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Francisco Javier Cuadra: “Si Kaiser pensara con más frialdad, se bajaría”

Después de casi una década sin dar entrevistas, arraigado fuera de Santiago donde vive solo, el hombre del cometa Halley, quien en 1995 denunció drogas en el Congreso, ex vocero de Pinochet, ex embajador en el Vaticano y rector de la Universidad Diego Portales antes de Carlos Peña, desclasifica sus archivos.

Más delgado y canoso, Francisco Javier Cuadra (70) aún conserva la impronta a lo Clark Kent con que a los 29 años se convirtió en el ministro más joven del gabinete de Augusto Pinochet. Hoy vive hacia el interior de Santo Domingo, rodeado de sus libros y a salvo del mundanal ruido y monitoreando junto a la chimenea el panorama político, económico y social de Chile y el mundo.

“Me vine para acá al terminar la primera cuarentena de la pandemia. En Santiago vivía en un departamento, pero me desesperé al descubrir que no sabía cocinar y que tenía problemas hasta para encontrar pan… Mi hija mayor (tiene 8 hijos, entre 41 y 28 años, más 13 nietos) me ayudó y partimos con todas mis cosas”, dice Cuadra sobre lo que debe haber sido una mudanza épica: trasladó esculturas griegas, los bustos de sus próceres, tapices, cuadros y su famosa biblioteca. “Aprendí a hacer algunas cosas básicas y viene una señora que me deja preparada la comida. No necesito más”.

Quien fuera el vocero de Pinochet, embajador en el Vaticano y rector de la Universidad Diego Portales, lleva años dedicado a la estrategia y manejo de crisis a través de su consultora, Identitas, con varios clientes nacionales e internacionales.

“Ricardo Lagos fue el último gran presidente. Ahora estamos viviendo una década inconsistente, con una falta de solidez que va desde los hábitos de la política hasta las instituciones, y que representan los gobiernos de Bachelet 2, Piñera 2 y Boric. Estos últimos diez años son lo más parecido a la anarquía que hemos vivido desde 1929”.

—Así que todo parte en el 2014, con Michelle Bachelet. ¿Por qué?

—Bachelet introdujo vetas de anarquía y alteró profundamente la normalidad de la economía y la política al implementar reformas como la tributaria —que distorsionó el curso que traía el país desde hacía décadas—, sumado al planteamiento de cambios constitucionales y los famosos cabildos abiertos que, cuando se escriba la historia, serán reconocidos como un factor de inestabilidad política. Las reglas institucionales se llevaron a la nada y se perdió el carácter presidencial. La cumbre fue el estallido de 2019, que Piñera no supo ver, menos adelantarse ni controlar.

¿Podía adelantarse?

—O sea… ¿Acaso vamos a creer que eso fue espontáneo, que unas personas iban pasando justo por la calle y de repente todos comenzaron a manifestarse, a causar desórdenes? Las revoluciones se preparan, se dirigen, se controlan y abastecen. Y yo creo que aquí hubo intervención extranjera desde Venezuela, devolviendo el error táctico, de carácter estratégico que cometió Piñera al ir a la frontera con Colombia, en una acción política ideada por el Departamento de Estado de EEUU. Él desafió al gobierno de Maduro y todos sabemos que la mano de la dictadura venezolana es larga y la controlan los cubanos.

“A Evelyn siempre le pasan esas cosas”

—¿Cómo se explica que en Chile existan dos candidatos de derecha extrema? Es algo que no pasa en ninguna otra parte del mundo.

—Es un síntoma más de la crisis política de esta década. Basta con mirar también al otro lado, en términos de comparación, con lo que pasa en el Frente Amplio y su relación con el dinero, qu es la raíz de la corrupción que estamos viviendo en estos días. Todo esto demuestra un gran desorden de valores.

Usted conoce hace tiempo a Evelyn Matthei, desde que estaban en RN. ¿Cómo observa su carrera a La Moneda?

—Sí, la conozco. Su marco teórico es la economía y su entorno familiar y amistades están ahí. Tiene una gran experiencia política, parlamentaria, ministerial, en temas más bien sociales. Creo que la convergencia de Matthei y Kast puede ser virtuosa en el sentido de que una tiene fortalezas en economía y el otro en seguridad pública, que son precisamente las dos prioridades del país en este momento.

—¿Lo convence como candidata presidencial?

—A pesar de algunas dificultades, se ha mantenido como la primera opción. Ahora, en cuanto a los datos electorales, en la última municipal de octubre —la única con voto obligatorio hasta ahora–, Chile Vamos casi dobló en votos al conglomerado que lo sigue, que es Republicanos. Así que hay muchas posibilidades.

—Ahí Johannes Kaiser todavía no era tema. ¿Qué le parece el candidato libertario?

—Se asemeja más a una creación comunicacional. Creo que será una estrella fugaz y eso las estadísticas lo están demostrando. Si pensara con más frialdad y los pies en la tierra, se bajaría. No me convence la iniciativa nacional libertaria. No veo un equipo de técnicos y profesionales capaces ni quién está detrás realmente.

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