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Andrés Couble: “El Frente Amplio siente orgullo por lo avanzado, pero también tenemos frustración por lo que queda pendiente”

El secretario general del Frente Amplio, en entrevista con EL DÍNAMO, desmenuza la autocrítica que realizó el presidente Gabriel Boric en su última Cuenta Pública, aunque reafirma las críticas a los gobiernos concertacionistas.

Secretario general, Andrés Couble.

La dura autocrítica que realizó el presidente Gabriel Boric en su última Cuenta Pública sobre el manejo del estallido social y los errores de “las izquierdas” tomó por sorpresa a muchos parlamentarios del oficialismo.

El mandatario reconoció que “la ansiedad por sintonizar inmediatamente con un sector de la población, sin hacer una reflexión pausada, demostró no ser un buen camino“, en referencia a cómo la izquierda encaró las protestas de 2019.

Las palabras del presidente resonaron especialmente en el Frente Amplio (FA), partido que tuvo un rol protagónico tanto en el estallido social como en la Convención Constitucional. Si bien Boric hizo mención a “las izquierdas”, no fueron pocos en el FA y el Socialismo Democrático que percibieron que el mensaje iba dirigido a su propio partido, considerando las duras críticas que esta colectividad dirigió históricamente a la Concertación.

En este contexto, el secretario general del Frente Amplio, Andrés Couble, aborda la reflexión del mandatario, cómo impacta al FA y se internaliza la autocrítica en la campaña de Gonzalo Winter. Eso sí, dice que siguen teniendo diferencias con la Concertación.

—La autocrítica del presidente Boric en su Cuenta Pública sobre el manejo del estallido social generó sorpresa en el oficialismo. ¿El Frente Amplio comparte esa reflexión de que no supieron leer las señales anticipatorias de las protestas de 2019?

—Es una reflexión general sobre el país y es una conversación que es importante dar y profundizar. Cuando ocurre el estallido, a los pocos meses, la lectura general de la clase política de izquierda y derecha es que existía un justo malestar y una serie de demandas insatisfechas. Al pasar del tiempo, la derecha quiso esconder ese malestar y centrar todo en un término que acuñaron de “estallido delictual” u “octubrismo”. Y claramente no fue solo eso, por lo que se desencadenaron procesos constituyentes que quedaron frustrados y ese es el país que nos tocó gobernar y es el país del que el presidente buscó hacerse cargo en el gobierno y que reflejó también en su análisis en la Cuenta Pública.

—El presidente también hizo una reflexión específica sobre cómo el Frente Amplio o su generación aquilató los gobiernos de la Concertación. ¿No cree que esa alusión fue un mensaje directo para su propio partido?

—Nosotros desde el Frente Amplio hemos planteado críticas políticas a la Concertación. Y si bien hoy día nos hemos encontrado con algunos de los partidos que formaron parte de esa coalición en el actual gobierno, creo que es justo reconocer que ellos han cambiado, nosotros hemos cambiado y el país ha cambiado. Por lo tanto, vemos que hoy el país requiere de mayorías amplias, sociales y políticas, que permitan avanzar en un camino de transformación. Y esa lectura no anula la legítima crítica política que podamos tener de la Concertación, así como tampoco anula la legítima crítica política que esos partidos puedan tener de nuestra alternativa política.

—Pero esa reflexión que hace el presidente, ¿no es particular para el Frente Amplio?

—Yo veo que es una reflexión general sobre el país y es una conversación que es importante dar y profundizar. Cuando ocurre el estallido, a los pocos meses, la lectura general de la clase política de izquierda-derecha es que existía un justo malestar y una serie de demandas insatisfechas. Al pasar del tiempo, la derecha quiso esconder ese malestar y centrar todo en un término que acuñaron de estallido delictual o octubrismo. Y claramente no fue solo eso, por lo que se desencadenaron procesos constituyentes que quedaron frustrados y ese es el país que nos tocó gobernar.

—Bajo ese cambio del FA que menciona, ¿cuál es la visión actual sobre los gobiernos concertacionistas?

—Creo que a cada quien le toca gobernar en su época y me parece que las fórmulas de gobierno planteadas por la Concertación no responden a la realidad actual. Creo que fue una forma de gobierno que terminó acomodándose al binominal, muchas veces a la conversación política entre cuatro paredes y con poca conexión con los movimientos sociales. Hacia el final de sus periodos, también en algunos sectores, empezó a existir una trenza con el poder económico que generó una desconfianza respecto a las políticas que se estaban impulsando. Justamente son estas críticas las que nos hacen nacer como alternativa política. Son críticas que sostenemos, pero que a la vez no impiden que podamos conversar, dialogar y buscar construir una coalición amplia, considerando el cambio de los distintos actores que hemos tenido a lo largo del tiempo.

