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La ventaja ética: por qué las democracias liberales crean mejores empresas

Los desafíos éticos contemporáneos —desde la moderación de contenidos hasta la minería responsable de cobalto— no son obstáculos al desarrollo tecnológico, sino aceleradores de innovación. Las empresas que operan en democracias maduras desarrollan soluciones más sofisticadas porque deben satisfacer simultáneamente demandas de rentabilidad, transparencia y responsabilidad social.

Los desafíos morales del siglo XXI no frenan la innovación empresarial; la catalizan. Mientras las plataformas tecnológicas luchan contra la desinformación y el extremismo en línea, empresas como Helsing demuestran que es posible desarrollar tecnología de defensa avanzada manteniendo estándares éticos rigurosos. La compañía alemana, fundada tras la anexión de Crimea, se compromete públicamente a vender, su software de inteligencia artificial, únicamente a gobiernos democráticos, es una innovación que surge precisamente de restricciones éticas autoimpuestas.

Esta aparente paradoja —que las limitaciones morales generen ventajas competitivas— se replica en sectores diversos. Lego transformó su cultura organizacional creando un “leadership playground” basado en valores como curiosidad, valentía y enfoque, términos que evocan deliberadamente el juego infantil. El resultado: un crecimiento promedio del 10% anual durante cinco años, superando ampliamente a Disney, Mattel y Hasbro. La empresa descubrió que los marcos éticos no coartan la creatividad; la estructuran de manera productiva.

Taschen editorial ilustra cómo la cultura liberal permite fusiones empresariales impensables en contextos más rígidos. La casa alemana publica con igual rigor la Biblia de Lutero y fotografías fetichistas, arte clásico y cultura popular, volúmenes de 9,99 euros y libros de lujo de 3.000 euros que incluyen mesa diseñada por Philippe Starck. Esta amplitud temática, posible solo en sociedades que celebran la diversidad cultural, ha convertido a Taschen en la editorial de arte más exitosa del mundo.

Los desafíos éticos contemporáneos —desde la moderación de contenidos hasta la minería responsable de cobalto— no son obstáculos al desarrollo tecnológico, sino aceleradores de innovación. Las empresas que operan en democracias maduras desarrollan soluciones más sofisticadas porque deben satisfacer simultáneamente demandas de rentabilidad, transparencia y responsabilidad social.

Yubico, pionera en autenticación de dos factores, ejemplifica cómo la ciberseguridad se convierte en ventaja competitiva cuando las empresas abrazan principios de transparencia y accesibilidad. Su fundadora, Stina Ehrensvärd, reconocida como Emprendedora Mundial del Año 2025, construyó un negocio global partiendo de la premisa ética de que la seguridad digital debe ser universal.

Para Chile, estas experiencias plantean un desafío doble. La clase empresarial debe tomarse en serio tanto la responsabilidad social corporativa como la creatividad como motor de crecimiento. Mientras tanto, la clase política enfrenta la tarea de reducir la permisiología burocrática y convencerse definitivamente de las bondades de la democracia y la cultura liberal.

Está muy por verse si los autoritarismos competitivos de derecha lograrán mantener la creatividad alcanzada por las sociedades democráticas y liberales. Los populismos de izquierda, como demuestran los casos latinoamericanos, han destruido el tejido empresarial innovador. La ética empresarial no es un lujo moral; es una ventaja competitiva que solo florece plenamente en democracias robustas con culturas verdaderamente liberales.

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