A 23 días de la elección presidencial, Juan Antonio Coloma, senador de la UDI y coordinador político del comando de Evelyn Matthei, proyecta una recta final decisiva. El parlamentario sostiene que, aunque las encuestas muestran a la candidata de Chile Vamos en tercera posición, la volatilidad del voto y la importancia de la segunda vuelta marcarán el desenlace.
En conversación con EL DÍNAMO, Coloma asegura que Matthei es la mejor alternativa para enfrentar a Jeannette Jara en un eventual balotaje y destaca su capacidad de convocar a el amplio espectro que respaldó el rechazo en el plebiscito constitucional.
—Quedan 23 días para la elección, ¿cómo proyecta la recta final de la campaña?
—Probablemente la recta final es lejos la más importante en cualquier campaña, y tiendo a pensar que más aún en esta, donde hay muchas alternativas y un escenario muy cambiante. Creo que, en particular, los debates van a ser decisivos porque son el mejor escenario para comparar no solamente programas, sino también capacidad de resolver los problemas, no solamente denunciarlos. Y tengo mucha fe en que Evelyn Matthei tiene una ventaja importante en ese aspecto.
—A tres semanas de la elección, las encuestas dan diferentes resultados. Una dio un triple empate técnico en el segundo lugar (La Cosa Nostra) y otra un empate técnico en el tercero (Cadem). ¿Usted qué cree?
—Yo creo que es claro que la próxima presidenta o presidente de Chile no se va a elegir el 16 de noviembre, se va a elegir el 14 de diciembre. En los días que vienen va a quedar claro ese escenario. Tengo la impresión de que lo más probable es que Jeannette Jara pase a la segunda vuelta, y lo que se juega en primera vuelta es quien está mejor preparado para ganarle.
En ese sentido, le doy más importancia a lo que dicen las encuestas respecto a la segunda vuelta, porque esa es la más relevante. Eso creo que es lo que se va a ir asentando en el sentido común de los chilenos. Recordemos que hasta ahora los votos son muy volátiles —las mismas encuestadoras lo dicen—. Hay un porcentaje amplio de personas que cambian de opinión todas las semanas, como un 25%. Lo que pasa es que se tienden a anular entre sí.
—Pero antes de la segunda vuelta está la primera, y de cara a esa elección en la mayoría de las encuestas Matthei aparece tercera. ¿Cómo planean revertir ese escenario en el poco tiempo que queda de campaña?
—Hay dos ejes importantes. El primero es que no sólo las tres semanas antes de la elección importan, también es relevante el mismo día de la votación. Lo vimos en Bolivia hace pocos días, donde el que iba tercero en las encuestas terminó ganando. Obviamente eso no es una certeza, pero los votos no están resueltos.
A medida que se acerque la elección, la lógica de la segunda vuelta es la que va a empezar a tener sentido para los votantes que quieren que gane un proyecto distinto del actual gobierno —ese es el común denominador—. Y siendo ya casi un hecho que Jara va a pasar a segunda vuelta, el eje de discusión pasa a ser quién tiene más posibilidades de ganarle y ahí Evelyn Matthei tiene una ventaja importante.
—Usted menciona la importancia de los debates. ¿Van a acentuar las diferencias con las otras candidaturas?
—Nosotros apuntamos a mostrar la fortaleza de nuestro proyecto. Aquí no se trata solamente de denunciar problemas, sino de mostrar que hay capacidad de resolverlos. Para decirlo fácil: Evelyn Matthei sabe y puede. Creo que eso es muy importante en esta última etapa. Ha tenido experiencia, que es una gran diferencia con el actual Gobierno que ha sido extraordinariamente inexperto. Matthei tiene eficiencia —lo demostró como ministra del Trabajo y como alcaldesa—, mientras que la gran diferencia con este gobierno es que ha sido muy ineficiente.
