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13 de Abril de 2021

Busquemos que esto suceda: emprendimiento femenino en Chile

Si bien la presencia femenina como emprendedoras ha ido en aumento, continúa siendo menor que la de los hombres, tal como lo señalan las cifras de GEM (2019).

Por Soledad Etchebarne
5° Encuentro Empresarial Mujeres Emprendedoras, 2017. AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Soledad Etchebarne

Soledad Etchebarne es Ingeniera Comercial

Tomar el camino del emprendimiento es un desafío no menor en Chile, y en especial para las mujeres que deciden emprender,  ya sea por la intrínseca complejidad de los roles femeninos, así como por las características del tejido empresarial tradicional chileno, a lo que le agregamos un tercer elemento no menos importante relacionado a los factores exógenos producto del estallido social 2019 y la pandemia 2020-2021, que han puesto en evidencia la fragilidad de una parte del ecosistema empresarial en el país.

Si bien la presencia femenina como emprendedoras ha ido en aumento, continúa siendo menor que la de los hombres, tal como lo señalan las cifras de GEM (2019): “El porcentaje de hombres involucrados en iniciativas emprendedoras en etapa inicial (41%) supera al porcentaje de mujeres (32%) en 9 puntos porcentuales”. Por otro lado, el mismo informe evidencia que un 9% de las mujeres han suspendido su actividad empresarial en los últimos 12 meses, lo que seguramente se ha agudizado en el período 2020 y 2021.

Detrás de un emprendimiento hay un esfuerzo importante de sus fundadoras, para identificar nuevas oportunidades de emprender, innovar, incorporar nuevas estrategias y tecnologías, abrirse a las redes sociales en procesos de comercialización online, además de buscar la forma de mantener vivas las operaciones y hacer crecer su proyecto.

A lo anterior, aparte de su desafío como empresarias, con todas las preocupaciones que esto implica, desde la producción (si la hubiera), los proveedores, los repartidores, clientes, etc.,  se le suma desempeñar las labores dentro de la casa, por ejemplo, las tareas de los niños, supervisión de clases online o preparar las comidas, las que transforman a estas mujeres en verdaderas heroínas multifacéticas, con el consecuente desgaste físico y emocional.

En muchos casos puede estar el apoyo de la pareja o marido, pero se debe considerar además que en Chile el 42% de los hogares dependen de una jefa de hogar, según el censo 2017.

Sin duda, que esta dura experiencia nos hace reflexionar sobre el futuro de estas mujeres emprendedoras. Ya no es suficiente que busquen identificar nuevas oportunidades de negocios, planificar sus iniciativas, adaptarse al complejo ecosistema emprendedor y al COVID que nos ha mostrado todas sus grietas. Sino que, se necesita también que las emprendedoras post pandemia estén juntas en sus tareas, sentadas metafóricamente en círculos virtuosos, tal como señala Isabel Allende en su último libro “Mujeres del alma mía”, donde hace un llamado a compartir sus historias, esperanzas y desafíos, en un trabajo conjunto para vencer sus obstáculos con optimismo, autoconfianza y superación personal.

Y la misma autora nos recuerda la relevancia de la fuerza femenina señalando “por primera vez en la historia somos millones de mujeres educadas, informadas y conectadas”, además de hacer referencia a las palabras del Dalai Lama: “La única esperanza de paz y prosperidad está en las mujeres de occidente”. ¡Busquemos que esto suceda!

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