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Bettina Horst: “Todavía se cree que el centro es un buen marketing… y a estas alturas no lo es”

La economista y directora ejecutiva del instituto Libertad y Desarrollo, que asegura que nunca han recibido financiamiento de partidos políticos, está convencida de que ha llegado el momento de tomar medidas políticamente impopulares. Para ella, es la hora de aplicar recetas drásticas si queremos salir del estancamiento. “Hay que dejar de caminar sobre huevos. Si nos vamos a quedar con una agenda como del pasado, que en el fondo solo hace lo que suena bien, no vamos a salir de donde estamos”.

Bettina Horst dice que escuchó hablar de Libertad y Desarrollo por primera vez a los 18 años. A su casa comenzó a llegar una nueva revista, publicada por un centro de estudios recién fundado tras el retorno a la democracia en 1990. “Dije, esto es lo que me gusta. Venía decidida a estudiar economía para poder dedicarme a lo público, pero a la política pública, como la que se leía en estos documentos”, dice a 35 años de ese momento.

Pero su aterrizaje demoró. Primero pasó por el Banco Central (donde trabajó con Nicolás Eyzaguirre), realizó una pasantía en Estados Unidos y cursó un magister. En el país pasó la década de alto crecimiento, un superciclo del cobre y los gobiernos de la Concertación. En 2002, Horst llegó a la clásica casa gris de Alcántara. Desde ahí ha observado cinco carreras presidenciales y el triunfo en dos para la derecha. Una derecha que por primera vez llegará -si no cambian las cosas- con tres candidatos a la papeleta presidencial. “Hay personas de Libertad y Desarrollo en las campañas de José Antonio Kast y Evelyn Matthei. No llegamos ni más allá, ni más acá”, dice, marcando una distancia simbólica en el aire, con las manos. Estamos en uno de los salones de reunión del centro de estudios donde también trabajan los colaboradores de ambos candidatos. ¿Y Johannes Kaiser? “Ha habido una relación natural y permanente en el tiempo con Evelyn Matthei y José Antonio Kast, pero no con el mundo de Kaiser. No hemos tenido mayor contacto con su candidatura”, dice a modo de explicación.

-¿Libertad y Desarrollo va con el corazón dividido en esta elección?

-No vamos con el corazón dividido, porque vamos con la convicción de que es muy importante que en el próximo Gobierno, sea el que sea, se llegue con las ideas que permitan reconstruir y recuperar la capacidad de progreso del país. Está súper, súper perdida y no se han debilitado por una reforma o por un Gobierno, sino que ha sido algo que ha sucedido en el tiempo. Si tú miras los indicadores de organismos internacionales o centros de estudio, la verdad es que en todo hemos retrocedido. En libertad económica, en el índice de competitividad tributaria, en el índice de atractivo minero.

-En algunos hemos avanzado, en materia crediticia mejoró la perspectiva de la nota de Chile.

-Eso es un signo de mejora, sí, pero es un análisis más de mes a mes. Nosotros estamos preocupados de la película larga. La verdad es que la foto fiscal, que es el principal aspecto que debía ser analizado respecto a la nota de Chile, es preocupante. Más que centrarnos en el día a día, tenemos que pensar en las propuestas de largo plazo.

-Pensando en el largo plazo, convocaron a un grupo transversal de economistas para plantear políticas para recuperar el crecimiento y le pusieron el nombre de El Puente.

-Nosotros apoyamos en la gestión, pero en ningún caso es un producto de Libertad de Desarrollo. Rolf Lüders partió con la idea y empezó a llamar gente. En la etapa muy inicial, él nos planteó esta inquietud y le entregamos las facilidades… pero no queremos que sea un proyecto de Libertad de Desarrollo, queremos que sea un proyecto más bien sin marcas, más bien de personas. La gracia que tiene este documento no es que junte miradas, no es que ponga votos de minoría, matices, sino que todos estamos de acuerdo en todo lo que está en este documento. Quizá en algunas cosas a algunos les gustaría avanzar más, pero esto por lo menos ya es una base en la cual todos estamos de acuerdo.

-Es un proyecto que busca generar lazos, unir visiones. ¿Cómo se construye este puente en una elección donde los extremos parecen estar tomando más fuerza?

-Yo creo que hoy el punto no es si son miradas irreconciliables, sino quién ofrece las soluciones que el país necesita. Entonces hay toda una discusión de quiénes son más pro-acuerdo y quiénes son menos pro-acuerdo. Pero la discusión tiene que estar en la solución, porque los temas que realmente le importan a la sociedad tienen que tener mensajes claros. El Puente busca generar esa base común en un encuadre con ciertos principios de democracia, el rol del Estado en ciertas áreas específicas, focalización del gasto social y preocupación por la disciplina fiscal. Hoy, probablemente, hay ciertos sectores que son contrarios a esta mirada, entonces la idea es generar una base más transversal.