—En las últimas semanas varios dirigentes de la ex Concertación han comenzado a expresar su intención de apoyar y votar por Evelyn Matthei. ¿Ese electorado, que solía votar por la Concertación, puede hacer una diferencia a favor de Matthei en la primera vuelta?
—Creo que el gran mérito de la campaña de Matthei es la capacidad de convocar equipos, convocar a gente que no necesariamente tiene la misma matriz, pero sí un denominador común. Son todas personas que en el momento más crucial del primer plebiscito estuvimos dispuestos a coincidir en el rechazo.
A mí no me queda duda de que es donde hay más capacidad de ampliar la votación y de tener espacios para que todos sientan un lugar para construir el país que viene. Eso es muy relevante y hace que sea la candidata que tiene menos rechazo, la más competitiva, pero además que tiene un mayor ancho de banda para que muchos comprendan que el país hay que construirlo no potenciando las divisiones, sino favoreciendo los entendimientos que son claves para las cosas buenas que ocurren en el país.
—En ese mundo del rechazo también está el expresidente Eduardo Frei, que fue un férreo opositor al texto constitucional. ¿Esperan el apoyo del expresidente en lo que queda de campaña?
—Cada uno va a tomar su decisión. No estamos pidiendo apoyos a nadie, porque creo que no corresponde en el sentido de que hay una independencia. Pero sí es indicativo de que personas que estuvimos en espacios diferentes, frente a la nueva amenaza que hoy existe en Chile —que es una izquierda cooptada por el Partido Comunista y el Frente Amplio, que poco tiene que ver con lo que fue otro tipo de izquierda hace 10, 20 o 30 años—, vean en Matthei una opción para enfrentar ese escenario con unidad, con nuevos lineamientos.
—¿No cree que la candidatura de Matthei, al convocar este mundo, hace que el electorado tradicional de derecha la rechace?
—Creo que hay un público más politizado que probablemente piensa distinto, y a mí me parece raro, pero existe. Porque uno siempre, desde un punto de vista de ideas y de convocatoria, debería aspirar a ampliarse lo más posible. En democracia, justamente, se trata de alcanzar el poder a través de los votos, y para eso uno necesita interpretar grandes mayorías. Por eso me cuesta entender que ser lo más amplio posible sea un problema, o que convocar a más gente y mirar a otros para que se sumen sea criticado. Debería ser exactamente al revés.
—Una de las tesis que han instalado varios analistas es que la primera vuelta es una especie de primaria para la derecha. ¿Comparte esa idea?
—Tengo dos comentarios. El primero: habría sido fantástico que se hubiera hecho una primaria legal para definir tanto el candidato único de las oposiciones en primera vuelta, como haber sido capaces de conformar una lista parlamentaria común, como nosotros en Chile Vamos pedimos. Creo que eso habría significado que el 16 de noviembre estaríamos celebrando un gobierno de oposición y, adicionalmente, una mayoría parlamentaria tanto en el Senado como en la Cámara. No dejo de lamentarme de que no hubo la generosidad adecuada para entender el tamaño de esa opción que finalmente fue desechada.
Dicho eso, creo que mucho más que una primaria, la primera vuelta es una forma de elegir quién es la mejor candidatura para enfrentar en segunda vuelta a Jara y al continuismo de este gobierno. Tiene un énfasis adicional a que sea una mera primaria.
—Usted dice que se elige la mejor opción para derrotar a Jara, pero todas las encuestas dicen que ella pierde en todos los escenarios de segunda vuelta contra candidatos de oposición. ¿No está ganada la elección para la derecha?
—No, no creo que esté ganada. Quizás porque llevo años en esto, pero las elecciones no están ganadas hasta que se cuenta el último voto. Además, creo que el escenario de segunda vuelta es distinto al de primera vuelta. Obviamente cuando hay dos opciones es más binario, y cuando una de las opciones la representa el Gobierno —con el poder que tiene—, no está nada definido.
