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30 de Abril de 2020

Análisis: la guerra del streaming en tiempos de cuarentena

"Con esta contingencia, su escenario se desordenó inesperadamente, dándole una gran oportunidad a los que estaban preparados y dejando al descubierto las falencias de los que se lanzaron al negocio sin considerar todas las variables".

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Los cambios de hábitos a los que ha obligado la pandemia del Covid-19 no sólo aumentaron las horas que las personas pasan viendo televisión, demostrando que todavía había vida en ese territorio que muchos daban por perdido. También remecieron la industria del streaming, que hace unos años se viene configurando como la más interesante de la industria del entretenimiento. Con esta contingencia, su escenario se desordenó inesperadamente, dándole una gran oportunidad a los que estaban preparados y dejando al descubierto las falencias de los que se lanzaron al negocio sin considerar todas las variables.

El ganador absoluto

Es cierto que Netflix corría con la ventaja. Son los más veteranos, los que más tiempo han tenido para crear hábitos en sus suscriptores y los que han podido crear una biblioteca más extensa. Pero no hay que quitarles mérito por eso. Si Netflix es el ganador claro de la guerra del streaming en tiempos de cuarentena es precisamente porque ahora, en este momento, sabe cuál es su negocio, cuál es su identidad como empresa y lo despliega como si no tuviera a algunas de las multinacionales más grandes del mundo respirándole en el cuello. Su estrategia tiene tres ramas: en lo que se trata de serie de ficción, una sostenida convicción de que más es más y de que la cantidad suple la calidad. Hasta ahora han estado en lo correcto, aunque a largo plazo esa actitud le puede pasar la cuenta. En películas originales, su despliegue es mucho más preciso y efectivo: una mezcla de películas de autor de grandes directores con filmes de género de bajo presupuesto y para todos los gustos. Y un ala documental cultivada con cuidado y calidad que redondea el catálogo. Hasta ahora, van imbatibles y los resultados están a la vista: con un alza de suscriptores de 15,8 millones en el último cuatrimestre, en gran parte gracias a la pandemia.

Los aspirantes al título

Amazon Prime Video todavía no llega a puerto. Pero son los únicos que están en condiciones de, con el tiempo, realmente alcanzar a Netflix en el mundo del streaming. Todavía están en la búsqueda de su identidad como plataforma y tienen serios problemas de interfaz, con una forma de ordenar y ofrecer sus contenidos mucho menos intuitiva y efectiva que su competencia. Pero donde sí aventajan a Netflix con creces es en la calidad de su oferta. Es cierto que es más acotada, pero las series y películas que ofrece Amazon Prime Video, en su gran mayoría, son de una calidad muy superior a las que ha lanzado la competencia: Modern Love, Fleabag, The Good Fight e incluso entregas de género como Bosch, son sólo algunos ejemplos. En el lado de las películas ocurre algo similar, con estrenos realmente atractivos y actuales. Si encuentran su camino serán de temer.

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El caso inexplicable

Lo que pasa con Apple TV + da para hacer una investigación. Una empresa que se caracteriza por ser vanguardista, por sus lanzamientos agotadoramente estudiados y por sus presupuestos sin fin, se lanza al negocio de la TV y, sin eufemismos, hace un papelón. Y no es porque hayan elegido una ruta tan distinta al resto: series lanzadas de a poco, sin catálogo ajeno, sin películas gratis en la biblioteca. Sino porque a unos meses de su lanzamiento y con una decena de estrenos, no han sido capaces de estrenar una serie realmente buena. Ni una. Ni siquiera su gran apuesta, Morning Show, con grandes estrellas y presupuesto ad hoc logró más que salvar su dignidad. Y, peor para ellos, tampoco han dado origen a un show que de qué hablar, que domine la conversación global, que los ponga en el mapa, como Stranger Things lo hizo con Netflix o Game of Thrones lo hizo por tanto tiempo en TV con HBO.

Los que se perdieron la oportunidad

Probablemente no lo imaginaron cuando lo lanzaron. Pero se perdieron una gran oportunidad. En el papel, Disney + son los que están mejor posicionados para hacerles daño a Netflix en el streaming: tienen dinero a manos llenas y un catálogo de clásicos imbatible que, al menos, los hace suscripción obligada para todos los que tengan niños. Pero su estrategia de lanzar la plataforma por territorios, y con sólo un par de títulos originales en la pelea, los dejó fuera tanto de la bonanza de clientes que pudieron haber cosechado durante la pandemia, como del impacto en la cultura pop que pudieron haber causado si hubiesen dado en el clavo con un título de real impacto planetario, como los que están acostumbrados a fabricar. Pura oportunidad perdida.

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