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6 de Febrero de 2014

[Fotos] Sin vacaciones: Las viejas y nuevas luchas en un día de Roxana Miranda

Desde las Presidenciales, ella y su grupo de dirigentas opera con una mirada mucho más estratégica en cada paso que dan. Se coordinan y tienen más objetivos claros. Además, dice que hay un proyecto que la tiene contenta: la creación de una escuela de dirigentes sociales. Acompañamos a Roxana en un día de reuniones y esto sucedió.

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-¿Y la Roxana? -pregunta una mujer a la entrada de la Gobernación Metropolitana en medio del Barrio Cívico.
-Viene en el Metro, está atrasada -se apresura otra en responder.

Nueve mujeres y dos hombres esperan a Roxana Miranda para reunirse con representantes del ministerio de Desarrollo Social. Todos ellos son deudores habitacionales y también militantes del Partido Igualdad, el que preside la otrora candidata presidencial. Días atrás habían solicitado una reunión con el jefe de Focalización de esa cartera para discutir la recalificación de un grupo de familias que han sido perjudicadas -injustamente, dicen- por el puntaje de la ficha de protección social.

Desde el lunes 18 de noviembre, un día después de perder en las Presidenciales, Roxana no ha parado un minuto. Teniendo una candidatura presidencial sobre sus hombros, no abandonó la agenda del movimiento social que la puso a la cabeza de un grupo de familias que luchaban por evitar el embargo de sus casas. Continuó reuniéndose con deudores, deteniendo remates, yendo a bancos a negociar y movilizando a su gente. En medio de eso atendía a la prensa, hacía puerta a puerta e iba a debates presidenciales.

Hoy, quienes la acompañan son mujeres y hombres que han sido liderados por ella en los últimos años, sobre todo en Andha Chile. Cuando no está presente, hablan de la dirigenta constantemente, dicen que logró evitar una protesta afuera del ministerio -a cambio de una reunión- y que desde su plataforma como candidata presidencial logró visibilizar sus demandas mucho más rápido que si hubiesen seguido protestando en las calles.

“Ella ha sido la única consecuente entre lo que dice y lo que hace. En la Concertación y la derecha son lo mismos. También estaba Parisi, que tenía el sueño de un aventurero de niño rico. Roxana es la única luchadora social”, dice Gabriela Garrido, una de las mujeres de su equipo. Ella y decenas de dirigentas sociales trabajaron por semanas recolectando firmas para inscribir la candidatura presidencial de Roxana; luego, dejaron los pies en la calle haciendo campaña, voto a voto, explican.

Confían sin vacilar en que podrán generar un cambio, aunque “de aquí a unos cien años”. “Mientras el pueblo no tome conciencia de que nos están cagando, vamos a estar tapados de mierda. La gente se acostumbró a estar bajo la pata del milico”, comenta Erica Rivera.

Para lograr esos cambios, se organizan estructuradamente. Los lunes y los jueves son sagrados: se realiza asamblea en la Región Metropolitana desde las 7 de la mañana, momento en que detallan las reuniones que tendrán con las autoridades y vecinos para lograr sus objetivos. Deciden qué dirigentes irán a dónde y qué dirán, junto a una una serie de estrategias bien calculadas y ordenadas.

Para la reunión con Desarrollo Social, se decidió que la encabezaría Roxana. Sin embargo, no alcanzó a llegar desde San Bernardo a las oficinas de la Gobernación. A esa hora, debió correr a una conferencia de prensa donde hablaría de su descontento con el gabinete anunciado por Michelle Bachelet para su futura administración.

La odiada Ficha

La esperada reunión quedó a cargo de Nélida Torres, quien en las pasadas elecciones Parlamentarias también fue candidata, pero a diputada por Colina, Lampa, Pudahuel, Quilicura y Til Til. Al otro lado de la mesa negociadora, en el piso 3 del edificio, está Max Franco, jefe de la División de Focalización del ministerio, además de otros funcionarios. Franco está a cargo de la construcción de la nueva ficha de protección social.

-Estamos acá porque los altos puntajes en la ficha de muchas familias no nos permiten acceder a programas sociales ni beneficios del Estado ni ayudas en programas de salud o educación- le dice la dirigenta, con calma y con confianza, como les ha dicho Roxana Miranda que deben hacerlo-. Yo no les digo beneficios. Es una mínima posibilidad que se nos puede dar.

