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Claudio Alvarado, director del IES: “Llegó la hora en que Matthei debe demostrar su temple y si está hecha para grandes cosas”

El director ejecutivo del IES analiza el momento crítico de la candidatura de Evelyn Matthei y la consolidación de José Antonio Kast como líder de la oposición.

“No hay que pretender tapar el sol con un dedo: la última encuesta Cadem ciertamente transmite una sensación de desplome en su candidatura”, dice Claudio Alvarado sobre el momento que atraviesa Evelyn Matthei. 

El director ejecutivo del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES) y profesor de Derecho Constitucional advierte que la candidata de Chile Vamos enfrenta “días decisivos” y que su futuro inmediato “no admite nuevos errores no forzados”.

En ese sentido, el también columnista alerta que “es un hecho que los candidatos al Parlamento comenzarán a inquietarse si su candidata con la cual deben sacarse la foto no logra sobreponerse a estas semanas críticas”.

De todas formas, pese al delicado momento de la candidata, Alvarado plantea que “toda crisis es una oportunidad y este caso no es la excepción. Llegó la hora en que Matthei debe demostrar su temple y si está hecha para grandes cosas”.

—¿Tiene algún límite la caída de Matthei en las encuestas o puede continuar el desplome de su apoyo?

No hay que pretender tapar el sol con un dedo: la última encuesta Cadem ciertamente transmite una sensación de desplome en su candidatura. Antes de esos números era plausible suponer que Evelyn Matthei dejaría de bajar, por dos motivos. Primero, porque tuvo un mal desempeño durante el primer semestre y en la medida en que empezara a hacer mejor las cosas, ello podría reflejarse tanto en el despliegue de la campaña como en las ideas que logra instalar en el discurso público. Y, segundo, porque a priori existe un amplio espacio entre Jeannette Jara y José Antonio Kast: hay votos disponibles para Matthei.

Pero la condición para que todo esto ocurriera es que el desempeño de la propia candidata y la estrategia de campaña mejoraran de forma ostensible. Y a todo eso ahora se añade la imperiosa necesidad de revertir en poco tiempo un ambiente de desfonde que ya vivió la centroderecha en su minuto con la candidatura de Sebastián Sichel. Nada está zanjado y siempre hay margen de acción en las campañas, pero es claro que vienen días decisivos para la campaña de Matthei y que su futuro inmediato no admite nuevos errores no forzados.

—¿Cuáles son esos errores no forzados?

—Son varios los episodios: ella misma reconocía que fue un error nombrar 11 voceros, por ejemplo. También cabe mencionar la errática actitud respecto a si tener o no primarias, las salidas de libreto de la propia candidata, sus dichos respecto a los días y años posteriores al quiebre de la democracia, con los que corría el riesgo de espantar al mismo electorado de centro que quiere convocar, o quitarle el micrófono a su jefe de campaña para lanzarse a una disputa con la vocera de gobierno.

Fueron varios episodios de esa índole los que revelaron falta de diseño, errores no forzados, improvisaciones inoportunas. El trasfondo de todo esto es que su candidatura aún no logra proyectar un horizonte, un sueño, un norte al cual dirigirse, que se traduzca en dos o tres ejes claros de campaña, dos o tres prioridades inequívocas que permitan ordenar su despliegue y tener muy claro a quién está hablando y qué se quiere proponer.

—¿Qué efectos inmediatos podría desencadenar que Matthei siga bajando?

—Eso confirmaría una sensación de crisis y de progresiva irreversibilidad del cuadro actual, lo cual bajaría aún más la moral de las tropas de centroderecha. Ahora bien, al no tratarse de una candidatura externa como la de Sichel, por decirlo así, sino de una candidata de larga trayectoria primero en RN y después en la UDI, es difícil imaginar que le ocurra lo que sucedió con el actual alcalde de Ñuñoa. No obstante, es un hecho que los candidatos al parlamento comenzarán a inquietarse si su candidata con la cual deben sacarse la foto no logra sobreponerse a estas semanas críticas.

Al mismo tiempo, también es verdad que toda crisis es una oportunidad y este caso no es la excepción. Llegó la hora en que Matthei debe demostrar su temple y si está hecha para grandes cosas. Aunque intentar dar vuelta un partido difícil siempre permite insuflar épica a las huestes propias.

—El jefe de campaña, Diego Paulsen, advirtió que el adversario electoral en primera vuelta es Kast. ¿Es una lectura acertada?

—Ciertamente Matthei y Kast disputan, junto a otros candidatos, los votos de aquella amplia porción del electorado que rechaza la gestión del gobierno actual. Sin embargo, decirlo así supone una estrategia errada, en la medida en que el votante de derecha históricamente anhela la unidad de su sector. Paulsen con esa cuña le regaló al mundo republicano una oportunidad privilegiada para mostrar que mientras Kast insiste en que el adversario está al frente y no al lado, la candidatura de Chile Vamos no lo tiene tan claro.

