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24 de Diciembre de 2014

El “desastre” económico de Bachelet

Ante esta nueva realidad la oposición debiera tomar como banderas de lucha las ideas que han hecho de Chile la economía más sólida de Latinoamérica, para avanzar con paso firme hacia el desarrollo, a pesar del gobierno.

Por José Francisco Lagos
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José Francisco Lagos es Presidente de la Fundación Chile Siempre

Sin duda el primer año del segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, ha estado marcado por bajas en las principales cifras económicas. Se ha argumentado que el mal desempeño nacional había comenzado en el mandato del Presidente Piñera. Sin embargo, lamentablemente, para el oficialismo, no es verosímil, ya que la disminución de los principales índices coincide con el inminente regreso de Bachelet al gobierno y su anuncio de alza de impuestos a través de una reforma tributaria.

No hay que ser economista para saber que las inversiones se deciden previamente según las proyecciones que haga el mercado, las llamadas expectativas, y en parte tales proyecciones se deben al diagnóstico errado con el que retornó la Presidenta, que sostiene que el principal problema que aqueja a Chile es la desigualdad.

Dicho análisis es a lo menos impreciso. En primer lugar, la última encuesta CEP señala que dentro de las prioridades de la gente la desigualdad se encuentra en el noveno lugar y con pocas preferencias. En segundo lugar, es falaz el argumento que porque una sociedad sea más igualitaria sea una sociedad más justa, ya que hay diversos países menos desiguales que Chile y que presentan un menor Índice de Desarrollo Humano, algo bastante más decidor. Por último, preocuparse de la desigualdad es preocuparse de los que más tienen y no de los que menos tienen, que debiera ser un imperativo moral. Por ejemplo, si simplemente pudiéramos lograr que desapareciera el 10% más rico de la población, por lo que disminuiría la desigualdad, simplemente no mejorarían las condiciones sociales de los más desposeídos.

Sin embargo, no solo el diagnóstico es errado, sino que también la supuesta solución. Por ejemplo, la encuesta NESI, recientemente publicada, indica que entre 2010 y 2013 la desigualdad disminuyó en Chile, y no precisamente en un gobierno que favorece las políticas estatistas que ha planteado la Presidenta Bachelet.

Lo que realmente hace dinámica a una sociedad son las ideas de la sociedad libre y la movilidad social, que se preocupe especialmente de los más necesitados. Poner énfasis en mejorar, por ejemplo, la salud y la educación a la que asisten las personas más vulnerables es poner el foco donde corresponde y seguir en la línea de progreso que nos ha llevado a disminuir cerca de un 30% la pobreza en los últimos 30 años.

Ante esta nueva realidad la oposición debiera tomar como banderas de lucha las ideas que han hecho de Chile la economía más sólida de Latinoamérica, para avanzar con paso firme hacia el desarrollo, a pesar del gobierno.

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