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Max Colodro: “Hoy ya no estamos en la desesperanza, estamos en el miedo”

Para el sociólogo, académico y analista político, el estallido dejó huellas tan profundas que se ven incluso en este proceso electoral. Una carrera en la que, según él, el resultado ya está claro.

La siguiente conversación con Max Colodro sucedió dos veces. Con un par de semanas de diferencia y no de manera idéntica. Si somos poéticos, fue una especie de déjà vu a causa de una falla en la grabación (culpa de esta periodista), que obligó a repetir todo. Lo curioso es que, entre ambas notas, pareciera que nada hubiese pasado, al menos en el plano político local. El sociólogo, analista y académico de la UAI repite una y otra vez que el proceso electoral de noviembre ya está consolidado. Para él, la suerte está echada.

-¿Cómo interpretas lo que está sucediendo en la carrera presidencial?
-Veo muy consolidado el hecho de que Matthei no alcance finalmente a poner en riesgo que sean Jeannette Jara y José Antonio Kast los que pasen la segunda vuelta. Y creo que de alguna manera hay un sector importante de la opinión pública, incluso del actual oficialismo, que ya empezó a internalizar la mayor probabilidad de que sea José Antonio Kast el próximo Presidente de Chile. Por lo tanto, de alguna manera, creo que los actores empiezan ya a posicionarse en la lógica de lo que pueden representar. De hecho, Kaiser lo ha hecho tan bien en sus apariciones en televisión, que eventualmente puede poner en riesgo la posibilidad de que Matthei llegue tercera. La incertidumbre que queda por despejar es si los debates van a tener algún efecto, si van a mover la aguja, como se dice.

-Nunca antes habíamos tenido tantos debates como en este proceso.
-Los debates pueden ser la última instancia para ver si los desafiantes, en este caso Matthei, Kaiser y Parisi, tienen todavía algo que decir y pueden hacer algo que provoque alguna sorpresa y algún movimiento sustantivo. Pero si tú me preguntas, sinceramente lo veo poco probable.

-Las carreras presidenciales ponen en relieve muchas veces los temas de conversación del país. ¿Qué te ha llamado la atención a ti?
-Creo que el país tiene muy puesta la atención y la preocupación en el clivaje seguridad-orden público y en la cesantía y recuperación económica, por lo tanto, el tipo de relatos que hicieron mucha fuerza en la elección presidencial del 2021 y que de alguna manera fueron una de las razones que explica el que Kast no haya podido ganar la elección, ya no están. Dado el cambio de contexto y de estado de ánimo, pasamos de un estado de esperanza en el estallido a un estado más bien de desesperanza. Pero hoy ya no estamos en la desesperanza, estamos en el miedo, en la inseguridad, y ese es el clivaje que está dominando la elección.

-¿En qué momento surge ese miedo en la sociedad chilena?
-Creo que hay un antes y un después relacionado con lo que fue la violencia política del estallido y con lo que fue la pérdida de control del orden público, el repliegue del Estado en muchas zonas, en muchos territorios. Finalmente, ese repliegue, o esa incapacidad del Estado para controlar y para imponer el orden público, significó un avance del crimen organizado y de los narcos en el país. Hay un sector de la opinión pública, y sobre todo en las zonas más vulnerables, donde la gente que lo está pasando peor con el narcotráfico en sus poblaciones, al final, terminó haciendo una conexión entre lo que fue la violencia política y el deterioro del orden público que vivió Chile en los últimos años. En mi opinión personal, hay una conexión, obviamente.

-¿Hay una relación entre el estallido y el crimen organizado?
-O sea, lo que ha pasado en términos de crimen organizado, de violencia, de ajustes de cuentas, de control territorial de los narcos, es algo que no se explica únicamente por la violencia política del estallido, pero sí tiene una conexión con el contexto de anomia, como diría Carlos Peña, que se instaló en Chile a partir del 18 de octubre.

-Sobre ese tema, ¿ves una mayor probabilidad de un nuevo estallido en un determinado gobierno versus otro?
-Ha quedado gráficamente claro que cuando gobierna la izquierda, como ha ocurrido en estos cuatro años, los problemas sociales, las injusticias, las inequidades, los abusos de la sociedad chilena -que son reales y son muchos-, no se instrumentalizan. No generan los grados de violencia y de movilización social que se generan en los gobiernos de derecha, como ocurrió en el primer gobierno de Sebastián Piñera con el movimiento estudiantil, y sobre todo como ocurrió en el segundo gobierno de Sebastián Piñera con el estallido social.

-¿Qué lecciones se pueden sacar de esa situación?
-Creo que lo que ha ocurrido en este gobierno ha sido muy pedagógico desde ese punto de vista. Me imagino que para un sector importante de la sociedad chilena, incluyendo las fuerzas políticas de oposición, debiera haber un aprendizaje. Pero también creo que va a haber un sector de la izquierda más radical que probablemente en un gobierno de derecha se vuelva más dura. De todos modos, entre un discípulo de Jaime Guzmán y la hija de un ex comandante en jefe de la Junta Militar, la verdad es que para la izquierda no hay mucha diferencia. Igual creo que hoy día, en la sociedad chilena, hay un sector muy importante que ve con mucha mayor distancia y temor el volver a participar y a volver a entusiasmarse con una lógica similar a la que hubo durante el estallido. Creo, como te decía, que esta conexión que en alguna parte el inconsciente colectivo se hizo entre violencia política y deterioro del orden público, ha golpeado muy fuerte. Está muy presente sobre todo en los sectores más vulnerables.

