A pasos de Piccadilly, en pleno distrito de St. James’s, Jermyn Street es una de las calles más elegantes y discretamente influyentes de Londres. Larga, recta y empedrada, desde el siglo XVII es el epicentro de la sastrería masculina británica, donde lo clásico no es sinónimo de anticuado, sino de perfección intacta a través del tiempo.
A lo largo de sus dos veredas se alinean tiendas de camisas hechas a medida, perfumerías históricas, cigarrerías, sombrererías, zapaterías donde todo se cose a mano, y clubes privados que aún conservan reglas tácitas de etiqueta. Aquí, la elegancia no grita: susurra. En las camisas y pañuelos de Turnbull & Asser; en las fragancias de Floris (proveedor de la realeza desde 1730) o en los zapatos de Crockett & Jones, Edward Green, Tricker’s, John Lobb. También el distrito es hogar de barberos de lujo como Geo. F. Trumper (en la esquina con Duke of York Street) y Truefitt & Hill, a un par de cuadras, donde generaciones de caballeros han perfeccionado el arte del afeitado. Por algo la zona tiene una sola estatua: el homenaje al dandy más famoso de la historia, Beau Brummel, a la entrada de la elegante Picadilly Arcade.
En todas las cuadras de Jermyn Street se huele sobriedad, tradición y exactitud. No hay vitrinas estridentes ni luces de neón. Al revés, son pequeñas obras de arte. Todo es medido y a escala humana. Es, en pocas palabras, una calle donde el tiempo camina con zapatos bien lustrados, y con camisas de cuellos rígidos que duran toda una vida.
Para que el lector se haga una idea de lo que estamos hablando: esta nota se trata de las camisas de Turnbull & Asser, camisería fundada en 1885 y famosa por vestir a reyes, artistas, políticos y un cuánto hay de celebridades que aprecian (o apreciaron) la más pura elegancia británica como símbolo de poder y distinción.
Desde las camisas hechas a mano para el actual Rey Carlos III hasta los icónicos puños cocktail de James Bond pasando por los célebres siren suits de Winston Churchill, Turnbull & Asser ha bordado su historia a través de quienes encarnan —cada uno a su manera— un tipo distinto de liderazgo y poder.
La corona reconoce el arte del buen vestir
En 1980, Turnbull & Asser recibió oficialmente el Royal Warrant de parte del entonces Príncipe de Gales (hoy Carlos III), marcando el inicio de una relación con la Corona que aún perdura y que honra la calidad excepcional de sus prendas: el preciado letrero con el escudo real en las afueras de su tienda, en sus etiquetas y papelería que certifica “by appointment to His Majesty The King (proveedor de Su Majestad el Rey)”.
Con esto, posicionó a la firma en un exclusivo club de proveedores de la realeza británica, como los impermeables y abrigos Burberry, las chaquetas de paseo Barbour, los botas Trickers o el té Twinings. Esta relación, sin embargo, no es nueva: Carlos III ha sido cliente desde su juventud, prefiriendo siempre las camisas confeccionadas en algodón Two Fold y Sea Island, una variedad de fibra extralarga (Gossypium barbadense) cultivada principalmente en climas tropicales y subtropicales del Caribe, especialmente en islas como Barbados, Jamaica y Antigua.
Cuando llegó el día de su coronación, en mayo de 2023, Turnbull & Asser fue la encargada de confeccionar la camisa que llevó bajo la túnica real: una prenda discreta, de seda natural color crema, bordados hechos a mano, y más de 40 horas de trabajo artesanal en el taller de Gloucester. La pieza fue diseñada en colaboración con Steven Quin, el Royal Warrant Holder (Titular de la Real Autorización) desde 1999 a 2024, quien pasó la posta a James Cook, quien hoy representa oficialmente la marca ante la Corte y quien debe continuar con la tradición de excelencia para poder renovar este reconocimiento a la marca.
El sistema de Royal Warrants tiene más de 800 años de antigüedad y fue formalizado durante el reinado de la reina Victoria. Incluso hoy existe una asociación oficial, la Royal Warrant Holders Association, que regula su uso y promoción. Es decir, el Royal Warrant no es solo un honor: es una prueba de la excelencia técnica, el servicio impecable y la tradición hecha prenda. La prueba más fidedigna de que la Corona confía plenamente en la artesanía de Turnbull & Asser. No es poco.
Con licencia para perdurar
La relación entre Turnbull & Asser y James Bond comenzó en 1962, cuando Sean Connery acudió a la casa para vestirse de Bond en Dr. No (la primera película de la saga), por expresa indicación del director Terence Young, cliente habitual de Jermyn Street. Según él, solo ahí podía vestirse “como debía hacerlo un agente secreto británico”. Desde entonces, Turnbull & Asser ha sido la firma oficial de Bond con Sean Connery, Pierce Brosnan y Daniel Craig entre sus principales rostros.
