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13 de Abril de 2016

Carta abierta a un chofer indignado con Uber

Usted hoy está más triste e indignado que de costumbre. Se dio cuenta tarde de que esa economía irrespetuosa y poco regulada que usted defiende frente a la radio escuchando a Checho Hirane, lo traicionó.

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

Esto que escribo va a usted que está alegando en contra de Uber. Le encuentro razón, creo que esta multinacional de taxis contiene una gran cantidad de vicios “modernos” que no son necesariamente democráticos, y que atentan en contra de un país y su reglamentación tributaria. Me parece también un escándalo que circulen por las calles sin pagar impuestos, y que vengan con sus posturas desarrolladas a contarnos cómo se debe pagar por el servicio de un automóvil hoy en día.

Le encuentro razón también que se enoje y pida que el gobierno actúe. Es su derecho como ciudadano y debe ejercerlo. Sin embargo, me gustaría haberlo visto con esa misma indignación en otras oportunidades. Me habría encantado que en sus charlas con sus clientes-entre los que me encuentro yo- no hubiera satanizado a todo joven que marcha por las calles. También me habría gustado mucho que no hubiera defendido a las empresas que hoy condena. Ya que varias veces me encontré con muchos de ustedes alegando en contra de las protestas, ridiculizando a quienes se preguntaban sobre las privatizaciones, y terminando cada frase con: “Total mañana igual tengo que trabajar”.

Esa era su respuesta a todo. Es por eso que prefería acatar todo lo que pasaba, y a veces hasta no votaba. No lo encontraba necesario. Mejor era quedarse callado y reclamar sentado en su nave, esa que le cuesta pagar. Ese taxi al que tuvo que recurrir no por pasión, sino porque no le quedaba otra en este sistema que usted defiende día a día con sus omisiones. Con ese arte que usted desarrolló por décadas y que consistía en ponerse del lado del poderoso por medio de fundamentos pobres y sumamente políticos, aunque dijera que no le interesaba la política.

Usted hoy está más triste e indignado que de costumbre. Se dio cuenta tarde de que esa economía irrespetuosa y poco regulada que usted defiende frente a la radio escuchando a Checho Hirane, lo traicionó. Porque todo lo que el locutor radial, junto a sus panelistas-a quienes usted aplaudió muchas mañanas-, es lo que fundamenta a su ahora enemigo. Hirane- se lo aseguro- debe preferir tomar Uber antes de trenzarse en una conversación con sus adeptos más fieles, que son todos ustedes. Debe preferir la comodidad neoliberal antes de lo rústico de los automóviles que se toman en las calles parando el dedo.

Eso usted lo sabe. Y es por eso que hoy sale a las calles a “funar” a los conductores Uber. Seamos sinceros: no lo hace por una defensa ideológica, sino porque quiere cuidar su trabajo, ese que se está perdiendo por medio de las prácticas que defendió con su silencio cómplice; con el aplauso de la figura del general que a tantos mató. Pero sobre todo, por la defensa de su individualidad antes que su alrededor. Porque prefirió trabajar y trabajar antes que mirar. Y si es que miró, vio lo que le convenía, y esperaba fervientemente a que apareciera nuevamente una mano dura. Esa mano de hierro que tanto besó a escondidas, pero que hoy hace peligrar su trabajo.

Admítalo. Uber es el resultado de sus ganas de opinar a escondidas, en su lugar de trabajo. De demonizar todo lo que tuviera que ver con lo “social”. De no haber hecho nada por su sociedad desde el lugar en el que ejercía su cargo de conductor. No le digo que tuviera que haber sido una especie de líder sindical, pero sí lo exhorto a que admita que en esto que le está pasando, usted tiene bastante responsabilidad política y moral.

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