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6 de Septiembre de 2021

Deuda en las políticas sociales en tiempos de pandemia

Las exiguas ayudas de los primeros bonos fueron mejorando con el tiempo por la presión social y de los parlamentarios, y sumado a las malas evaluaciones en las encuestas. No obstante, no fueron suficientes para atender las necesidades de millones de familias y empresas, y es por eso que las personas han tenido que recurrir a sus ahorros personales.

Por Nathaly Álvarez
En el caso del IFE Universal, se estima una inversión total del Estado de US$ 10,3 mil millones, que llegará a casi 15 millones de personas y 2,8 millones recibieron el bono de $200 mil. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Nathaly Álvarez

Nathaly Álvarez es Periodista

La crisis sanitaria provocada por el COVID-19 ha generado estragos a nivel social y económico en nuestro país y en todas partes del mundo. Durante la peor etapa de la crisis sanitaria, se calcula en aproximadamente 2,3 millones la cantidad de empleos que se perdieron en nuestro país, según una encuesta de la Universidad Católica del 2020. Ahora, si bien las cifras de empleo han mejorado este año y el desempleo registra un 9,5% en el trimestre móvil abril-junio de acuerdo con el INE, muchas personas siguen buscando trabajo o formas para emprender o reinventarse laboralmente.

Al momento de hacer un análisis a las políticas y ayudas que el Estado ha entregado al país, hay que considerar que pese a los esfuerzos del Gobierno por ir en auxilio de las personas y empresas más golpeadas por la pandemia, estamos bastante al debe, sobre todo porque en la actualidad nos encontramos discutiendo la posibilidad de un cuarto retiro de los ahorros previsionales.

A nivel de ayudas estatales, el Gobierno ha implementado un gran número de medidas para enfrentar la crisis sanitaria, y así apoyar a las familias chilenas. Solo en el caso del IFE Universal, se estima una inversión total del Estado de US$ 10,3 mil millones, que llegará a casi 15 millones de personas y 2,8 millones recibieron el bono de $200 mil. Por otra parte, los bonos de clase media 2020 y 2021 llegaron a cerca de 4,9 millones de habitantes, mientras que el préstamo solidario para este mismo sector alcanzó más de 5 millones de beneficiarios. Con relación a las pymes, más de 900 mil han recibido el bono de alivio para éstas y sobre los créditos Fogape reactiva y COVID para empresas, se realizaron más de 423 mil préstamos.

En lo que dice relación en beneficios para el empleo, casi 895 mil personas han recibido el ingreso mínimo garantizado y el subsidio al empleo contrata lo obtuvieron 720 mil trabajadores. También, cabe mencionar la Ley de Protección al Empleo, que permitió proteger los contratos de más de 800 mil trabajadores, principalmente de micro, pequeña y medianas empresas. No obstante, esta política tiene un grave problema al utilizar los fondos del seguro de cesantía para financiarla; es decir, los trabajadores que vieron suspendidos sus contratos producto de la pandemia, están gastando sus ahorros para pagar sus propios salarios y estos fueron disminuyendo con el paso de los meses.

Volviendo al tema el cuarto retiro, claramente el uso de los dineros ahorrados para la vejez es una mala señal y a todas luces refleja que fallaron los beneficios que el Estado tuvo que haber ofrecido a las personas o grupos que más lo necesitaban, ya que estamos hipotecando la posibilidad de que cuenten con una jubilación digna para vivir esta etapa de la vida que cada vez se prolonga más con el avance de la ciencia y la salud. Según la Superintendencia de Pensiones, se calcula que con un cuarto retiro los afiliados que quedarán sin fondos en AFP subirían a 5,5 millones de un total que supera 11 millones.

Además, el 20% de los afiliados del sistema no tienen ahorros en sus cuentas individuales producto de los retiros que se han hecho hasta ahora; es decir, 2.132.056 personas que están en AFP no podrían acceder a este cuarto proceso. Y son más mujeres que hombres los que se han quedado sin saldo, 1.335.434 versus 796.622, respectivamente.

A modo de conclusión, el Estado no ha sido capaz de ayudar a las personas de manera oportuna cuando realmente lo necesitaban. Las exiguas ayudas de los primeros bonos fueron mejorando con el tiempo por la presión social y de los parlamentarios, y sumado a las malas evaluaciones en las encuestas. No obstante, no fueron suficientes para atender las necesidades de millones de familias y empresas, y es por eso que las personas han tenido que recurrir a sus ahorros personales (fondos de AFP o seguro de cesantía) para llegar a fin de mes o han tenido que solicitar algún préstamo estatal, con garantía del Estado o sin ella.

Vemos que ha existido falta de empatía con las personas desde que comenzaron las primeras cuarentenas, ser más receptivo en la necesidad y en el sentido de urgencia de la gente y haber usado mayor cantidad de recursos fiscales y endeudar más el Estado a través de emisión de bonos y otros instrumentos, pese a que esto traería consecuencias a futuro en relación con el déficit fiscal estructural, ya que actualmente se estima en 9,5% del PIB para este año. Endeudar al Estado hoy es la salvación de las cuentas de pensiones de los actuales trabajadores del sistema y permite terminar con la política populista del retiro paulatino de 10% que solo asfixia a quienes están próximos a jubilar.

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