—Esa época se caracterizó por ser la de los acuerdos, lo que el presidente hoy valora…

—La política siempre se trata de construir acuerdos y mayorías. Es parte de las reglas de la democracia. Pero creemos importante que esos acuerdos se construyan con la sociedad, que sean representativos de lo que pasa en el país. Creo que en los noventa quizás existieron ciertos acuerdos entre los políticos, pero esos acuerdos muchas veces se desconectaron de lo que estaba pasando en la sociedad y creo que eso es parte de lo que se expresa posteriormente en el estallido social. Por lo tanto, los acuerdos políticos tienen valor cuando son capaces de representar también acuerdos amplios en la sociedad.

—El presidente también habló de “expectativas no cumplidas” de su mandato. ¿Por qué no se lograron cumplir todas las expectativas que se tenían cuando llegaron al gobierno?

—Por supuesto que existe una frustración de quienes apoyan al presidente y también en nosotros, porque nos hubiese gustado poder realizar transformaciones más profundas en áreas sensibles. En pensiones nos hubiese gustado terminar con las AFP y no contamos con los votos, y la derecha lo impidió en el Congreso. Nos hubiese gustado lograr una reforma tributaria que recaudara principalmente cobrándole más impuestos a los que más tienen. La falta de construcción de una mayoría social que permitiera empujar esa reforma tributaria finalmente se terminó negociando mal entre cuatro paredes, lo que claramente generó una frustración respecto a lo que se podía lograr para tener los recursos para fortalecer la provisión de derechos sociales. Esa es una frustración que buscamos convertir en energía y en fuerza para en un siguiente período poder construir esas mayorías y poder profundizar aquellos cambios que creemos que siguen siendo necesarios, aunque no se hayan logrado concretar en este gobierno.

—Pero hay cambios que no requieren mayoría parlamentaria, como el TPP-11 que ustedes rechazaban y el presidente aprobó. O el término de los delegados regionales. ¿No hay un cambio de postura ahí?

—Lo importante son la dirección de las políticas y cómo aquellas siguen respondiendo a los principios que como partido hemos defendido. Creo que ahí ha habido una coherencia en nuestro proyecto político y aquello que a veces se caricaturiza como cambio de postura es en realidad un proceso coherente donde los principios que defendemos se ven mejor reflejados en aquellas posiciones. Por ejemplo, en el TPP lo que nosotros siempre hemos defendido es que cuando se discuten acuerdos comerciales, se discutan con los pros y los contras sobre la mesa, sepamos que hay ganadores y perdedores, y que la política pueda ponderar aquello, que no sea un dogma que todo tratado comercial es bueno per se. Y eso lo seguimos defendiendo. En el ejemplo de los delegados, nosotros la descentralización la defendemos, hemos presentado proyectos de ley en esa línea. Sobre la figura del delegado presidencial, mientras no haya el traspaso de competencias y atribuciones hacia los gobiernos regionales, no tiene sentido. Pero eso no quiere decir que en el horizonte, cuando se realice el traspaso de competencias, eso no vuelva a ser coherente con una política descentralizadora.

—¿Hubo un proceso de maduración en el poder?

—No, no hablaría de maduración. Digo que, por ejemplo, en el TPP, lo que nosotros siempre hemos defendido es que cuando se discuten acuerdos comerciales, se discutan con los pros y los contras sobre la mesa, sepamos que hay ganadores y perdedores, y que la política pueda ponderar aquello, y que no sea un dogma que todo tratado comercial es bueno per se. Eso lo seguimos defendiendo, por eso mismo la discusión del TPP se pudo dar con mucha mayor profundidad que la que se quería cuando se quería aprobar en el gobierno anterior.

—¿Cómo internalizan en la campaña de Gonzalo Winter esta reflexión del presidente sobre las transformaciones del gobierno y los errores del progresismo?

—Son reflexiones relevantes y que nos parece importante que se den esas discusiones. Una primaria es un momento para discutir de cara a la ciudadanía sobre el futuro, pero el futuro también requiere de una revisión de lo que fue este gobierno, de lo que fue el ciclo político anterior y ahí nosotros invitamos a dar esa conversación. En campaña hemos ido relevando que fórmulas de los 90, fórmulas anticuadas, no son la respuesta a los problemas de hoy en día y por lo mismo creemos que tanto en lo político se requiere mirar el futuro con una nueva coalición. También vemos que en otras áreas se requieren respuestas innovadoras, por ejemplo en economía se requiere avanzar vinculando la educación con la política tributaria, con la política industrial. Creemos que las respuestas al mundo de hoy no son las respuestas que se daban en los noventa.

