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Emprender en tiempos de guerra

Aquí se demuestra la verdadera esencia del que emprende: mirar más allá del caos inmediato, identificar oportunidades donde otros sólo ven problemas, construir mientras el resto espera que pase la adversidad.

Los emprendedores siempre hemos construido en medio de la incertidumbre, pero en estos últimos días la frase se ha vuelto especialmente cierta. Las tensiones entre Israel e Irán nos preocupan no solo como ciudadanos del mundo: también sacuden los mercados globales y amenazan de manera directa los proyectos. El encarecimiento del dólar y el alza en el precio de las materias primas son desafíos que están fuera de nuestro control y que golpean fuerte al emprendimiento. Como suele pasar, los más afectados son quienes están recién partiendo. Aquellos que no tienen un amplio respaldo financiero ni acceso preferencial a créditos. En estos tiempos convulsos, el emprendedor tiene todavía más desafíos, ya que, además de hacer crecer su idea, debe sumar el impacto de un mundo en crisis.

Sumado a lo anterior, hace unos días el INE informó que la tasa de desempleo en Chile supera el 9%. En paralelo, el Banco Mundial ajustó su proyección de crecimiento local: 2,1% este año, una décima menos que lo estimado hace sólo unos meses. Si uno ve las cifras, lo que aparece es un país contenido, que avanza con esfuerzo, pero sin despegar. La pregunta entonces es: ¿cómo se reactiva una economía con todos estos factores en contra?

Una respuesta posible, aunque muchas veces subestimada, está en la creatividad de los emprendedores. Aunque los grandes titulares hablan de guerra y recesión, el emprendimiento sigue avanzando —persistentemente— e incluso añadiendo giros de tuerca a los escenarios pesimistas. Recordemos los tiempos de pandemia, cuando hubo negocios que desaparecieron, sí, pero también muchos otros que sobrevivieron al innovar, crear y crecer. Creo que aquí se demuestra la verdadera esencia del que emprende: mirar más allá del caos inmediato, identificar oportunidades donde otros sólo ven problemas, construir mientras el resto espera que pase la adversidad.

Esto no es sinónimo de romantizar las dificultades ni de dejar que los emprendedores se las arreglen solos. La creatividad requiere medidas de apoyo y políticas públicas, con un ecosistema que comprenda la fragilidad de los negocios ante eventos internacionales y que esté dispuesto a acompañar con herramientas concretas.

También es un buen momento para reforzar las instancias de colaboración. Las redes entre emprendedores, la compra local y la apuesta de las grandes empresas por conectar con productores y proveedores locales pueden ser la diferencia entre aguantar o desaparecer. La premisa de fondo es que el tejido emprendedor chileno tiene una resiliencia extraordinaria, pero no es eterno. Hay que fortalecerlo con decisión y visión de futuro.

En estos tiempos de guerra (literal o simbólica), emprender es un acto de valentía, una forma de resistir y creer en el talento de nuestro país. Mi mensaje para quienes están creando, levantando negocios, diseñando productos o generando empleo es que sigan. Y a quienes toman decisiones desde los gobiernos y las grandes empresas, les diría que tengan en la mira a los emprendedores como aliados estratégicos para construir futuro.

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{title} Felipe Assadi