Por primera vez, en sus casi 500 años de historia, la Iglesia anglicana eligió a una mujer como su nueva líder. Sarah Mullally, de 63 años, fue nombrada como primera Arzobispa de Canterbury, cargo que es considerado como el jefe espiritual a lo largo del mundo, siendo la clériga número 106 en asumir dicho rol.
El cargo, además, desempeña un papel importante en la vida pública, ocupando un escaño en la Cámara de los Lores del Parlamento británico. Esto implica su participación en debates, charlas sobre política pública —incluyendo temáticas relacionadas con la libertad religiosa— y su asistencia a eventos de importancia nacional.
No es la primera vez que la mujer de 63 años es pionera en su rubro. Antes de ordenarse como sacerdotisa trabajó como enfermera oncológica en el Servicio Nacional de Salud y en 1999 se convirtió en la jefa de enfermería más joven de la historia de Inglaterra. De hecho, fue distinguida por su aporte
Mullally se describe a sí misma como feminista. Además, está casada con Eamonn Mullally, con quien tiene dos hijos adultos, Liam y Grace.
Fue en el año 2002 cuando fue ordenada sacerdotisa y se convirtió en la primera obispa de Londres en 2018, un cargo que ocupó durante siete años. De tal manera, fue la tercera miembro más antigua del clero de la Iglesia.
El camino para llegar hasta este punto no fue fácil. Las mujeres no podían convertirse en sacerdotisas en la Iglesia de Inglaterra hasta mediados de la década de 1990. Luego de años de encarnizadas disputas entre facciones, recién desde 2014 las mujeres pueden ser ordenadas obispas.
Mullally será confirmada como la primera mujer que lidere la Iglesia anglicana en una ceremonia legal prevista para enero de 2026 en la Catedral de Canterbury. Así, su primer gran desafío será votar en el proyecto de ley sobre muerte asistida que se debate en el Parlamento, al cual se opone abiertamente.