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Josefina Araos y el momento de la derecha: “Si pierden, sería terrible. Ellos lo saben”

La historiadora e investigadora del IES, afirma que sería imperdonable que Kast o Matthei no ganaran las presidenciales teniendo todo a su favor.

Josefina Araos es historiadora de profesión, pero su agudeza para analizar fenómenos sociales, el entramado de la política o leer -como se dice ahora- los movimientos de la opinión pública la consagran como una de las intelectuales más influyentes del momento.

Nacida en una familia de clase media, de padres que votaron por el No, estudió en el colegio San Agustín y luego en Nuestra Señora del Camino. De ahí su definición cristiana.

“Mi memoria familiar es la vocación por la verdad, el estudio y la tradición cristiana”, dice y agrega que “mis papás fueron personas muy comprometidas con el proceso del No, pero siempre en función de esa identidad cristiana. Por lo tanto, te diría que mis posiciones en el debate público están marcadas, atravesadas, por el impacto de una postura de intelectual católica antes que intelectual de derecha”.

Casada, mamá de 2 hijos pequeños, Araos es subdirectora del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), donde comparte mundo e ideas con Daniel Mansuy, Manfred Svensson, Claudio Alvarado. “Como comunidad intelectual tratamos de tomarnos muy en serio la reflexión sobre la política y la influencia en el debate público desde nuestras ideas”, señala.

-Después de los dos procesos constitucionales, se dijo que la ciudadanía no era ni de derecha ni de izquierda. Que el péndulo volvía al centro. Sin embargo, las candidaturas que lideran las encuestas están más en los extremos. ¿Hay algún factor que lo explique?
-Primero, creo que es un vaivén que viene desde hace tiempo. Sabemos que las grandes mayorías no tienen una adhesión política fija. Es el llamado “votante obligado” que no se identifica en izquierdas ni derechas. Por lo tanto, su voto está abierto. Es lo que la socióloga Kathya Araujo ha definido como una ciudadanía infiel.

-¿Son esos 6 millones de electores que tanto preocupan?
-Claro, porque no solo no sabemos por quiénes se van a inclinar, sino porque tampoco sabemos qué determina esa movilidad. A veces puede ser el deseo de castigo. Otras veces pueden sentirse identificados con ciertas propuestas. No lo sabemos…

-¿Eso podría generar un tránsito tan extraño como pasar de un gobierno de Boric a uno de derecha como José Antonio Kast?
-Bueno, si llegara a ganar José Antonio Kast sería muy interesante la pregunta sobre qué patrón común puede haber entre ellos. Lo más fácil sería concluir: ¿qué le pasa a este Chile loco que puede pasar de un Boric a un Kast?

-Tampoco sería tan loco preguntárselo, ¿no?
-Cierto, pero yo diría que la pregunta es qué elementos comunes hay entre Boric y Kast. A pesar de estar en lados políticos tan distintos, uno puede observar con son figuras que vienen de la ruptura con la política tradicional. Es decir, los dos nacen de la impugnación y de la crítica al sector tradicional del que provienen.

¿Polarización o radicalización?

-¿Qué es lo que está moviendo esta elección? ¿La polarización?
-Es compleja esa pregunta. El hecho de que la gente no esté identificada en el eje izquierda o derecha, no indica polarización. Creo que hay un problema en la interpretación que hacemos. Por ejemplo, la nueva campaña de Evelyn Matthei está anclada justamente en este punto. “Chile es uno solo”. “No a la polarización”. Y lo tengo tan claro que las candidaturas de Jeanette Jara y de José Antonio Kast estén encarnando posiciones polarizantes.

-¿La nueva narrativa de Matthei la sitúa mejor en el escenario presidencial?
-Tiene sentido la apuesta. Es la que más me gusta. Creo que Matthei tenía que situarse por encima de todo, solo que quizás lo ha hecho un poco tarde. Dicho esto, no sé qué tan persuasiva pueda ser respecto de quiénes tiene como adversarios.

-¿Por qué?
-Porque no creo que la ciudadanía esté polarizada como lo está la política. Aunque eso no significa que en algunos temas la ciudadanía no esté más radicalizada.

-¿No es lo mismo?
-No. La polarización tiene que ver con la división entre unos y otros respecto de posiciones. En cambio, la radicalización, o como yo la estoy usando acá, es porque la ciudadanía quiere medidas radicales en ciertas cuestiones. Por ejemplo, ante el tema migratorio, la seguridad. Pero eso no es necesariamente polarización. Entonces, la pregunta es: ¿en función de qué Matthei tiene que competirle a José Antonio Kast?

-¿Qué crees tú?
-No tengo claro que sea en función de la polarización. Por un lado, hay que ver cómo José Antonio Kast ha logrado encarnar de manera inteligente la capacidad de dar respuesta a demandas urgentes de la ciudadanía. Pero hay otro elemento muy importante que no aparece en el análisis. Y es que Kast también ha logrado consolidar una estructura partidaria que se ha ido expandiendo por el territorio. Eso también puede explicar la adhesión que ha ido consiguiendo.