Lo que piden, en el fondo, es una re-evaluación de esas familias en la ficha de protección social, que se les vuelva a encuestar. Acusan desprolijidad en la toma de datos y que se evalúan datos irrelevantes, lo que los ha perjudicado en comparación a otros que están en las mismas condiciones. Comienza el intercambio de historias.

“A mí me da vergüenza tener que explicarles a ustedes, personalidades del Gobierno, lo que necesitamos. Yo no sé si son ciegos o no ven este tipo de problemas”, dice enojado Juan, otro dirigente. A los problemas que él se refiere son a los de un grupo de familias, donde al menos uno de sus integrantes tienen enfermedades catastróficas, cáncer muchos de ellos, pero el alto puntaje asignado en la ficha les impide acceder a beneficios o subsidios. Esto pues la ficha de Protección Social los evalúa como sanos y solventes, lo que eleva el puntaje a cerca de 14 mil puntos. A varios de ellos están a punto de rematarles la casa por no pago. “No alcanza la plata para los remedios y para pagar”.

-¿Dónde vive usted, señor? -continúa.
-En Tobalaba -responde el jefe del área.
Nuestras casas son precarias. No entiendo qué evalúan, qué ven. Hay que gente que tiene 2 mil puntos y otros 14 mil en condiciones similares. A mí me da vergüenza venir a contarles mis problemas.
-El más claro ejemplo es que la hija del ex ministro Golborne haya tenido subsidio y más encima lo hacen público -dice otra de las mujeres en relación al beneficio al que accedió Ignacia Golborne-. A mí me daría pudor postular teniendo tanta plata.

Max Franco los mira atentamente y cada cierto rato asiente. El grupo tiene clara la estrategia frente a las autoridades que definieron en reuniones previas con los dirigentes: ser implacables, conocer sus errores y debilidades para enfrentarlos con dureza y “sin ser dados vuelta por un ofrecimiento poco real”.

También tienen claro otro punto, algo que Roxana siempre repite: el partido político -Igualdad- es un instrumento y herramienta para los objetivos de la movilización social, y no al revés. En eso están claros.

Bajo ese mantra, actúan desde que conformaron la tienda política. “Podemos estar en la calle siempre, pero no vamos a tener injerencia en nada si no tenemos este instrumento, era la única forma, siendo parte de la política y pudiendo disputar espacios de poder”, explica Gabriela Garrido. “Nosotros somos base social y tenemos esta herramienta política, a diferencia de la lógica tradicional de los partidos”, les dijo una vez Roxana Miranda para marcar la diferencia.

Sigue la reunión. “¿Por qué no quiere que la reencuesten a usted, pero sí a otras familias?”, le pregunta Franco a Gabriela Garrido. La dirigenta le explica que una nueva evaluación le va a subir el puntaje de la ficha de Protección Social y que con eso perderá las becas que logró conseguir para sus tres hijos. “Porque acá es un lujo estudiar y no un derecho”, dice. Franco niega con la cabeza esa versión, pero Gabriela lo contradice. Le explica que la realidad dista bastante de lo que reflejan sus números y reglas “en papel”, que lo que todos están relatando es lo que pasa “en la calle” y que no aparecerá en sus informes técnicos.

Max Franco toma la palabra. Cuenta que llevan semanas trabajando en la nueva ficha de Protección Social y que ésta medirá de otra forma el acceso a beneficios, sin tomar en cuenta un televisor o lavadora, ejemplifica. Asegura que la tienen lista pero que este Gobierno no alcanzará a aplicarla y que dependerá de la administración entrante que encabezará Fernanda Villegas en ese ministerio. “Me voy frustrado por no haber podido cambiarla”, les dice. Los ánimos se elevan.

-Queremos una respuesta concreta ahora.
-Yo no se las puedo dar en este minuto- responde el jefe de Focalización.
-Si no hay respuesta, en una semana estaremos acá protestando.
¿Alguien quiere un vaso de agua?– interrumpe uno de los interlocutores para distender el ambiente.
-Ya. Harto bueno sería que algo agarremos del Gobierno, poh– bromea desde una esquina Erica Rivera, otra de las dirigentas. Todos ríen.

