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11 de Diciembre de 2014

El “tiempo fuera” de la Reforma Educacional

En el trámite en el Senado el Gobierno tiene una oportunidad única, que es cambiar el proyecto por uno que vele por la calidad de la educación. El segundo tiempo de la reforma ya pasó y no dio los resultados esperados por la Nueva Mayoría, pues la ciudadanía se dio cuenta que el proyecto ideológico no dio el ancho.

Por José Francisco Lagos
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José Francisco Lagos es Presidente de la Fundación Chile Siempre

A inicios de julio de este año se dio a conocer que comenzaba un “segundo tiempo” de la reforma educacional por la incorporación del democratacristiano Andrés Palma como Secretario Ejecutivo de ésta. Sin embargo este segundo tiempo no significó un cambio de estrategia en el fondo, sino que una transformación meramente formal, que no ha tenido los resultados esperados por el Gobierno, si es que en verdad esperaba alguno.

Lo anterior lo pudimos observar en la discusión parlamentaria que se vivió en torno a la reforma, sobre todo en relación a las indicaciones introducidas por el Gobierno, que no transformaron el proyecto en su esencia. Posteriormente la Cámara de Diputados aprobó la medida en una curiosa votación, pues la Nueva Mayoría logró “cuadrar” a sus parlamentarios, independientemente de las críticas internas que se dieron a conocer por la prensa, encabezadas éstas por sectores de la Democracia Cristiana.

Empero, esa aprobación no significó un respaldo mayor, sino que todo lo contrario, tanto la reforma misma como el manejo educacional por parte del Gobierno muestran su apoyo más bajo en lo que va del año según la encuesta Adimark de noviembre, obteniendo un 36% y 25%, respectivamente. Esto no ha sido revertido por el Ministerio de Educación, ya que al parecer está dando “manotazos de ahogado”, como elaborar jornadas de “Diálogos ciudadanos”, cuyos resultados se conocieron el miércoles 2 de diciembre, y que no serán incorporados a la reforma; o elaborar videos millonarios y cómics que se burlan -nuevamente- de la decisión de los padres al elegir el colegio de sus hijos.

Tampoco es menos relevante el clima social adverso que enfrenta la reforma, aunque provocado por ella misma. A los padres y apoderados que en un principio se levantaron contra el proyecto y han tenido diversas manifestaciones a lo largo del país, se han sumado sostenedores, estudiantes y en este último tiempo los profesores, que a sus críticas a la reforma misma, se han sumado demandas legítimas por la dignificación de su labor, tema por el que una reforma preocupada de la calidad debería partir, o al menos mencionar.

En el debate público se ha argumentado que la reforma estaba en el programa de la Presidenta y que los chilenos la prefirieron, por lo tanto este proyecto es una consecuencia del mandato democrático. Sin embargo, se equivocan. Es verdad que Michelle Bachelet ganó las elecciones, pero eso está lejos de representar un apoyo ciego y obtuso a todo su programa, con mayor razón considerando que cuando se refiere a la reforma presentada el programa tan solo la aborda a lo largo de una página y media, y con generalidades.

He tenido la oportunidad de conversar sobre esto con estudiantes, profesores y apoderados en distintas partes de Santiago y en algunas ciudades como Viña del Mar, Rancagua, Concepción e Iquique y la mayoría coincide en algo: el gran problema que debemos enfrentar es cómo mejorar la calidad de toda la educación, especialmente aquella a la que asisten los estudiantes más vulnerables. Lamentablemente eso no se observa, ni de lejos, en el proyecto del Gobierno.

En el trámite en el Senado el Gobierno tiene una oportunidad única, que es cambiar el proyecto por uno que vele por la calidad de la educación. El segundo tiempo de la reforma ya pasó y no dio los resultados esperados por la Nueva Mayoría, pues la ciudadanía se dio cuenta que el proyecto ideológico no dio el ancho. Esperamos que el Gobierno también lo haga, porque a su reforma se le acabó el tiempo. Los parlamentarios tienen una gran oportunidad, para construir una educación de calidad, o para seguir atacando a la educación particular subvencionada y a los padres.

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