500 millones de dólares hacia el año 2040. La razón es clara: casi dos tercios del déficit en salud femenina ocurre durante sus años laborales, afectando su productividad, permanencia en el empleo y bienestar general. Invertir en salud de las mujeres, por tanto, no es solo una cuestión de equidad, sino una decisión con retorno económico claro.
Áreas exclusivas
El informe identifica nueve condiciones que representan más de un tercio de la brecha en salud femenina. Entre ellas destacan el cáncer de mama, el cáncer cervical, la enfermedad cardíaca isquémica, y afecciones como la endometriosis, la menopausia y los trastornos mentales. Sin embargo, menos del 10% de las guías clínicas utilizadas en Chile cumplen con estándares internacionales que consideren la perspectiva de género. A esto se suma una baja inversión en investigación de enfermedades que afectan exclusiva o mayoritariamente a las mujeres, lo que revela un desfase preocupante entre la evidencia disponible y la realidad que viven millones de personas en el país.
El estudio propone una estrategia multidimensional para avanzar en esta agenda: Aumentar el financiamiento para programas de salud específicos, asegurar la representación femenina en la toma de decisiones sanitarias, actualizar las guías clínicas con enfoque de género y garantizar una atención equitativa, especialmente en zonas rurales o históricamente postergadas, son algunas de las claves. Asimismo, se enfatiza la necesidad urgente de profundizar la investigación científica en torno a las condiciones que afectan de manera diferenciada a las mujeres y cómo tratarlas con mayor efectividad.
“Para transformar el sistema de salud, primero debemos entender que está diseñado sobre un estándar masculino. Esa mirada debe cambiar. Necesitamos una salud que comprenda las particularidades biológicas, sociales y económicas de las mujeres”, comenta Rodrigo de la Calle, gerente División Desarrollo de Producto y Estrategia Digital Achs. “Hoy tenemos los datos, las herramientas y la convicción para rediseñar un sistema de salud que realmente se adapte a las necesidades de las mujeres. Esta es una oportunidad para innovar con propósito”, añadió.
En línea con su propósito de hacer de Chile el país que mejor cuida a sus trabajadores y sus familias, la Achs ha asumido esta causa como parte central de su trabajo. El enfoque, explican, es actuar en base a evidencia, pero sobre todo con una visión de impacto. La institución lleva años monitoreando las condiciones de salud mental y física de las y los trabajadores del país, y ha identificado en las mujeres una prevalencia mayor de sintomatología depresiva, junto con una baja tasa de diagnóstico y tratamiento oportuno.
Estos datos son parte del Termómetro de la Salud Mental Achs-UC, y han sido clave para diseñar programas preventivos, capacitaciones y apoyo psicológico dirigidos a los distintos sectores productivos. A ello se suman nuevas alianzas, investigaciones y la implementación de políticas públicas que se espera puedan surgir a partir del actual diagnóstico.
“Las brechas en salud no se resuelven solo en un box clínico. Se abordan con prevención, investigación, con inversión, voluntad y con una visión país. Hoy estamos ante una oportunidad única de avanzar en equidad y desarrollo, y desde la Achs estamos convencidos de que este es el camino correcto”, concluye Calfucoy.