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9 de Agosto de 2014

Felipe Cuevas, el mártir de plástico

Negar el autoritarismo ramplón de Maduro es simplemente no ver la realidad y sesgar ideológicamente lo que dice relación con los derechos de las personas. Pero sesgado es también el actuar de dirigentes que ven las vulneraciones de las libertades únicamente en regímenes que tienen el signo político contrario al que ellos profesan.

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

La semana terminó con la noticia de que Felipe Cuevas, presidente de las juventudes UDI, había sido detenido en Venezuela. Por un lado se decía que era por razones políticas, mientras que por otro contaban que lo habían encontrando fotografiando un edificio y sin un pasaporte que acreditara su procedencia. No había mucha comunión de interpretaciones al respecto.

Mientras pasaban las horas del viernes, la figura de Cuevas comenzó a convertirse en el objeto del comidillo nacional: unos -los de su sector- lo veían como un mártir del régimen venezolano. Y otros, en cambio, simplemente como un joven irresponsable que andaba sin documentación en un lugar de las características del gobernado por Nicolás Maduro. No había términos medios, o era un héroe de la derecha chilena, o sólo un torpe niñito jugando a la política.

Si uno se remite al contexto político en el que se ve inmerso Venezuela hoy en día, claramente mentiría si es que dice que hay plenas libertades, o que la democracia goza de muy buena salud. Negar el autoritarismo ramplón de Maduro es simplemente no ver la realidad y sesgar ideológicamente lo que dice relación con los derechos de las personas. Pero sesgado es también el actuar de dirigentes que ven las vulneraciones de las libertades únicamente en regímenes que tienen el signo político contrario al que ellos profesan. Cuevas y la UDI en pleno son la muestra de ello, ya que durante toda su historia, ese viernes debe haber sido el período de tiempo más largo en que repitieron una y otra vez el término derechos humanos, como si su boca estuviera acostumbrándose a algo nuevo, a una nueva manera de hablar y de decir.

Pareciera que el partido creado por Jaime Guzmán debe viajar al exterior para ver la estigmatización y arbitrariedad de parte de un Estado. Porque, según su parecer, la política del aparato estatal chileno hacia el pueblo mapuche no significa lo mismo, ya que lo sitúan como un tema de terrorismo y no como uno de integración, y respeto por una cultura. Y si eso no es ideológico, entonces no sé qué es.

Es por esto que resulta evidente que todo el aparataje mediático en torno a Felipe Cuevas y su detención en la tierra del chavismo, tiene más bien la clásica lógica trasnochada de la Guerra Fría, que una verdadera preocupación por la contingencia mundial.  Ya que las portadas, las fotos de un Cuevas atormentado y con la mirada perdida harían quizás más sentido en nuestras cabezas, si es que los miles de muertos y torturados durante la dictadura ideada por muchos tótems UDI hubiera tenido la misma cabida en la prensa.  Y, sobre todo, si las desapariciones no fueran para los gremialistas aún simplemente un pequeño detalle dentro de un militarismo extremo que les construyó una economía a su gusto.

Quienes vieron en sus manos la posibilidad de mandar a matar-porque ellos no se ensuciaron las manos- con tal de afirmar su concepto elitista y segregado de patria, lamentablemente todavía nos parecen una caricatura de la verdadera lucha en contra de las violaciones a los derechos humanos. Y si bien Cuevas es muy joven y no tuvo participación alguna en lo sucedido durante la dictadura, pertenece a un partido que nace a partir de la figura de Pinochet y su legado. Y eso convierte a Felipe en un “mártir”-recordemos que así lo están situando los medios- con poca consistencia, casi de plástico ya que es desechable y sirve solamente en algunos casos de utilización mediática por parte de una ideología soterrada pero fuerte. Una vez que haya una reformulación con respecto a lo acontecido por años en Chile en el pasado-y sigue sucediendo en La Araucanía actualmente- tal vez podremos mirarlo de otra manera. La historia pesa.

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