-¿Una mirada de centro?

-¿Qué es el centro hoy? Por muchas décadas tuvimos derecha, izquierda, pero el centro está bastante más desfigurado.

-¿No hay peligros ahí de liderazgos personalizados con los riesgos que acarrea de populismo?

-Parte de la deconstrucción de las bases del desarrollo de las últimas décadas ha sido justamente por la falta de liderazgo. Es mucho más fácil encontrar puntos en común cuando cada uno representa lo que opina. Y ahí uno ve qué es importante para ti, qué es importante para mí, y eso se acoge. Versus empezar a arrastrarse a uno u otro sector a una posición que al final nunca defendiste de manera inicial. Esto ya es un tema viejo, pero fue cómo funcionamos en la Comisión Experta, de la que fui parte, en el segundo intento de Constitución. La discusión era mira, esto es lo que diría yo, qué es lo que crees tú, veamos cuál es el punto de acuerdo. Eso es distinto a buscar el centro. Además, creo que está muy mal usada la palabra centro. Hoy día todavía se cree que es un buen marketing, y a esta altura no es un buen marketing.

-Sobre esa mirada, llama atención que se pudo llegar a un acuerdo en materia tributaria, lo que no se logró nunca en el terreno político. La propuesta de El Puente es recortar impuestos al 23,8%, el promedio OCDE.

-Al menos al 23,8%, es importante ese detalle

-Llegaron a ese 24% eliminando algunas exenciones, reduciendo el gasto público, mejorando las eficiencias, pero subiendo el impuesto a las personas. ¿Estás de acuerdo en particular con eso de subir el impuesto a las personas?

-Sí, estoy de acuerdo con lo que dice el documento: es una forma de compensación. Me gusta ser una economista porque acá hay que ver qué pasa en las otras economías de la OCDE. El impuesto a las empresas es súper alto. ¿No es cierto? Estamos muy por sobre el promedio. En cambio el impuesto a las personas es muy bajo. ¿Y por qué? Porque el porcentaje de personas que deben pagar impuesto a la renta es muy bajo (27,5% al 2024). Y eso es porque tenemos un tramo exento que se va indexando con la inflación y una economía que está estancada, sueldos que no crecen mayormente, es muy marginal la gente que empieza a pagar impuestos. Ese es un tema del que hay que hacerse cargo. ¿Es políticamente impopular? Sí. Pero hoy día estamos en una posición de estancamiento, en la que tenemos que empezar a hacer cosas que no suenan bien. Llevamos años caminando sobre huevos, haciendo reformas que generen menos rechazo de ciertos grupos, pero es el momento en el que tenemos que dejar de hacerlo. Hay que empezar a hacer políticas públicas que en el corto plazo tienen un costo, pero que hay que implementar para salir del estancamiento.

-¿Qué han dicho los candidatos sobre esto?

-No he repasado cada una de las medidas con cada uno de los candidatos, pero diría que si nos vamos a quedar con una agenda como del pasado, que en el fondo solo hace lo que suena bien, no vamos a salir de donde estamos.

-¿Ser políticamente incorrectos?

-Siempre he tenido un perfil más técnico, pero hay que entender que para que las políticas públicas se adopten deben pasar por el Congreso, por lo cual es relevante la política. Un buen político tiene que entender la importancia de la técnica y un buen técnico tiene que entender la importancia de la política. Entonces, más que hablar de políticamente incorrectos, hay que ver qué otras formas hay que implementar. Cuando hablamos de que más personas empiecen a pagar impuestos, eso va de la mano con una reforma de la política social que es un impuesto negativo al trabajo. Más bien avanzar, vía estructura tributaria, en también devolverle a aquellos sectores formales que reciben menos ingresos. Y hay un tema también con la educación. Se han hecho muchas reformas en las últimas décadas, pero me atrevería a decir que no han tenido la capacidad de ser un mecanismo de movilidad social.

-No hay una bala de plata para poder volver a crecer, pero sí hay un tema de prioridades. ¿Cuál debería ser el énfasis del próximo Gobierno?

-Bajar el impuesto a las empresas es esencial. Pero esa baja tiene que ser creíble y para que sea creíble, tiene que tener sentido desde el punto de vista fiscal. Es decir, tiene que ser acompañada con una agenda de reasignación de gastos, con la capacidad de realizar cambios en aquellas exenciones que se requieren. No es cambiar solamente el numerito en la ley del impuesto a la renta, sino una agenda integral. Aunque te haces más competitivo al bajar el impuesto corporativo, si tú sigues teniendo un estado lento para efectos de permitir inversiones, tampoco te sirve. Son sucesivas y distintas las reformas que hay que hacer. El proyecto que se aprobó ahora de permisología es un paso en la dirección correcta, pero es insuficiente. Hay que incorporar más elementos, la reforma al Consejo de Monumentos Nacionales, del Servicio de Evaluación Ambiental, más cosas. Lo más importante es tener una agenda clara y nítida.

