¿Se acuerda quién es el jefe o jefa del comando de Jeannette Jara? No se preocupe, yo tampoco.
Hay que revisar las noticias del 31 de julio, cuando la candidata de militancia comunista presentó a su elenco para la campaña de primera vuelta, para enterarnos de que se trata de Jorge Millaquén, socialista y ex asesor directo en su paso por el Ministerio del Trabajo.
El nombre no sólo sorprendió por lo desconocido, sino porque todos apostaban a que ese estratégico y relevante rol lo ejercería de manera oficial Marcos Barraza, ex constituyente y también ex ministro.
Señales había. Por ejemplo, un día antes de anunciar el nuevo equipo, Jara participó de un encuentro privado con ejecutivos de varias empresas grandes de nuestro país y lo hizo acompañada de Barraza, a quien, según entendieron algunos de los asistentes, lo habría presentado como su mano derecha y jefe del comando.
La explicación para dejar a Barraza en segundo plano tendría que ver con los resquemores que generaría entre algunos dirigentes más moderados de los partidos que apoyan a Jara, la influencia que tiene el personero comunista, en especial por su estilo de hacer política, generalmente confrontacional, muy distinto al perfil que ha tratado de construirse Jara en los últimos meses. En este punto varios recuerdan el papel decisivo que tuvo Barraza a la hora de excluir a las minorías en el primer proceso constituyente, algo a lo que atribuyen buena parte de la responsabilidad para que la propuesta terminara en el más absoluto fracaso luego de, al no tener contrapeso alguno, transformarse en un verdadero mamarracho afiebrado, digno de países bananeros, filo autócratas.
Esté ahí o no la explicación, lo concreto es que Millaquén es hoy nominalmente el jefe del comando, pero con un rol más bien administrativo y no tan estratégico ni político. “Principalmente le lleva la agenda”, han comentado privadamente otros integrantes del grupo en los últimos días.
Otra explicación para todo este reacomodo y que también serviría para entender mejor el rol de Millaquén, es que a todas luces Jara cuenta con una generalísima o jefa de comando estelar. Ni más ni menos que la vocera de Gobierno, Camila Vallejo.
Es sabido que una vez que ella dejó de ser opción presidencial -por decisión personal, compromiso de acompañar a Boric “hasta el final” y su maternidad- apostó fuerte por la candidatura de Jara, que, también sabemos, no era la preferida de la directiva del PC, que tenía puesta sus fichas en el ex alcalde Daniel Jadue, contra quien la fiscalía pide 18 años de cárcel por diversos delitos de corrupción.
Desde ese momento ha sido su consejera permanente y, claro, Jara la escucha con mucha atención, lo que ahora se ha visto potenciado porque además cuenta con Susana González como intermediaria directa y de total confianza, luego de que esta semana la ex jefa de gabinete de Vallejo se sumara a su equipo de campaña.
Hasta ahí, todo bien, dentro de las reglas y las dinámicas propias de cada candidatura, sus partidos y sus bloques. El problema está en que Vallejo no debería jugar ese rol de generalísima en las sombras en paralelo al de vocera de Gobierno.
Porque Vallejo incluso ha ido más allá, o bastante más allá, al, por ejemplo como lo hizo esta semana, criticar directamente y en muy duros términos al hasta ahora principal contendiente de Jara, José Antonio Kast.
“No sorprende que José Antonio Kast desprecie el Parlamento. Estuvo 16 años sin hacer nada muy relevante en el Congreso”, repitió varias veces Vallejo en una entrevista con CNN, en plena casa de Gobierno, en pleno horario laboral y ejerciendo en pleno su rol de portavoz oficial.
La Contraloría ha sido enfática y reiterativa en esto, recordándoles a los funcionarios públicos, tal como lo hizo en su último instructivo de junio, que “cualquiera sea su jerarquía o estatuto jurídico” están impedidos de “realizar, en el ejercicio de sus cargos o funciones, durante la jornada de trabajo, dentro o fuera de las dependencias públicas o utilizando bienes o recursos públicos, actividades de carácter político y, en tal virtud, por ejemplo, no pueden hacer proselitismo o propaganda política, promover o intervenir en campañas o participar en reuniones o proclamaciones para tales fines, asociar la actividad del organismo respectivo con determinada candidatura”.
Puede que sea ingenuo esperar esto, pero es sano y muy deseable que se mantenga bajo la administración de Boric uno de los valores diferenciadores de nuestro sistema político, la prescindencia con la que han actuado los gobiernos en época electorales, sobre todo, atendiendo al caso en cuestión, por la potencia comunicacional que puede llegar a tener un gobierno gracias a los millonarios recursos que maneja para estos fines y la obvia atención mediática que generan sus principales autoridades a la hora de dar a conocer sus opiniones.
Vallejo y cualquier otra figura o autoridad del gobierno, por cierto, tienen todo el derecho a apoyar a Jara, pero, o lo hacen en su tiempo libre y con sus recursos o dejan sus cargos y se suman, ahora de forma oficial, al comando. Lo otro es querer meter la mano en la urna.