-¿Hay menos riesgo entonces de otro estallido?
-Si sectores políticos intentaran rehacer algo similar a lo que fue el estallido social, a generar esas condiciones, veo a la sociedad chilena mayoritariamente más distante y menos entusiasta con esa posibilidad.

-Has mencionado el tema del miedo como el sentimiento predominante. ¿Cómo se entiende entonces que en las últimas semanas la gran conversación en materia económica es el recorte del gasto público? ¿Es una discusión que está solamente en la elite?
-En las sociedades contemporáneas en general, existe el imperativo de satisfacer demandas sociales y por lo tanto la tendencia y la tentación de los estados de gastar más de lo que tienen. El gran problema de los países desarrollados, incluyendo Estados Unidos, es la deuda pública, el déficit fiscal. Creo que en ese sentido no es muy distinto lo que lleva ocurriendo ya prácticamente hace una década en Chile. Una situación de déficit estructural que cuesta mucho contener. Todos los especialistas de todos los sectores coinciden en que en Chile se requieren recortes y se requiere hacer un esfuerzo mayor en términos de la reducción del déficit. Hay un desafío político muy complejo en eso respecto de que la sociedad chilena en tienda que no se va a poder seguir financiando gasto público y demandas o prestaciones sociales con la lógica con la que se venía haciendo desde hace por lo menos el inicio del segundo gobierno de Michelle Bachelet.

“La imagen del pueblo judío ha quedado muy dañada con esta guerra”

Max Colodro ha observado con angustia los hechos en Medio Oriente. Como judío reconoce un sentimiento de tristeza.

“Angustia que uno comparte con la familia, con los amigos que son judíos, pero también con los amigos que son integrantes de la comunidad palestina. Hemos tratado de no tocar esos temas en los momentos más álgidos del conflicto porque efectivamente las emociones hacen difícil poder racionalizar lo que ha ocurrido en esa zona”, cuenta.

-¿Cómo estás viviendo ahora el conflicto?
-Estoy más esperanzado, sin duda. O sea, creo que el haber conseguido una tregua y el inicio al menos de un proceso, no me atrevería a decir de paz, pero al menos de un proceso de pacificación, va a ser gradual, lento, va a tener desafíos y dificultades enormes en el camino, pero sin duda que es una pequeña luz de esperanza frente a una guerra que ha sido horrorosa desde todo punto de vista. Una guerra, a mi juicio, que ha tenido costos brutales para ambas partes y sobre todo para la sociedad civil palestina que vive en Gaza. Creo que hay una luz de esperanza, creo que hay una realidad político, militar, geopolítica que se ha consolidado y que es innegable a partir de esta tregua. Hay una derrota estratégica muy profunda de lo que representaba el eje iraní, el fundamentalismo shiita, la conexión de Irán con Hamas, con Hezbollah, con lo que representó en su momento el régimen de Assad en Siria, con los Houthis en la parte sur del Yemen. Ese sector, ese eje, hoy día está militarmente derrotado. Lo que se empieza a construir ahora es una nueva oportunidad de paz y de reconstrucción de Gaza en particular, pero en función de una alianza donde Estados Unidos va a jugar un rol muy importante.

-¿Cómo has vivido el conflicto siendo judío?
-He hecho un gran esfuerzo por tratar de que los vínculos en Chile, entre amistad que existen todavía y que han existido históricamente entre judíos y palestinos, puedan mantenerse en este contexto. Ha habido un acuerdo tácito de no tocar públicamente estos temas. He visto en estos días una relativa esperanza compartida de que lo que está ocurriendo en Medio Oriente pueda ser un punto de inflexión. Lo veo con escepticismo todavía, obviamente. Creo que va a ser muy difícil la reconstrucción, no solo de Gaza, desde el punto de vista material y humano.

-¿Se puede?
-Hay una pérdida brutal, desgarradora, de vidas. Pero también va a ser muy difícil la reconstrucción de los vínculos, de la posibilidad de coexistencia entre el Estado de Israel y un eventual Estado palestino. Creo que ese es un desafío político gigantesco que va a requerir de mucha generosidad y de mucho esfuerzo de todas las partes.

-¿Y la imagen del pueblo judío fuera de Israel?
-Ha quedado muy dañada producto de esta guerra, producto de lo que ha sido la respuesta militar de Israel a lo que fue el ataque del 7 de octubre. Y creo que el pueblo judío va a tener también que hacer esfuerzos por reconstruir su propia imagen frente a sí mismo y frente a los demás, buscando explicaciones, buscando resolver las tensiones y los desacuerdos políticos que son muy profundos. Israel está quebrado también por una grieta política muy aguda como ocurre en la mayoría de los países y en las democracias occidentales. Y, por lo tanto, los israelíes también tienen internamente un desafío de reconstrucción nacional y de recomposición muy grande.

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