Roxana, la estratega

“¿Alguien tiene algo dulce? Tengo fatiga”, le dice Roxana Miranda a parte del grupo que sostuvo la reunión con el ministerio y con quienes ahora se reúne en un edificio en Nueva Amunátegui, donde su amigo Rodrigo Román, el conocido abogado, tiene su oficina. El objetivo es conocer cómo estuvo la reunión y definir el plan de acción a seguir tras las respuestas del Gobierno. Una de las mujeres le ofrece fruta con avena para el hambre.

-Toma. Son ciruelas, un poco fome -le dice.
¿Fomes como el gabinete de Bachelet? -le pregunta Roxana y todas ríen -Cuéntenme cómo les fue.

“Mal”, concluyen las dirigentas. Entre todas comienzan a detallar cómo fue la reunión, qué dijeron las partes y qué soluciones ofrecieron. “Nosotros le explicamos que queremos que se evalúe como corresponde a las familias”.

-Dijo que ni aunque el Presidente se lo pidiera nos iba a subir ni un punto en la ficha.
-Cabras, lo que queremos no es que suban el puntaje. Queremos que se reevalúen, hay que ser cuidadosos con lo que decimos- les dice Roxana.
-Le decíamos también que muchos manipulan las fichas para conseguir cosas, pero no decía nada- explicó otra de las mujeres.
-Claro que las manipulan, ¡claro que las manipulan! -les responde Miranda-. ¿Si no, cómo la hija de Golborne tuvo subsidio?

Entre todas analizan la respuesta y el escenario en que se encuentran. “Vivimos en mundos distintos. Estamos develando cosas reales de lo que pasa y ellos no son capaces de recogerlo. Si ellos escucharan cuando un dirigente les dice que pasa equis, sería muy distinto. Para ellos es como si un número fallara no más, no una familia”, dice Roxana al grupo que escucha en silencio.

Son mujeres cansadas y enojadas, pero con energía para seguir luchando. Miranda explica en detalle cuál es el plan de acción a seguir, la estrategia que usarán para lograr sus objetivos. Todas toman nota de quién irá a qué municipalidad a insistir con la re-evaluación de las fichas de protección social. Otras deberán agendar reuniones. Algunas tendrán la misión de hacer un barrido por el historial de los futuros ministros y subsecretarios, sobre todo a los de Vivienda. “Hay que conocerles el prontuario para enfrentarlos”, les recuerda.

Cada ciertos minutos, Roxana les pregunta cómo era el ánimo de los otros dirigentes, cómo estaban y cómo reaccionaron. Les explica que a las reuniones deben ir siempre alguien con experiencia con otro más novato para que aprenda y se enfrente a diferentes situaciones desde ya. “No se saquen fotos con la autoridad, nunca. Después las ocupan para decir que somos todos amigos”, les recalca la ex candidata presidencial. “¿Cabros, nadie se quedó atrás solo en la reunión de hoy?”, pregunta. “No, nadie”, responden todas al mismo tiempo. Ella asiente tranquila.

En el grupo hay mujeres que llevan años junto a Roxana; otras tienen menos experiencia. “Esta señora lleva años en la lucha, pero no habla”, explica Miranda. “Nunca ha abierto la boca y tiene la media presencia, pero no habla”, dice otra mujer a su lado y agrega: “Pero cuando habla deja la cagada”. “Hoy yo me atreví a hablar y fui bien señora”, espeta otra a la líder del grupo ante las carcajadas del grupo.

La escuela de dirigentes

Ya fuera del edificio que albergó la reunión, mientras detalla sus planes, Roxana es saludada por varias personas. Algunas se emocionan hasta las lágrimas, le cuentan sus problemas, la empujan a seguir adelante y le dicen que apoyan su proyecto transformador. Ella conversa con cada una y se da tiempo para sacarse fotos con quienes se lo piden. Luego, se pone seria y habla fuerte.

“En nuestras primeras reuniones en el Congreso, yo veía la postura de los parlamentarios. Física y teatralmente eran tipos cancheros y nosotros, como dirigentes, con su forma de hablar nos achicábamos. Aprendimos que tiene que ser al revés. Empezamos a crecer en postura y argumento, lográbamos descolocarlos mostrándoles sus ‘yayitas’. Ahí salía su verdadera esencia: ordinarios y groseros”.

Con esa visión basada en su experiencia como dirigente social en sus primeros años, Roxana Miranda ideó una forma en que sus compañeros alcen la voz y compitan igual a igual con políticos tradicionales: crear una escuela de dirigencia y oratoria, donde los dirigentes, militantes y delegados de territorio puedan aprender a ser “más políticos”.

