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“Julio ya viene”: meme y leyenda

En esta parte del mundo donde el mes de julio es sinónimo de invierno, frío, cielos grises y estufas encendidas, la cara sonriente y bronceada del español aparece en la pantalla del celular como un contraste casi poético. Porque convengamos que el chiste funciona únicamente gracias a que Julio Iglesias no es solo un nombre propio y un mes, sino una leyenda con todas sus letras.

No importa lo frío que esté el invierno o cuánto haya subido el gas o la parafina. Pase lo que pase, cuando llega el mes de julio, también llega Julio. Sonriente, bronceado, coqueto, apuntando con el dedo o guiñando el ojo. En situaciones imposibles y en otras francamente ridículas. Que falta poco, que ya viene, que está a la vuelta de la esquina, que ya está aquí. La explosión virtual de memes que vinculan a Julio Iglesias con el séptimo mes del año se ha convertido en una tradición digital tan instalada como los maquillajes de Halloween o los algoritmos navideños. Pero en este rito en particular hay algo muy único y muy especial: porque está la risa, por cierto, pero también la vigencia de décadas y el respeto tácito por un personaje que supo ganarse un lugar en la cultura pop planetaria.

En esta parte del mundo donde el mes de julio es sinónimo de invierno, frío, cielos grises y estufas encendidas, la cara sonriente y bronceada del español aparece en la pantalla del celular como un contraste casi poético. Porque convengamos que el chiste funciona únicamente gracias a que Julio Iglesias no es solo un nombre propio y un mes, sino una leyenda con todas sus letras. Por eso es que detrás de esa repetición estacional, detrás de este meme, está la figura de uno de los artistas más universales de la música popular en español.

Habrá que contarle a los que lo conocen solo por la anécdota algorítmica, que el hombre que en septiembre cumple 82 años de edad no fue exitoso; fue un fenómeno. Con 57 años de carrera, 80 discos publicados y más de 300 millones de copias vendidas en el mundo, Julio no solo grabó para el público hispano, también lo hizo en inglés, francés, alemán, portugués, italiano y filipino, entre otras lenguas. Fue un embajador melódico antes de las modas del viral y los feats internacionales, y llevó el bolero, la balada romántica y el bailable hispano a rincones del mundo que probablemente no sabían dónde quedaba Madrid, pero sí sabían tararear To All the Girls I’ve Loved Before, esa que cantó a dúo con Willie Nelson en 1984.

Y lo mejor de todo es que lo hizo consciente de sus limitaciones vocales que supo convertir en un sello personal. Seamos francos: el hispano más modulaba que cantaba, pero lo hacía con una sensibilidad y una elegancia tal que le dieron un timbre inconfundible. Compartió escena y época con titanes como Raphael, Camilo Sesto, José Luis Rodríguez y José José, todos con voces más potentes y registros más virtuosos. Y aun así Julio, gracias a esa capacidad única para conectar con públicos muy diversos, se posicionó como el más internacional de todos ellos. El hombre nacido Julio José Iglesias de la Cueva no construyó su carrera desde la intensidad dramática o el desgarro interpretativo, como los antes mencionados: lo suyo fue la seducción, el encanto suave, el guiño constante y el cantar desde un lugar más liviano, elegante, a veces hasta superficial, pero tremendamente efectivo.

Su look imbatible, de camisas de lino y sillas de mimbre, de abundancia de hijos, mitos, excesos y anécdotas, encarnó el ideal de una masculinidad antigua, de un estilo de vida que Iglesias definía por sí mismo. Y en una época previa a las redes sociales y el marketing digital, su imagen recorrió el mundo con la misma fuerza que su música. Por eso es que cuando “vuelve Julio”, lo hace no solo como una broma viral, sino como una reminiscencia afectiva. Su presencia por ridícula o anacrónica que parezca en un meme, activa también la memoria de un tiempo donde la música romántica llenaba estadios, los cantantes eran ídolos intocables y las emociones se libraban de tanto gritar canciones al viento.

Hay algo admirable en la forma en que Julio Iglesias sobrevive y que no sea por un disco nuevo, una gira millonaria o un escándalo resucitado. Sino por ser quien siempre fue: un símbolo reconocible, un personaje entrañable, una voz que flota entre la nostalgia y la parodia, sin que lo uno niegue lo otro.

Es julio y Julio ya está aquí. Y aunque parezca solo una broma recurrente, lo entrañable de esta liturgia digital es el guiño afectuoso, quizás involuntario, a una figura que marcó generaciones con su voz inconfundible y su romanticismo sin pudor. Tal vez sin quererlo, estas bromas virales terminan siendo una forma contemporánea de homenaje y si lo seguimos nombrando, es porque su música sigue ahí, escondida en algún rincón del inconsciente colectivo.

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