Allí, en esa boutique de líneas clásicas, madera y telas exquisitas, nació el guardarropa original de Bond: camisas hechas a medida con puños cocktail, diseñados especialmente para permitir el uso de colleras (cufflinks) sin perder soltura, y una silueta refinada que equilibraba acción y movimiento con elegancia. Fue el comienzo de una colaboración que hasta el día de hoy transmite el ethos del espía más icónico del cine.
Décadas después, Turnbull & Asser lanzó oficialmente la James Bond Collection, una línea que no solo homenajea a 007, sino que revive piezas exactas de su vestuario a través de un meticuloso trabajo de archivo. Las camisas de Casino Royale (2006) y Otro Día Para Morir (2002) siguen siendo fabricadas con telas nobles como el algodón Sea Island o con Voile (del francés, “velo”), un algodón traído de Mumbai que genera una tela muy liviana y fina, casi translúcida, tal como se usaba en los años sesenta.
Las corbatas, pañuelos de seda y otros accesorios también forman parte de la colección, y muchas piezas están numeradas en ediciones limitadas, como la “camisa azul Dr. No”, relanzada para celebrar el aniversario número 60 de la película, o los pochette de seda (pañuelos de bolsillo) con diseños y estampados inspirados en los afiches clásicos de las películas o las corbatas de Brosnan en Otro Día Para Morir.
Más allá de su valor cinematográfico, la colección habla de algo mayor: una visión del vestir como arte narrativo. Usar una camisa de Turnbull & Asser, dicen los seguidores del agente 007, “es casi como interpretar un papel”. La elección de telas, el corte, los detalles escondidos en los puños o en las entretelas, todo contribuye a una experiencia estética profunda que combina tradición, estilo y carácter. No es casual que Bond —ese símbolo de control, riesgo y precisión— haya elegido una marca como ésta.
Y, en una época en que las colaboraciones tienden a ser efímeras, esta colección representa algo inusual: un diálogo entre cine y sastrería que ha resistido el paso de los años y los cambios de intérprete.
Churchill: un uniforme para la resistencia
El famoso Primer Ministro Winston Churchill también fue cliente de Turnbull & Asser durante décadas, y se cuenta que incluso en los días más oscuros de la Segunda Guerra Mundial insistía en usar sus pijamas de seda hechos a medida. Pero su vínculo más célebre con la firma tiene forma de overol: el siren suit, un “traje para el refugio antiaéreo” que el propio Churchill encargó, con la intención de estar listo para las alarmas de bombardeo y cómodo en las reuniones ministeriales, sin perder nunca el decoro y la esencia británica.
El siren suit, inspirado en los overalls de los obreros, con bolsillos amplios, cierre frontal, cinturón y pinzas, era tan cómodo como una prenda utilitaria, pero con el corte preciso de la sastrería de Jermyn Street. Se convirtió en parte de su imagen pública, un uniforme no oficial del liderazgo británico bajo bombardeo.
El nombre proviene de las sirenas antiaéreas que alertaban a los ciudadanos a buscar refugio y Churchill lo diseñó como una solución rápida y práctica para vestirse con elegancia durante una emergencia, especialmente si debía bajar a un refugio antiaéreo: podía ponérsela sobre la ropa o el pijama con gran rapidez.
Pero también lo usaba en ocasiones de alta diplomacia. Hay registros fotográficos y testimonios de que lo usó durante reuniones con Franklin D. Roosevelt, presidente de Estados Unidos desde 1933 hasta su muerte en 1945, con el general Eisenhower e incluso con Stalin, tanto en la casa de los primeros ministros en Downing Street como en su residencia de campo Chartwell, en Kent, al sureste de Inglaterra.
Otras imágenes famosas lo muestran con su siren suit combinado con una corbata y un habano en la mano, demostrando que consideraba esta prenda como parte de su identidad. Los tenía en terciopelo, sarga, raya diplomática y otras variantes, y en colores como gris, azul marino y verde botella. Turnbull & Asser aún conserva en su tienda de Jermyn Street uno de terciopelo verde, quizás el equivalente de Churchill a una chaqueta de esmoquin.
La colección diseñada por Turnbull & Asser para conmemorar el legado del Primer Ministro integra camisas (extrañamente en tonos burdeos, como a él le gustaban), pantalones gruesos en tonos oscuros, corbatas de humita de seda (la clásica azul oscura con pequeños círculos blancos) y pañuelos de bolsillo con estampados alusivos a su estilo.
Pero no se confunda. Turnbull & Asser no es solo una reliquia de otra era: es una firma que sigue vistiéndose de historia para proyectar relevancia. Cada camisa hecha a mano en su taller de Gloucester pasa por 18 procesos de manufactura; cada patrón es modificado a mano según el cuerpo del cliente. En tiempos dominados por la producción rápida y lo desechable, su permanencia no es un accidente, sino una elección de quienes entienden que la verdadera elegancia —la que traspasa generaciones— es un
acto deliberado, una decisión. Una determinación.