—Pero esa respuesta pareciera que, según lo que dice el presidente, tampoco es la misma respuesta del 2021, del programa que el presidente presentó en ese tiempo.

—Las respuestas al Chile de hoy se construyen hoy, no el 2021, ni el 95, ni el 80, como quisiera Evelyn Matthei. Por lo tanto, nuestro partido está en un proceso permanente de reflexión y discusión, de lectura del Chile actual y también de encontrar cuáles son las respuestas a este Chile actual. Por ello hemos avanzado en un proceso programático con discusiones en cada una de nuestras regiones, tanto con militantes como con adherentes, con expertos, para ir nutriendo de propuestas esta candidatura que mira al Chile actual y desde el Chile actual al futuro.

—Según las últimas encuestas, Gonzalo Winter aparece relegado a una tercera posición. ¿Les preocupa quedar relegados en los sondeos?

—Las encuestas cambian semana a semana y eso de quién va primero, segundo, tercero no es lo que nosotros sentimos en la calle. Ya empezó el período de propaganda y vemos una excelente recepción de la candidatura de Gonzalo Winter. La cancha está totalmente abierta y creo que hay una primaria muy disputada.

—El jefe programático de Jeannette Jara dice que su candidata le está quitando votos a Winter, especialmente jóvenes y mujeres, y que conecta mejor con el mundo popular. ¿Hay un déficit de la campaña en esos sectores?

—Me extrañaría si desde el comando de Jara dijeran algo distinto a que van subiendo y nos van quitando electorados. Justo el hecho de que lo digan muestra, yo creo, más bien preocupación que tranquilidad. Nosotros vemos que la recepción en cada una de las actividades es de mucha efervescencia, muchas ganas de salir no solo a votar, sino a apoyar la campaña. 

¿Cómo llegan a los sectores populares, considerando que el FA sigue teniendo dificultades en regiones y el “Chile profundo”?

—La campaña se para sobre una estructura de partido de carácter nacional, donde hemos ido creciendo a lo largo de Chile, formando comunales en lugares alejados como Palena, Chaitén o Tierra Amarilla. Esa estructura nos permite llegar a sectores populares con organizaciones, con personas que son militantes del Frente Amplio y provienen de diversos sectores. No es que traigamos gente de afuera, gente pagada, sino que es la propia militancia la que sostiene la candidatura.

¿Pero reconoce esa dificultad en sectores rurales? ¿Puede ser un problema para la campaña?

—Reconozco que hay una dificultad para llegar sobre todo a sectores rurales. El Frente Amplio tiene una fortaleza más bien en los centros urbanos, pero es un desafío que también estamos buscando abordar porque sabemos que ahí hay un mundo importante al que la política también tiene que entregar respuesta. La campaña se estructura desde una organización nacional que nos permite tener presencia en esos territorios.

Gonzalo Winter inicialmente se identificaba como candidato de continuidad de este gobierno. ¿Sigue siendo el candidato de la continuidad?

—Gonzalo Winter y el Frente Amplio nos paramos desde el orgullo por lo que se ha hecho y avanzado en este gobierno. Sin embargo, también tenemos una frustración respecto a aquello que queda pendiente. Creo que la pregunta por la continuidad es a veces engañosa, porque la continuidad se suele entender como oposición al cambio. Nosotros estamos convencidos de que lo que requerimos es profundizar aquellos cambios. Algunos se iniciaron en este gobierno, otros no, pero en ningún caso nos queremos parar en la vereda opuesta al cambio. 

¿El camino de la campaña debe ser la confrontación con las otras candidatas? Se han visto varios emplazamientos de Winter hacia sus contendoras.

—Yo creo que la primaria debe ser un espacio principalmente de discusión de ideas donde puede quedar claro de cara a la ciudadanía cuáles son los puntos en común, de convergencia y también cuáles son las diferencias. Pero no hay que tenerle miedo a la diferencia política, entendiendo también que el hecho de que concurramos en conjunto a una primaria significa que proyectamos el siguiente ciclo político en unidad y que sea quien sea quien gane la primaria, vamos a estar todos detrás de esa candidatura el día siguiente que termine la primaria.

—¿No hay riesgo de que ese tipo de confrontaciones afecten la unidad posterior, especialmente cuando Winter dice que el discurso de Tohá apunta a la nostalgia de los 90 o cuestiona la reforma de pensiones liderada por Jara?

—No hay que tenerle temor a la diferencia política y cuando esa diferencia se expresa es también una forma de construir unidad en la diversidad. 

—¿Pero no es contradictorio plantear diferencias políticas tan marcadas y al mismo tiempo pedir unidad?

