La causa que divide
El problema, en definitiva, no es Israel. El problema es Chile. O, más precisamente, la decisión de su liderazgo de cruzar una línea que otros países aprendieron a no cruzar. Porque cuando un gobierno abandona la distinción entre crítica política y simbolismo identitario, no sólo tensiona relaciones internacionales: abre una grieta interna que luego dice no entender.
Débora Calderón Kohon