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21 de Julio de 2016

El dolor de los olvidados

El dolor de los olvidados se mantiene, me ha tocado conocer distintas organizaciones que trabajan quijotescamente para ayudar a pacientes con enfermedades fuertes y dolorosas que ningún sistema de salud cubre, ni Fonasa, ni tampoco isapres, dejándolos en un dolor callado y oprimido para ellos y sus familias.

Por Gonzalo Larenas
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Gonzalo Larenas es L&C Consultores, Licenciado en Letras y Literatura, Gestor Cultural, Magíster en Educación y Profesor de la UNAB.

Hoy las propuestas ciudadanas se imponen a la fuerza, mandan los que gritan más fuerte, imponiéndose sobre cualquier otro tema que podría ser igual de importante, pero que no tienen la fuerza, tiempo ni el apoyo que tienen otras más grandes, más agresivas o mejor organizadas.

Las calles se llenan semana a semana con distintas protestas que buscan levantar causas para que sean escuchadas y aceleradas por políticos que al parecer trabajan sin agenda, ya que rápidamente buscan ponerse a favor o en contra de estos ciudadanos, levantándose por defenderlos o ignorarlos por sobre cualquier otro asunto país.

Uno de los casos más emblemáticos a mi parecer es el de los taxistas, por sobre la causa de los estudiantes, ya que su causa es apoyada prácticamente solo por ellos, y deciden sin importar nada ni nadie, tomarse calles, maltratar a competidores y ser la ley en el transporte público, dejando en una postura humillante a las autoridades y seremis de transporte, que impávidos miran desde la ventana lo que afuera pasa.

Cuando no hay líderes, las masas salen a las calles en busca de uno y es ahí cuando se corre el gran peligro de que una voz populista reúna los ideales de una ciudadanía molesta y cansada de la inoperancia.

Pero están los que no protestan, los olvidados, los que son víctima de todos estos movimientos antidemocrático, ya que son posturas que a pesar de estar formadas por grupos electos y organizadas en jerarquías votadas, pasan por la libertad de todo el resto de la comunidad, y lo que es más grave, por la falta de liderazgo de nuestras autoridades, dejando invisible todas las demás causas que pueden incluso ser más importante, entre ellas la de los enfermos y ancianos, que no están en las calles porque no pueden.

El dolor de los olvidados se mantiene, me ha tocado conocer distintas organizaciones que trabajan quijotescamente para ayudar a pacientes con enfermedades fuertes y dolorosas que ningún sistema de salud cubre, ni Fonasa, ni tampoco isapres, dejándolos en un dolor callado y oprimido para ellos y sus familias.

Me toco conocer de cerca la lucha por los enfermos con espondilitis, donde el 100% de los afectados no tiene cobertura, como me informó Natalia Gonzalez de la Fundación Espondilitis Chile.

La espondilitis para quienes no la conocen es la inflamación de una o más vertebras, inmovilizando el cuerpo y generando dolor en todas las extremidades, reuniendo varias afecciones reumáticas, crónicas e inflamatorias, que sin un tratamiento adecuado puede llegar a fusionar una o más vértebras, causando dolor crónico y discapacidad. Los testimonios al respecto generan indignación y sensación de injusticia, porque parecen no existir, verdaderos enfermos invisibles.

Mientras tanto en el Congreso siguen discutiendo si el costo de esta enfermedad supera o no el umbral económico detallado en la ley conocida como Ricarte Soto, para luego pasar a una comisión de recomendación para ver el nivel de prioridad, ya que seguramente estarán ocupados con los acontecimientos políticos de esos días en la calle, como un programa de farándula.

Esta es una de tantas enfermedades que han sido olvidadas, y que mientras se deja en carpeta, quienes la padecen siguen sufriendo, sin dormir por dolor, con una familia cansada y sufriendo entre todos para poder los inalcanzables costos de los remedios biológicos que pueden entregar una mejor calidad de vida, más digna.

¿Seguiremos escuchando a los que gritan más fuerte? ¿Serán ellos quienes decidan qué es más importante para el país, como si estuviéramos otra vez en una dictadura? Esta vez una dictadura popular.

Es hora que nuestras autoridades dejen de verse el ombligo, se asomen un rato a la ventana y dejen de pensar en las próximas elecciones, para que así comiencen a trabajar en lo que les corresponde. Me cansé de ver autoridades sin liderazgo, sin empatía, sin conocimiento y sin visión a largo plazo. Nos dominan los ignorantes y es nuestra misión reflexionar al respecto, porque en la medida que dejemos que unos pocos decidan por ti, como es el caso de las elecciones, que no les extrañe entonces que esos pocos decidan un futuro exclusivo para ellos y sus problemas.

Mientras tanto, como siempre, los más débiles seguirán esperando.

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