—Creo que la discusión de ideas y las distintas posiciones políticas fortalecen la coalición, por lo tanto discutir no me parece problemático. 

—¿Hay incomodidad en el FA con los apoyos que ha recibido Carolina Tohá, particularmente de la Democracia Cristiana, que ha dicho que no apoyaría a Winter ni a Jara si no gana Tohá?

—Cada quien es libre de tomar sus definiciones y decisiones. Lo de la Democracia Cristiana resulta algo extraño que hagan un llamado a apoyar una candidatura a la cual esos propios militantes no van a poder votar. Pero más allá de personas particulares que ponen en duda el apoyo a otras candidaturas si no gana la que ellos prefieren, que me parece no es la forma de construir coalición, yo esperaría que sea Carolina Tohá y los partidos que firmamos un pacto de primaria quienes se desmarquen de esas posiciones.

—¿Tohá debería tener un rol activo en cuadrar a esas fuerzas para que apoyen a la ganadora de la primaria?

—Yo creo que el rol no es posterior a la primaria, sino que se juega hoy día. Es hoy día cuando todos quienes participamos de la primaria tenemos que decir con fuerza que creemos en la unidad y que vamos a estar sin condiciones apoyando a quien salga triunfador de esta primaria. Porque ese es el compromiso que asumimos al momento de firmar un pacto unitario.

—¿Cuál debería ser el límite de las confrontaciones en la primaria?

—Siempre hay un límite que tiene que ver con la descalificación personal de las otras candidaturas. Si alguien traspasa el límite de denostar personalmente a las otras candidaturas, creo que es un límite que no hay que atravesar. Yo no he visto descalificaciones, así que vamos bien.

—Me refiero más bien a lo político. Por ejemplo, a la hora de hacer esta diferenciación, las ex ministras apuntan a decisiones del Gobierno.

—Discutir no me parece problemático. Ahora bien, sí resulta extraño cuando ex ministras parte del comité político se desmarcan de las decisiones que ellas mismas tomaron o impulsaron dentro de ese espacio, pero bienvenida sea la crítica política en el marco de revisar lo que se ha hecho bien como lo que se puede hacer mejor.

¿Cómo avanzan las negociaciones de las listas parlamentarias? ¿Sigue trabajando en eso o está paralizado hasta después de la primaria?

—Hemos sostenido reuniones para retomar el trabajo buscando la mayor unidad posible y nos parece importante que exista la voluntad de todos los partidos de concurrir a esa unidad. Vemos que la dispersión del progresismo en más de una lista pone en riesgo el que la derecha pueda elegir cuatro séptimos y hacer cambios constitucionales. Sobre todo en el Senado puede poner en riesgo que se genere una mayoría de derechas que ni siquiera podamos dar vuelta en la siguiente elección, o sea que se perpetúe por dos períodos. Por lo tanto, nuestra convicción está en la lista única, pero se requiere voluntad de todas las partes. 

—¿Sigue en pie la invitación a la DC?

A la Democracia Cristiana le hemos hecho reiteradas invitaciones y esperamos que se puedan sumar a la brevedad si existe dicha voluntad. Pero para nosotros no es aceptable una posición en donde se decida esperar el resultado de las primarias para definir si quieren concurrir o no a un espacio unitario. Nuestra lectura de la unidad tiene que ver con que en el largo plazo creemos que el siguiente ciclo político se tiene que enfrentar con unidad de las distintas fuerzas progresistas. Por ende queremos construir unidad con quienes tengan esa visión a futuro. Cuando eso depende del resultado de una primaria o de la conveniencia circunstancial, vemos que esa convicción en los otros y particularmente en la Democracia Cristiana flaquea o no existe.

—Ustedes aspiran a que el tema de las listas esté resuelto antes del resultado de la primaria.

—Nosotros aspiramos a que la DC tome una definición que no esté condicionada al resultado de la primaria para ver si quiere concurrir en un acuerdo parlamentario con los partidos que formamos parte de Unidos por Chile.

—¿Qué sentido tiene una lista única con Democracia Cristiana si no comparten planteamientos básicos como el aborto legal?

—En las elecciones parlamentarias pueden existir diferencias y esas diferencias se expresarán en el debate y será la ciudadanía la que elija quién mejor la representa. Pero a su vez sí existen visiones comunes en otras áreas y esas visiones comunes ya nos llevaron a enfrentar la elección municipal en unidad y también nos permitirían generar una unidad en la elección parlamentaria. Como contracara, también el riesgo de que la extrema derecha obtenga amplias mayorías en el Congreso, producto de la incapacidad de nosotros de ponernos de acuerdo, es algo que nos debiera motivar si ponemos por delante los intereses de Chile.

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