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28 de Noviembre de 2014

Teletón: “¿Se les ocurre cómo juntar un cerro de millones en 27 horas?”

Por esto pido tregua en esta discusión. El problema no es la Teletón como show, el problema no es la fórmula de donación ni tampoco –sin duda alguna- lo es su trabajo con los niños/as y jóvenes con capacidades diferentes.

Por Florencia Zulueta
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Me había quedado de observante frente a la discusión – parte del folklore, a estas alturas -, en torno a la Teletón. No por no tener definida mi opinión sino porque me agota entrar “ahí”. Pero es inevitable.

Lo primero que pienso es ¿cómo era la realidad de las personas con capacidades diferentes el día que se realizó la primera Teletón? Niños y niñas encerrados en sus casas, sin rehabilitación ni estimulación –esto más exacerbado en zonas rurales, sin duda-, siendo en muchos casos la piedra de tope del desarrollo laboral de los padres, sobre todo en estratos más vulnerables. ¿Quién ha hecho esa radiografía del aporte desde ese día hasta ahora? Me contaron un caso muy gráfico en La Pintana, de un niño que en esos años permanecía sentado todo el día en el patio delantero de su casa, inmóvil. Hasta que apareció la Teletón y desde entonces, a diario un furgón lo pasaba a recoger para su rehabilitación. Hoy, ese niño es un adulto que camina.

Lo segundo que me llama la atención es ¿por qué esta discusión se da un mes antes del evento? Así, consigue tener más cara de chaqueteo que cualquier otra cosa. Porque los cambios profundos se deben plantear de forma propositiva, o como proyecto, a largo plazo y con una demanda clara. No puedo imaginar la frustración de todo el equipo de esa ONG que no sólo se revienta trabajando –voluntarios/as y equipo ejecutivo- sino que, además, tiene que esquivar las balas de las críticas. Si pensamos a largo plazo la opción es comenzar a hablar de esto en diciembre, y buscar una Teletón que se ajuste a la actualidad, porque la que conocemos supo responder a las necesidades de estos años, pero hoy se requiere una versión mejorada y a la par, la generación de Políticas Públicas al respecto. Lo que tengo claro, es que éstas no serán prioridad por el momento, por el contexto de reformas sociales que estamos viviendo. Y se entiende.

Tercero. Hay un tema, muy profundo según mi parecer, que atraviesa esta discusión y que casi nadie toca, porque hay más interés en disparar hacia el show mismo y la participación en éste del sector privado.

Según el último estudio del que tengo conocimiento al respecto –del año 2005-, en Chile existen más de 106 mil organizaciones sin fines de lucro, de las cuales 15 mil son fundaciones o corporaciones. Según el sondeo realizado por la Universidad John Hopkins y el PNUD, en nuestro país, “el sector de las OSC es un importante actor y, no sólo en el ámbito social, sino también en el económico representando – el año que se realizó el estudio (2005) – el 1,5% del PIB en gastos, correspondiente a 1.400 millones de dólares (858.731 millones de pesos)”.

Esa foto fue tomada hace bastante tiempo, y desde mi percepción, en los últimos años se ha visto un gran crecimiento en la sociedad civil organizada, apareciendo nuevas organizaciones, movimientos ciudadanos, etc. Por lo que esta cifra puede ser harto mayor.

¿Por qué tantas ONG´s? La respuesta, al menos para mí, es simple: existen demandas sociales que no están cubiertas por el Estado y que, en su mayoría, la sociedad civil organizada busca resolver, ya sea desde la participación, incidencia o ejecución de proyectos y programas.

Si el Estado no alcanza a llegar a todos los espacios de injusticia, desigualdad, exclusión… ¿no es lógico que de la participación social surjan diversas organizaciones, tales como la Teletón? Eso es empatía, eso es una sociedad consciente que se moviliza.

Una organización que necesita para funcionar 50 millones de dólares dudo que tenga en carpeta otra estrategia para financiarse. Porque a usted lector, ¿se le ocurre una fórmula para juntar ese cerro de millones en 27 horas? A mí no.

Si hay algo que saben hacer las organizaciones sin fines de lucro en este país es golpear puertas. No tengo ninguna duda que la Teletón también lo hace. Buscar socios/as, alianzas, colaboraciones, etc. Sin ir más lejos, los despliegues para conseguir financiamiento desde el tercer sector muchas veces solo producen desgaste, en vez de ingresos. Las colectas son un ejemplo de eso, o las campañas de captación de socios. En acciones como estas se puede recaudar mucho, como nada… ni el mínimo para cubrir los costos del despliegue mismo.

Lo que estamos claros, es que mientras no haya una nueva política pública en torno a la rehabilitación y atención de niños/as y adolescentes con capacidades diferentes, es la Teletón la principal opción a nivel nacional, en la que seguramente sí hay recursos públicos involucrados en las atenciones de salud de los pacientes. Y si bien, es cierto que pagamos todos/as los/as chilenos/as al donar, si fuese una política desde el Estado, se pagaría igualmente con impuestos, ¿O no?

Por esto pido tregua en esta discusión. El problema no es la Teletón como show, el problema no es la fórmula de donación ni tampoco –sin duda alguna- lo es su trabajo con los niños/as y jóvenes con capacidades diferentes.

De todas formas, la discusión sea de donde sea, me parece que debiese ser en otro tono y no en la previa del evento mismo, con respeto al trabajo y a lo conseguido. Porque si hay una organización que ha sabido llegar a la injusticia y al dolor, y ha respondido bien a ese desafío, es la Teletón. Como institución.

No me queda otra alternativa que basarme en la confianza en que todas las organizaciones sin fines de lucro nacen de la buena voluntad, en búsqueda del bien común, de la justicia, inclusión y la construcción de una sociedad más desarrollada para todos/as por igual. Y cuando veo eso, y los resultados del trabajo, no me interesa el show, no me interesa el descuento tributario o la publicidad que pagan las marcas, no me interesa los codazos entre rostros. Sólo me interesa que se haga un poquito de justicia con esos que sufren. Esos mismos que no pueden esperar a que nuestra discusión termine.

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