Derechos humanos, primero. Visas, después

Diversos hechos respecto al fenómeno migratorio han generado interés en los medios de comunicación durante los últimos meses. Sin ir más lejos, estas últimas semanas han sido motivo de reportajes temas como el aumento de migrantes haitianos, la campaña #NoMasRut100, o el informe de Techo que da cuenta de que más de la mitad de los campamentos de Antofagasta están constituidos por migrantes. También la columna que publicó el economista Ricardo Hausmann en Cambridge y que fue replicada por varios medios en Chile, causó debate.

En ella se toman como ejemplo los países con los que el nuestro suele compararse en términos de desarrollo, Australia, Nueva Zelanda y Canadá, para advertir que tienen tasas muchísimo más altas de población migrante y políticas activistas en torno a la migración; y que incluso, “la falta de inmigrantes en Chile puede explicar parcialmente la escasez de emprendimiento, innovación y diversificación” de la economía.

La realidad de estas noticias pudimos constatarlas hace unas semanas en Quilicura, junto a funcionarios municipales en el seminario Migrantes y refugiados: Los Derechos Humanos desde los gobiernos locales. Considerando el rol de bienvenida al país que cumplen los municipios, cabe destacar lo que nos dijo el sociólogo Eduardo Thayer: “las políticas municipales son la encarnación de los Derechos Humanos”. Son los municipios y sus funcionarios los llamados en primer lugar a comprender que antes que todo, son los derechos humanos: la entrada de los niños al colegio, la atención en salud, el acceso al trabajo. Secundarias, debiesen ser las exigencias legales, las visas, los papeles. Primero reconocer al ser humano, apoyar y acoger.

Es frecuentemente desconocido por parte de los migrantes y de los servicios locales, por ejemplo, que el derecho al trabajo es inalienable y que el estatus migratorio de la persona no debiese ser un elemento condicionante. En Chile, la posibilidad de ejercer este derecho está supeditado a tener una visa de residencia, lo que limita no sólo la posibilidad de obtener dignamente una fuente de ingreso, sino también la oportunidad de entender que el trabajo es un motor para las personas y como lo plantea Hausmann, también para el país de acogida. El Enfoque de Derechos Humanos en políticas públicas, además, excede la entrega asistencial de servicios, por el contrario, los programas y servicios deben verse obligados a incluir al titular en las decisiones que le atañen directamente, conceptuarlo como ciudadano y no como “carente”. Para evitar acciones discrecionales que limiten el desarrollo de los DD.HH. es importante entonces difundir enérgicamente el contenido de los pactos, convenciones y marcos normativos que Chile ha firmado.

Mientras seguimos a la espera de una legislación actualizada en materia de migración, que oriente el desarrollo de políticas públicas con Enfoque de Derechos Humanos en los distintos ámbitos del bienestar, las experiencias cotidianas en los gobiernos locales van varios pasos por delante y son parte activa en la solución de los desafíos que plantea la migración.