-¿Ha logrado tener un arraigo territorial?
-Claro, y que conecta con una de las críticas por las cuales Kast se fue de la UDI: volver a la vocación social y de instalación en el territorio de la UDI originaria.

Los anclajes

-El argumento de quién asegura mejor la paz social no estaba sobre la mesa hasta ahora. ¿Hace sentido en el escenario actual?
-Lo encuentro bastante potente. El problema, y lo devolvieron rápidamente los republicanos, es que tampoco hubo paz social con el gobierno de Sebastián Piñera. En el fondo la centro-derecha tiene en su haber las dificultades para manejar la crisis. Por lo tanto, no es claro que Matthei y Chile Vamos puedan decir respecto de la paz social: “Nosotros somos quiénes mejor podemos asegurarla”.

-Matthei ha dicho que tiene los equipos y la experiencia de gobernar. ¿Eso le podría pesar a los republicanos?
-Es el argumento más fuerte. Existe la duda de si la trayectoria de impugnación de los republicanos les va a impedir cultivar vínculos para generar mayorías. Es lo que le pasó al gobierno de Boric. Tuvo aspiraciones que después no tenían correspondencia con la realidad. Por eso creo que esas dos líneas de interpelación, que tengan una trayectoria de pura impugnación, que les cueste construir mayoría y lo del voluntarismo respecto de su propuesta, puede tensionar a republicanos. Eso quedó claro a propósito de su propuesta de Chao Préstamo.

-¿Podría debilitar a Kast?
-No sé si demasiado, pero son ámbitos en los que es interesante hacerles preguntas, interrogarlos y apretarlos. Chile Vamos ha dicho que ellos tienen un monto de recorte fiscal más grande, pero en un plazo más largo de tiempo. Pero de nuevo, Evelyn Matthei, que tiene los equipos programáticos desde hace mucho rato, tampoco ha logrado poner los temas ni posicionarse en torno a eso.

-¿Y qué observas respecto de Jeanette Jara? Ganó la primaria con distancia, se dijo que Jara era una candidata excepcional, pero no ha crecido mucho tampoco…
-Creo que las conclusiones que se sacaron fueron muy apresuradas. Primero, porque fue una primaria pequeña. No había una masa electoral que te permitiera sacar demasiadas conclusiones. Y segundo, el hecho de que ganara el PC es un problema. No sólo para aquellos a los que no les gusta el PC, sino porque esto ha significado un problema al interior del partido. Ellos quieren encarnar un proyecto y la candidata que debiera hacerlo, no puede. Entonces, están en un lugar imposible. Creo que el recorrido que ha seguido Jeanette Jara hasta ahora y su estancamiento, tiene que ver con eso.

La pelea por la hegemonía

-¿Quién se juega más en esta elección? ¿La derecha o la izquierda?
-Se juega más la derecha porque es la que evidentemente debiera ganar… Si vemos lo que significó el enorme fracaso de la Convención Constitucional, las dificultades de este gobierno y sobre todo el tipo de demandas que hay en la ciudadanía, es la derecha -sea Matthei o Kast-, la que debiera llegar al poder. Si pierden, sería terrible. Ellos lo saben.

-¿Dices que está todo dado para la derecha?
-Absolutamente. Por lo tanto, si pierden, van a tener que hacerse muchas preguntas respecto a qué errores cometieron.

-En la política no siempre se hacen esas preguntas…
-Ascanio Cavallo siempre me lo dice. Pero es necesario hacerlo. Creo que la izquierda también tiene preguntas gigantes que hacerse, pero está un poco más asumida.

-¿Sí?
-Creo que la izquierda ya está un poco entregada.

-Si gana la derecha esta próxima elección presidencial, ¿qué pasa con la figura como Gabriel Boric? Me refiero a lo que él ha encarnado…
-Boric tiene todo para seguir en política.

-Me refiero al significado político que podría tener para esa generación pasarle la banda a la derecha…
-Sería una derrota que consolidaría la derrota inicial que ellos mismos se autoinfligieron. Probablemente, el mejor consejo que uno les dio desde la oposición fue que no ataran su destino tan fuertemente a la Convención Constitucional. Era poco estratégico hacerlo. Sin embargo, fueron muy temerarios y ambiciosos. Y ahí vivieron su primera derrota. Entonces, pasarle la banda a José Antonio Kast sería una derrota muy, muy fuerte. Espero que eso gatille una reflexión bien profunda, que no veo cuando leo a Jaime Bassa y a Elisa Loncón ahora que son candidatos al parlamento. Siguen en el mismo lugar del 3 de septiembre del 2022, como si las cosas no hubieran pasado.

