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28 de Noviembre de 2014

Educar para emprender

Emprender es deseable y uno de los principios fundamentales es tratar de entender que este ejercicio es una actividad de vida, más que un trabajo. Importante sería lograr que los niños no sólo digan que quieren ser pescadores o bomberos, sino también emprendedores.

Por Cristóbal Fernández
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Cristóbal Fernández es Académico Industrias USMDirector Centro de Ingeniería de Mercados, CIMER.

Chile es un país que está en vías de desarrollo. Esto hace que esté con un impulso fuerte tanto en emprendimiento como en innovación. Hay políticas que ayudan a emprender, pero aún faltan varios desafíos por enfrentar en esta materia.

A la par de las políticas públicas, hay que fortalecer, la triangulación entre el sector productivo/servicios, las universidades/colegios y los organismos gubernamentales/no gubernamentales, en el desarrollo hacia tener una cultura del emprendimiento, que es una de las debilidades que aún mantenemos como país.

El hecho de que haya un mayor desarrollo en el emprendimiento, va a traer consigo en el mediano plazo, que los propios emprendedores se transformen en innovadores. Si no hay una educación a nivel temprana, sobre todo en colegios, orientada al emprendimiento difícilmente esas personas van a querer desarrollarse en el área de la innovación.

Además, Chile se ha orientado fuertemente a ser un país importador y eso implica que se ha descuidado nuestra propia capacidad de adelantarnos en las áreas de la industria productiva y servicios. La innovación también tiene que ver con el modelo de negocios, del desarrollo de nuevos productos y tecnologías.

A esta titánica tarea se suman buenas herramientas. Las redes sociales están siendo fundamentales en la etapa de los emprendedores nacientes. Hay una evolución más rápida en términos de lo que significa la globalización a través de estos medios, por lo que tienen un impacto muy grande a la hora de acercarse al consumidor y de comunicar. Existen incluso empresas preocupadas de brindar un servicio que permita llegar de mejor manera a ciertos segmentos del mercado, siendo soluciones más útiles que las herramientas tradicionales de publicidad.

Emprender es deseable y uno de los principios fundamentales es tratar de entender que este ejercicio es una actividad de vida, más que un trabajo. Importante sería lograr que los niños no sólo digan que quieren ser pescadores o bomberos, sino también emprendedores.

Por otro lado, el emprendimiento tiene muy asociado el temor al error. Los fracasos están vinculados a la falta de análisis previo en la toma de decisiones respecto a dónde, cuándo y cómo emprender. Para eso se requiere conocer otras experiencias. Hay que mitigar los miedos escuchando los ejemplos de otros y cómo han enfrentado las turbulencias. En ese sentido, tanto la comunicación como la educación son primordiales en la tarea de aminorar la incertidumbre.

Para esto, entre otras cosas, hay que saber darle la importancia que corresponde a la idea de educar para emprender. Debería existir una formación obligatoria en las escuelas respecto a este tema y su valor. En las universidades debe haber asignaturas que incentiven esta forma de asumir la vida.

Una vez que hayamos superado esta barrera de haber formado un ciudadano habituado a la cultura del emprendimiento, creo que iremos en el camino correcto hacia un impulso de la innovación. Ésta requiere un mayor valor agregado de sus productos y servicios, y eso se logrará en la medida en que tengamos menos temor hacia el emprender.

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