La escuela comenzará en marzo y estará compuesta por varios profesionales -sociólogos, periodistas, actores- y militantes del partido que prepararán a los dirigentes para hablar en público, generar confianza y demostrar seguridad al hablar. Como en todo dentro de Igualdad, será autogestionado a través de aportes voluntarios y de las voluntades de personas para participar del proyecto, explica Roxana. Dice que eso genera una “mística y compromiso” con lo que se está haciendo, mucho mayor que si hubiese plata de por medio.

Todos podrán ser capacitados, entre ellos varios grupos relacionados a las demandas habitacionales: los deudores, el comité de allegados, damnificados, el Movimiento de Pobladores en Lucha. También participan en el partidos grupos ambientalistas, por la defensa del agua y los valles. En educación tienen falencias, dicen, lo que compensan con la organización estudiantil y el apoyo de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios. También entienden que necesitan ampliar el equipo de líderes, buscar nuevas caras que logren llevar a cabo las demandas.

“A nosotros nos puede pasar cualquier cosa. ‘Ah, chuta. Se murió la tía Roxy’ y ¿ahí quedó todo? No. Tiene que haber más líderes, si no nos transformamos en los mismos de siempre”, explica la dirigenta. “Toda mi aprendizaje en la práctica sirvió para la candidatura. En los foros y debates ellos tiritaban, estaban nerviosos. Para mí era una reunión más, a mí no me intimidan si su ropa ni su forma de hablar”.

Planificando, planificando

En un céntrico café capitalino, Miranda detalla sus planes, su mirada política y sus deseos. “Harto cuico el lugar, ah”, bromea al ingresar, entre los saludos de otros clientes y los meseros. “Fuerza, Roxana”, “Yo voté por ti”, “Nos vemos en 2018” son algunos de los comentarios. A todos les agradece sonriendo y, a quienes puede, con un abrazo.

Las tareas de Roxana, su grupo de dirigentas y el Partido Igualdad no se detienen en soluciones habitacionales para las cientos de familias que representan. Hoy se encuentran en proceso de búsqueda de monitores constituyentes para un proceso que llamaron “Vía popular a la Constituyente”. Ahí planean determinar, desde su tribuna, cuál es el mejor camino “para garantizar que la voluntad del pueblo estará plasmada en una nueva Constitución. Si no es vía popular, no será legítima”, explica.

Varias de las dirigentas coinciden en que ni los diputados y senadores fueron escogidos como asambleistas, por lo que no tienen la facultad de crear una nueva Carta Magna. Eso piensan y están empecinadas en que, aunque Bachelet no haga nada al respecto, el camino ya está delimitado y se continuarán levantando asambleas a lo largo del país.

Su agenda de lucha para este año ya tiene fecha de inicio: el 27 de febrero, en el aniversario del terremoto y maremoto que azotó al sur del país hace 4 años. Para ese día preparan una actividad. Quieren llamar la atención de una forma distinta, gracias a la plataforma que dejó la candidatura presidencial del partido, siempre en busca de cambios sociales-

Cuando Roxana habla de las transformaciones que necesita el país, se apasiona, se enoja. “Bajo este sistema, es difícil cambiarlo pero no imposible. En Chile inyectaron el capitalismo a la vena y las autoridades se encargaron de profundizarlo. Estoy convencida de que no va a ser fácil, por eso voy a hacer hasta el último esfuerzo por acercarnos al éxito. Que otros continúen y disfruten lo que nosotros logremos ahora”, dice.

Con el futuro Gobierno de Bachelet es más dura aún. “No va a poder cumplir con nada de lo que ofreció”, sentencia. “Ella va a maquillar, tratar de hacer avances… ¿eliminar el FUT? No. ¿Reforma tributaria? Detalles pequeños”, critica la otrora candidata presidencial. Donde menos tiene confianza en en la reforma educacional, que promete un cambio radical. Tampoco cree en una nueva Constitución por parte de la futura Mandataria. “Prometió gabinete paritario y no hubo. ¿Qué hacen los grupos feministas? Ya las engañó. La reforma constitucional va a ser un maquillaje como lo hizo Lagos en 2005”, finaliza.

Roxana toma el último sorbo del té que pidió y se pone en marcha. Dice que la espera una tarde de lavado de ropa, en medio de la organización de reuniones y de la asamblea del jueves.

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