—Ante la baja en las encuestas en Chile Vamos dicen que el cambio en el rumbo de la campaña debería reflejar una mejoría en la campaña. ¿Ves ese cambio en la estrategia de campaña?

—Ciertamente se ha intentado rectificar y corregir el rumbo con la decisión, por ejemplo, de no continuar con los 11 voceros. Pero, a riesgo de ser majaderos, lo que todavía no logro observar es el horizonte, el norte, el sueño país que quiere transmitir la candidatura de Matthei; una estrategia que se traduzca en dos o tres ejes que combinen la dimensión narrativa o discursiva con los aspectos programáticos, y que permita dejar muy claro qué quiere encarnar la candidatura de Chile Vamos.

—Algo diferente a lo que se ve en la campaña de Kast…

—Si uno mira a José Antonio Kast, con independencia de las críticas que uno tenga respecto a su proyecto, hay un diseño, hay un guión, hay ejes claros que se traducen en prioridades del tipo de gobierno que plantea. Si uno mira hacia atrás, a la segunda candidatura de Michelle Bachelet, previo a su vuelta a La Moneda, tenía un diagnóstico que se traducía en grandes reformas, había prioridades, había propuestas. Uno puede ser muy crítico respecto a ese proyecto y a esas propuestas, yo de hecho lo era, pero el punto es que había un diseño ahí. Pero, ¿cuál es el diseño hoy en el caso de Matthei?, ¿cuál es el norte? Eso la campaña aún no logra transmitirlo.

—¿Cuando se lance el programa se abre una ventana de oportunidad para Matthei?

—Sin lugar a duda, el aspecto programático es relevante porque es una oportunidad para transmitir justamente aquel sueño y aquellas prioridades que estamos conversando y que aún no se logran difundir. Pero también hay que recordar que los programas de gobierno por sí solos nunca se imponen en las campañas.

Es una combinación de factores lo que debe articularse. Por eso hablaba de un diseño: la dimensión de diagnóstico unida al horizonte, al sueño que se transmite y eso se baja en propuestas, en pilares, en prioridades. Entonces el programa es un sustento, es una herramienta que permite aterrizar propuestas específicas, pero los programas por sí solos no ganan elecciones. Se puede aprovechar el programa, por supuesto, pero tampoco el solo hecho de tener un gran trabajo programático va a reemplazar lo que falta.

—De todas maneras es difícil que Matthei repunte si es que Kast no se equivoca, ¿o no?

—Es verdad que hasta ahora Kast ha hecho una campaña que transversalmente se percibe como positiva, que lo ha hecho bien en términos de su despliegue como candidato, y efectivamente eso pone dificultades de cara a un eventual repunte de Matthei. Pero quedan varios meses, y si Matthei logra sortear estas semanas críticas y empieza a hacerlo mejor, si se corrigen los errores, si hay un diseño, si hay prioridades, si hay un mensaje adecuado, ciertamente podría tener margen para remontar. 

Lo que sabemos, lo que está bastante asentado, es que dentro del grupo de gente que se opone al gobierno actual hay alrededor de un 60% del electorado. Esos son muchos votos y ningún candidato va a obtener por sí solo el 60% ni el 50% en primera vuelta.

—¿Cómo se maneja esto ante la premura de mejorar en las encuestas?

—Es verdad que el tiempo pasa y mientras más transcurren las semanas y no se rectifica, es ciertamente más difícil recuperar terreno. Pronto se inscriben las candidaturas, oficialmente en agosto, después viene el período oficial de campaña, vienen los debates, y el período de elección es muy importante. Para eso todavía faltan semanas, faltan meses. Matthei tiene cada vez menos tiempo, pero si su campaña lograra corregir la ausencia de diseño, focos y prioridades, y la candidata consiguiera encarnar y transmitir de manera muy clara qué es lo que busca para Chile, quizá puede tener una opción.

—¿Tiene riesgo Matthei de ser sobrepasada por Parisi?

Es verdad que Franco Parisi tiene algo de tracción. Da la impresión de que, tal como ocurría con Johannes Kaiser y como ocurre hasta cierto punto con el propio Kast, son perfiles que se alimentan tanto de un voto pro-orden, pro-seguridad y anti-inmigración irregular, como también de un voto anti-política.

Luego, si lo que predomina en ese público es el voto anti-política tradicional, ahí ciertamente Matthei enfrenta un escenario muy complejo, porque ella también se caracteriza por ser un rostro de la política tradicional. Y eso que ante algunos públicos puede ser una ventaja por la experiencia, por el oficio y el contraste que significa con el gobierno actual, para otro público que esté más bien hastiado de la política tradicional, esa misma trayectoria puede significar una carga.

