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30 de Agosto de 2019

Psiquiatra que atendió a ‘Cisarro’: “Aún puede rehabilitarse. Quizás esta sea nuestra última oportunidad”

Pero para ello "el Estado debería querer invertir en él. Medicarlo, terapiarlo, tratar a su familia. Una vez que esté tratado, relocalizar a esa familia en un espacio donde puedan tener una vida sin tener que delinquir".

Por
Cisarro
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Cristóbal Cabrera Morales, conocido como “El Cisarro”, fue apuñalado en medio de una riña en la cárcel de Puente Alto, siendo derivado al Hospital Sótero del Río con una herida cortopunzante en el tórax.

El joven ya tiene 21 años y un amplio prontuario policial, pero cuando tenía 11 años fue derivado a la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica del Luis Calvo Mackenna, donde fue atendido por Rodrigo Paz en 2010.

El psiquiatra fue entrevistado por LUN, donde recordó su relación con él, apuntando que era “un símbolo de la delincuencia juvenil, el que salía en la tele pateando y que efectivamente era súper agresivo, violento y sin control de sus impulsos. Al hospital, de hecho, llegó escupiendo”.

“Hicimos una evaluación intensiva, con un equipo multidisciplinario de profesionales y llegamos a la conclusión de que Cristóbal padecía un grave trastorno anímico, con descontrol de impulsos, adicto a la marihuana y al alcohol, y que su participación en estos delitos se podía entender por su descontrol y porque venía de una familia sumamente disfuncional”, recordó.

Es por ello, que Cristóbal Cabrera recibió apoyo sicoterapéutico y también tratamiento farmacológico, por lo que Rodrigo Paz recalcó que “logramos que mirara críticamente esa identidad de niño choro, para que a partir de ahí pudiera vislumbrar otras identidades posibles”.

“¿Qué consecuencias tuvo esto? Que no delinquiera en casi cuatro años. Hasta que el Estado nuevamente lo abandonó”, recalcó.

Esto, ya que la unidad donde estaba Cabrera cerró en 2011 y fue derivado al centro del Sename de Playa Ancha, donde su tratamiento se vio interrumpido a los 14 años cuando fue puesto en libertad.

Rodrigo Paz dejó en claro que Cristóbal Cabrera era “un chiquillo dulce, cariñoso, que quería ser futbolista. Al frente de nosotros funcionaba la Casa Nacional del Niño, con niños con problemas neurológicos muy graves, y ellos llegaban a golpear la puerta para preguntar por Cristóbal, querían jugar con él. Cristóbal tenía una cosa muy paternal con ellos. ¡A sus 11 años!”.

“Era un niño que no quería dormir solo y tenía que dormir con un oso de peluche. Ese es el Cristóbal que conocí. Sin tratamiento médico aparece el Cisarro: violento, impulsivo. Cuando se transforma en Cisarro no mide nada, no hay riesgo, no hay consecuencias, es pura agresividad”.

El psiquiatra segura que aún es posible la rehabilitación del joven, pero para ello “el Estado debería querer invertir en él. Medicarlo, terapiarlo, tratar a su familia. Una vez que esté tratado, relocalizar a esa familia en un espacio donde puedan tener una vida sin tener que delinquir. Se los digo a todos: detrás de este Cisarro hay un niño, un joven, que se llama Cristóbal, que aún puede rehabilitarse. Quizás esta sea nuestra última oportunidad”.

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