-¿El Frente Amplio sigue en el mismo lugar?
-No creo que hayan hecho el proceso de introspección de cuán profundamente se equivocaron en su diagnóstico de lo que pasaba en Chile y de su interpretación de lo que la gente quería. Parte del ejercicio de la política es juntar tu proyecto con las aspiraciones de la gente. Y ese proceso, en el caso de este gobierno, estuvo muy mal hecho.

-De todos modos, ¿tienen a su favor haberse constituido como una nueva generación política?
-Sí, y que va a seguir presente en la arena política.

-¿Por qué la derecha no ha podido hacer lo mismo?
-Hay que ver qué pasa con las figuras del Partido Republicano que puedan ir apareciendo. Pero ciertamente eso es parte de los problemas que tiene Chile Vamos. No hay una generación de recambio. Evelyn Matthei tiene en su contra el hecho de ser de la política tradicional, por así decirlo. Ella es un nombre de la derecha que yo me sé desde que tengo cuatro años. De hecho, la pregunta que uno se hace es ¿qué otro candidato habría podido tener Chile Vamos si no era Matthei? Probablemente, ningún otro. Eso me impresiona. Lo natural es que los herederos de todo este ciclo fueran las figuras de la centro derecha y por Dios qué les ha costado. De hecho, Matthei fue favorita por mucho rato y no logró sostenerlo.

-¿Eso también sería una derrota autoinfligida?
-Es una mezcla. Los republicanos los han tensionado mucho, pero también es cierto que Evelyn Matthei ha tenido muchas dificultades para ejercer su liderazgo.

-¿Por qué?
-Creo que ha sido errática. En estos meses, ella ha estado metida en la tensión y la confrontación con Kast. Por eso creo que su nueva campaña es buena. Logró encontrar en un lugar y ponerse por encima de la rencilla con José Antonio Kast. Hay que ver qué pasa en los días que vienen…

-¿Cuánto de pelea por la hegemonía hay en la derecha? ¿El piñerismo no logró marcar un destino para la centro-derecha?
-Siempre hay un problema cuando los proyectos políticos tienen nombre y apellido. Se genera una dependencia evidente a la figura que lo encarna. Pero, además, no hay un heredero claro de Sebastián Piñera.

-¿Matthei no lo es?
-Me parece que no. Piñera lograba un orden muy potente en torno a su figura. Quizá por lo mismo, él sea parte de los problemas. Esto lo ha dicho Daniel Mansuy. Me refiero a que Sebastián Piñera tampoco supo ejercer un liderazgo potenciador de los partidos del sector. Por lo tanto, no había un proyecto heredable. La lealtad era con él.

-¿Qué es ser de derecha hoy?
-Es difícil responderlo a nivel ciudadano. Estamos en un período de desidentificación política…

-¿Y por qué se dice que este es el “momentum” de la derecha?
-Porque hay una clara demanda de orden y estabilidad. Y esto se da frente a una izquierda que, al menos en Chile, le ha costado encarnar esas virtudes de estabilidad y certidumbre.

-¿Será tan así? Desde Patricio Aylwin hasta Bachelet 2, la centro izquierda dio certidumbre y estabilidad. ¿No fue ése el éxito de la Concertación?
-Totalmente. Me refiero puntualmente al estallido social. Pero, además, aunque es complejo hacer hipótesis generales, en el resto del mundo hemos visto una crisis de ciertas élites progresistas. El cuestionamiento a la política tradicional, el desarrollo de procesos que no estaban en sus manos, como el calentamiento global, el narcotráfico, el crimen organizado, la crisis migratoria, fueron generando conflictos sociales a los que no pudieron dar respuestas.

-Y como intelectual que habita en la derecha, ¿qué te da temor del momento actual? ¿Qué cosas te inquietan?
-Me da temor la gravedad de las varias crisis que tenemos en curso. Tenemos un déficit estructural en nuestro sistema político y que se agudiza con actores políticos que también están en crisis con sus identidades políticas. Por lo tanto, ceden al oportunismo y no saben muy bien qué orienta sus proyectos.

-¿Y qué problemas acarrea esa desorientación?
-Que agudiza, radicaliza, las dificultades que tiene la política para responder a las urgentes demandas de la ciudadanía. Por eso se dice que es más fácil ganar elecciones que gobernar. Y esto es importante porque además de necesitar mayorías parlamentarias para gobernar, tienes que administrar la frustración ciudadana, que es muy rápida. El humorista Fabrizio Copano lo enmarcó bien cuando dijo que las mismas razones por las que la gente amaba a Gabriel Boric cuando lo votó, son las razones por las que lo odiaba al día siguiente. Eso va a ser así sea quien sea el próximo Presidente. Entonces, requerimos políticos muy virtuosos, que tengan la suficiente inteligencia para administrar la frustración de la ciudadanía.

-¿Alguno de los candidatos actuales tiene esas virtudes para conducir el país al día siguiente de la elección?
-Creo que nadie lo puede asegurar. Hasta ahora, José Anto- nio Kast ha sido el más exitoso en mostrarlo, pero no sabemossi va a poder ejercerlo. Esa es la gran pregunta.

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