—¿Hay riesgo de que Matthei no llegue a la inscripción del 18 de agosto?

—Para que fuera viable pensar en una baja de Matthei, su candidatura tendría que haber experimentado un descalabro y un punto de no retorno al cual no me parece que haya llegado hoy en día.

Considerando adicionalmente que tampoco existen candidatos alternativos en Chile Vamos, en la centroderecha tradicional, no pareciera ser un escenario plausible hoy. En ese contexto, considerando además que hay una elección parlamentaria en la cual los candidatos de Chile Vamos van a buscar diferenciarse, en muchos casos del mundo republicano y de otras candidaturas, cuesta imaginar que la candidatura vaya a desaparecer del horizonte.

—Kast parece estar sólido en el primer lugar de las derechas, pero ha evitado abordar temas polémicos, a diferencia de Matthei. ¿Cómo proyectas el camino de él de cara a la primera vuelta?

La posición de Kast de aquí a noviembre es más difícil que la que ha tenido hasta ahora, por la sencilla razón de que hoy existe una sensación de que él es la candidatura más fuerte de la oposición. Y dado los problemas que ha padecido el gobierno, el alto porcentaje del electorado que rechaza la gestión del presidente Boric y el cambio del clima político entre lo que fue la elección presidencial anterior y esta, todo va en dirección de que debiéramos tener próximamente un gobierno de oposición, de derecha o centroderecha.

Luego, siendo Kast hoy, a diferencia de algunos meses atrás, el candidato más fuerte de la oposición, su situación es más difícil porque a él se van a dirigir progresivamente todos los dardos. Nunca le ha costado la posición de impugnador, pero sí le ha resultado mucho más difícil la de detentar liderazgo, de encabezar. Al mismo tiempo es verdad que el modo que ha desplegado su campaña sugiere que ha sacado las lecciones del caso y que lo está haciendo mejor. Pero eso se va a poner a prueba ahora en un escenario distinto, en el cual él es, al menos por el momento, el candidato mejor posicionado de la derecha.

—¿Qué aspectos ha enmendado Kast respecto a sus candidaturas anteriores?

—Es una candidatura que hoy tiene un diseño en el cual se observan prioridades claras, ejes que combinan la dimensión narrativa y un diagnóstico subyacente que se traduce en propuestas concretas. Ciertamente en muchos casos no son propuestas largamente desarrolladas, pero él sí transmite tanto un diagnóstico como un horizonte hacia el cual quiere conducir al país.

Eso además le ha permitido posicionar el tipo de gobierno que se imagina: un gobierno de emergencia con foco en seguridad y economía, aspectos en los cuales las prioridades ciudadanas se alinean con sus propias prioridades. En todo ello se observa como un aprendizaje respecto a sus candidaturas previas. Además, como se dice coloquialmente, esquiva las preguntas incómodas sin “pisar el palito”, al menos por ahora. En todo eso se observa un aprendizaje.

—¿Y en qué aspectos cree que está al debe?

—Lo que más le falta es articular una mejor relación con Chile Vamos. Eso todavía no se ha dado, en parte porque el mundo republicano está pagando los platos rotos por haber maltratado tanto a la centroderecha tradicional anteriormente. Es verdad que Kast con Matthei ha sido diferente y que en cambio ella ha caído en la tentación de creer que su rival está al lado y no al frente, pero el mundo republicano con Chile Vamos ha sido muy duro en el pasado. Y eso supone un obstáculo de cara a la eventual segunda vuelta y más aún en el caso de un hipotético gobierno.

—¿Kaiser sigue jugando un rol relevante en la carrera presidencial?

La candidatura de Kaiser hoy es una candidatura que se ha vuelto relativamente marginal en los sondeos de opinión, pero él sigue transmitiendo que va a seguir ahí. A la candidatura de Matthei le sirve porque impide que José Antonio Kast crezca en su apoyo electoral, y a la candidatura de Kast también le resulta útil en la medida que Kast no es el candidato más a la derecha que va a estar en la papeleta.

La candidatura, paradójicamente, pareciera ser funcional para ambos. Dicho eso, nada indica que Kaiser va a tener posibilidad de llegar a segunda vuelta porque su apoyo en las encuestas viene a la baja, y porque además la disputa parece bastante ordenada, con Kast que lidera, con Matthei que quiere recuperar terreno pese a las dificultades que ha padecido y, por tanto, sin aparente margen para que Kaiser crezca al punto de llegar a un balotaje. El voto anti-política también pareciera que se lo está disputando de manera exitosa Parisi. En ese contexto, no es claro por dónde podría crecer Johannes Kaiser.

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