-¿Por qué es tan importante?

-Al final del día, no hay país que produzca empleos sin crecimiento. Es condición necesaria, aunque no suficiente. Porque, lo hemos visto en los últimos años, si bien crecimos poco, 2%, igual la generación de empleos está por debajo de eso. Entonces, el esfuerzo debe ser doble. Y para que se produzca una mejor creación de empleos, se debe mejorar la educación y flexibilizar el mercado laboral. Eso no significa desproteger al trabajador. Por ejemplo, en El Puente tenemos una propuesta de eliminar la indemnización por año de servicio y robustecer el seguro de cesantía para que al final del día sea una indemnización a todo evento. Eso es otro problema que hoy en día también tenemos. Yo entiendo que la vida es mucho más que la economía, pero un buen empleo te hace la diferencia entre llegar o no llegar al fin de mes, que tu hijo encuentre un buen trabajo, que después de la universidad logre emplearse.

-Sobre ese tema, el desempleo femenino superó por primera vez el 10%, mientras que a nivel general estamos en el 8,9% en el trimestre marzo-mayo. ¿Se tiene que abordar el mercado me laboral con una perspectiva de género?

-Más allá de una perspectiva de género, hay que ver cuáles son los sectores más rezagados. Hoy los jóvenes tienen una tasa de desempleo mucho más alta que el promedio y probablemente van a requerir políticas públicas distintas a las que se requieren para las mujeres. El desempleo de los jóvenes entre 20 y 25 años está sobre el 20%. A mí me preocupa cuando escucho a autoridades económicas que dicen que tenemos un problema estructural, algo así como “acostumbrémonos a lo que estamos viendo”. Eso es casi inmoral, porque es consecuencia de políticas públicas mal hechas. Muchas suenan bien, pero en la práctica terminan afectando negativamente a los sectores que quieren ayudar.

-¿Por ejemplo?

-El salario mínimo. Eso afectó más a los jóvenes, que son los que acceden a un piso de salario. No nos sirve de nada tener un salario mínimo de $600 mil, si la realidad es que muchos van a estar sin trabajo.

-¿Cómo se unen esas miradas en épocas electorales?

-He mirado lo que han dicho Kast y Matthei, porque los otros todavía están armándose. Siento que es irreconciliable con la mirada que tiene desde el comunismo la candidata Jara. Por un lado, hay un sector que en su ADN tiene el tema del crecimiento y del orden y del combate a la delincuencia y el otro sector no lo tiene, aunque hoy de alguna forma se subió al discurso porque es popular y es lo que demanda la ciudadanía.

-Libertad y Desarrollo es conocido por elaborar documentos técnicos, ¿pero cómo se puede permanecer en lo técnico en tiempos electorales, conociendo también el domicilio político que tienen?

-Si Libertad y Desarrollo no tuviese incidencia en la política, no tendría razón de ser. No somos un centro de estudio para compartir techo y para desarrollar papers que después nadie lee, sino que el rol nuestro es incidir en la discusión de política pública, desde el seminario hasta la prensa, pero también en el Congreso. Nosotros permanentemente tenemos un trabajo cercano con las distintas bancadas, pero con plena independencia de cualquier partido político. Nunca hemos recibido un peso de financiamiento de ningún partido ni ningún gobierno.

-Pero si hay afinidades claras.

-Nosotros tenemos la línea editorial clara. Obviamente tenemos apoyo de quienes coinciden con nuestra línea editorial, pero también hay personas que no necesariamente coinciden, pero nos consideran serios. Tenemos un rol de independencia respecto de los grupos políticos, de los partidos políticos, de los gobiernos de turno y esto es la clave. No digo que los que hayan recibido financiamiento estatal o de los partidos sean mejores o peores, pero son roles distintos. Nosotros tratamos de instalar una mirada más allá de un ciclo electoral.

-Sobre ese ciclo, acabas de cumplir cuatro años como directora ejecutiva, un cargo que han ocupado personalidades como Marcela Cubillos y Cristián Larroulet, que han sido muy activos en otros gobiernos. ¿Te ves en esa vereda?

-A ver, espero que el próximo Gobierno represente más la idea de lo que creo que necesita el país. Es importante que a ese sector le vaya bien. El país necesita un buen gobierno y para que eso sea así, hay más de un lugar para poder aportar y eso puede ser en Libertad y Desarrollo o puede ser en el gobierno.

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