—¿Hay gente de Chile Vamos que no votaría por Kast en segunda vuelta?
—No pienso en Chile Vamos, pienso en gente más independiente, gente que incluso fue militante de gobiernos de centroizquierda, que va a tener que tomar esa decisión. No estoy pensando en Chile Vamos, estoy pensando en las personas que van a ser decisivas en esta segunda vuelta y que van más allá de los partidos.
—Pero la misma Evelyn Matthei hasta el momento no ha dicho que apoyará a Kast en segunda vuelta si no pasa…
—Sí, pero obviamente ella ha dicho que no va a votar por Jara. Y hay que entender los puntos de vista: cuando uno cree en una causa, cuando uno está jugado por una causa, trata de concentrarse en esa causa.
—¿Cree que hay una parte conservadora de la derecha, esta derecha que llama “derechita cobarde” a Chile Vamos, sí podría expresar un rechazo en segunda vuelta con Evelyn Matthei?
—Honestamente no lo creo. Los ataques caricaturescos que se han planteado son fruto de divisiones ideológicas de unos pocos. Creo que la inmensa mayoría de la derecha va a entender que hay que asumir la mejor forma de ganarle a Jara. No veo ese peligro.
—Poniéndonos en el caso de que pasara Kast y Jara, ¿se polariza el país en ese escenario?
—Yo espero que en la segunda vuelta Matthei esté en la boleta. Y cuando estoy trabajando en eso, pienso en eso.
—Pensando en que Matthei pase a segunda vuelta, ¿tienen las puertas abiertas para que gente del Partido Republicano, del Social Cristiano, de los nacional libertarios se sumen a la campaña?
—A mí me parece fundamental generar escenarios de reconstrucción del Rechazo, que nos permitiría tener una óptica distinta para las próximas décadas. Creo que quizás uno pierde perspectiva, pero los clivajes en política son importantes. Aquí hay una opción de generar un nuevo clivaje en la política chilena, tal como en otro momento fue el plebiscito del 88. Creo que uno puede hacerlo con el plebiscito del 4 de septiembre.
—En un eventual gobierno de Evelyn Matthei, ¿también harían gobierno con esas fuerzas?
—Yo aspiro a que, como creo en ese nuevo clivaje en materia política del que hablaba, ese rechazo tenga las puertas abiertas para incorporar a ese amplio espectro que fue capaz de decirle que no al proyecto constitucional más dañino que jamás se haya presentado en Chile.
—¿Cómo Evelyn Matthei y Chile Vamos planean aglutinar todas estas fuerzas? Desde Demócratas a los nacional libertarios hay bastante diferencia…
—Se hace con liderazgo y con coraje. Resolver problemas es mucho más difícil que denunciarlos. Esa es parte sustancial de la política. Estoy convencido de que los mejores momentos de Chile han sido justamente cuando hemos sido capaces de llegar a entendernos. También puede que electoralmente, en algunos momentos, sea más rentable aparecer con la lógica de todo o nada. Pero al final la vida no es tan así. Uno tiene que tener convicciones e ideas, pero también capacidad de pensar hacia dónde van los países y dónde se pueden generar esos entendimientos. Eso creo que la historia de Chile lo ha mostrado.
—¿Esa lógica adversarial la ve presente en el Partido Republicano?
—Tienen una lógica diferente. Más adversarial. Creo que eso, desde mi perspectiva, al final en materia de gobernabilidad es un problema complejo. Tengo la impresión de que gobernar es cada día más difícil, no solamente en Chile sino en el mundo. He leído mucha literatura de pensadores modernos que llevan rato con esa idea de que hoy es mucho más difícil gobernar que ganar, cosa que es distinta de lo que fue en tiempos anteriores. Para gobernar hay que tener capacidad de llegar a ciertas lógicas que permitan tener la vocación de resolver problemas. Es un tema que, aparte de la expresión política, hoy se está batallando.