La nacionalización… del iPhone
Si seguimos pisándonos los talones entre nosotros, no existirá matiz, reglas flexibles, democracia diferente ni discursos de amor que nos liberen. Y ese es el verdadero riesgo: que, al final, todos terminemos —perdónenme lo estúpido— con recursos naturales nacionalizados, discurso único, terrenos expropiados y, pero claro, con iPhones propios.
Williams Valenzuela