Secciones El Dínamo

cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad
30 de Mayo de 2023

El Gobierno de chascarros

La excusa de que es un ejecutivo joven, quizás inexperto pero con buenas intenciones y proyectos ya no sirve. Parece un grupo de cabros chicos que está haciendo todo menos lo que se espera de ellos: conducir al país.

Por Tomás Szasz
Las tan prometidas rebajas sustanciales de remuneraciones de legisladores y ministerios – algo que enfurece a un público cada vez más pobre – quedó en la nada. AGENCIA UNO/ARCHIVO
Compartir

Realmente son tantos los chascarros, equivocaciones, papelones y contradicciones tanto del Presidente Boric, como su Gobierno y su entorno político, que se pierde la cuenta, que ya es difícil asumirlos en una lista.

La excusa de que es un ejecutivo joven, quizás inexperto pero con buenas intenciones y proyectos ya no sirve. Parece un grupo de cabros chicos que está haciendo todo menos lo que se espera de ellos: conducir al país. Algo que no hacen ni mal, ni bien: simplemente no lo conducen. Es un desgobierno que deja a Chile a la deriva en un mal momento mundial; puede o ser irreversible, o necesitar muchos años para encontrar de nuevo la senda perdida por allá a mediados del decenio pasado.

Este Gobierno ha sido elegido por una importante mayoría de votantes (aunque la mitad con derecho a sufragio); pero ahora la gente, más con bronca que otra cosa, rechaza todo lo que Boric y Cía. propone. La elección de los 50 miembros del Consejo es la más radical prueba de la opinión pública: le dieron una sonora paliza a su actuación de más de un año en el poder, eligiendo una exagerada mayoría de consejeras/os del otro extremo.

Pero al parecer nada sirve para cambiar el rumbo y sacudirse el yugo extremo-izquierdista: las respuestas a los desafíos, los proyectos presentados, la línea general del ejecutivo solo muestra tozudez, ceguera y nula voluntad de enmendar una política mala: todo parece un manotazo antes de ahogarse; y no solo del Gobierno, sino del país.

A pesar de aumentar la administración pública con cien mil empleados – claro signo del ”pitutismo” – la atención en distintos organismos estatales nunca fue peor; la espera de atención – principalmente en cirugías – en salud se intensificó; las colas para renovar permisos de circulación (ni hablar de nuevos) se triplicaron; lo mismo pasa en las oficinas de registro público; etc. etc.

Las tan prometidas rebajas sustanciales de remuneraciones de legisladores y ministerios – algo que enfurece a un público cada vez más pobre – quedó en la nada. Mientras ministras/os y legisladores se ufanan con nuevos vehículos y vacaciones al extranjero, hay cada vez menos trabajo con contrato, ya que las pymes (el mayor cúmulo de empresas) están al borde de la crisis y no soportan el nuevo sueldo mínimo, a pesar que éste está lejos de garantizar una vida digna.

Cada nueva propuesta – incluida la de explotación del litio – aleja más la inversión, tanto local como extranjera. Los capitales nacionales ya se encuentran a resguardo fuera de Chile a la espera de mejores perspectivas y los extranjeros no ven atractivo alguno para traer el suyo en medio de recesión e inflación y una manifiesta intención de aumentar el poder del Estado y reducir la participación privada.

Lamentablemente, se están cumpliendo casi todas las predicciones pesimistas que expresé junto a tanta gente sensata hace un par de años. Si algo se salva es gracias a que el oficialismo carece de mayoría en el Parlamento, ese que se dedica principalmente a rebatir las malas propuestas del Gobierno en su insistente intento refundacional.

La partición de la izquierda hace vislumbra, cuán lucecita al final del túnel, varios diálogos iniciados gracias principalmente a cierta lógica demostrada por el Ministro de Hacienda y el comportamiento del hasta ahora independiente Banco Central.

Dejé para el final de esta “opinión” lo más importante: la seguridad. Nunca imaginábamos estar hundido en el fango del narco, de las organizaciones criminales internacionales, de las bandas locales, como ahora. El crimen se adueñó de las calles, y no hay un plan de lucha. La guinda de la torta es el terrorismo cada vez más descarado en la Araucanía, ya extendida a otras Regiones lindantes. El temor ancestral de la izquierda a usar las fuerzas de orden en su debida medida está transformando el otrora insignificante movimiento “indigenista” en un ejército bien armado y organizado que asesta diariamente golpes a agricultores y forestales de la zona, con la consecuente fuga de éstos y empobrecimiento de su población rural.

Quisiera terminar estas líneas con algo de optimismo, pero se hace sumamente difícil. No veo voluntad alguna ni en el extremo izquierdo del oficialismo ni en el Presidente y su núcleo cerrado para cambiar. Ojalá veamos alguna señal positiva en la inminente rendición de cuenta de Gabriel Boric…pero no soy optimista.

Léenos en Google News

Notas relacionadas

Deja tu comentario

Lo más reciente

Más noticias de Opinión