
De nacionalidad argentina y de nombre secular Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco fue elegido jefe de la Iglesia católica en marzo de 2013, luego que Benedicto XVI renunciara al cargo.
Su pontificado, iniciado en marzo de 2013, marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia Católica, no solo por ser el primer Papa latinoamericano, sino también por su lenguaje directo y su insistente llamado a una Iglesia más humilde, cercana y comprometida con los más vulnerables.
Desde el inicio, Francisco promovió la idea de una Iglesia en salida, es decir, una comunidad que abandona la comodidad de los templos para ir al encuentro de los marginados, los pobres, los migrantes y los que sufren.
En ese sentido, su enfoque social fue claro ya que denunció la “cultura del descarte”, el individualismo y la indiferencia global ante la pobreza y la desigualdad.
El Papa y su apertura al diálogo: “¿Quién soy yo para juzgar?”
El Papa Francisco impulsó el diálogo con otras religiones, especialmente con el Islam y el Judaísmo, y fomentó relaciones interreligiosas como nunca antes, incluyendo encuentros históricos con líderes musulmanes y ortodoxos. Apostó por la diplomacia de la paz, incluso en contextos difíciles como Venezuela, Ucrania o Tierra Santa.
Junto a ello, durante su pontificado adoptó un enfoque pastoral más abierto y compasivo hacia las personas LGBTQ+, marcando una diferencia notable respecto a sus predecesores, aunque sin modificar la doctrina oficial de la Iglesia Católica.
Al ser consultado sobre los sacerdotes homosexuales, respondió: “Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”
Junto a ello, el Sumo Pontífice manifestó que las personas LGBTQ+ deben ser acompañadas con respeto, compasión y sensibilidad.
A lo largo de su pontificado, defendió la dignidad de toda persona, independientemente de su orientación sexual. En reuniones privadas y declaraciones públicas, mostró cercanía con padres de hijos homosexuales, recibió a parejas del mismo sexo y respaldó grupos católicos que trabajan por la inclusión.
La voz ecológica de la Iglesia
El Papa Francisco fue uno de los líderes religiosos más influyentes en la lucha contra el cambio climático. Durante su pontificado, elevó el cuidado del medio ambiente a una prioridad moral y espiritual, impulsando a creyentes y no creyentes a asumir la responsabilidad de proteger el planeta.
En 2015, Francisco publicó la encíclica Laudato si’, uno de los documentos más significativos de su papado. En ella, abordó de manera directa y profunda la crisis ambiental global, condenando el modelo económico basado en el consumo excesivo, la explotación de los recursos naturales y la indiferencia hacia los más pobres, quienes son los primeros afectados por los desastres ecológicos.
“El clima es un bien común, de todos y para todos”, escribió el Papa, y advirtió que el daño al medio ambiente es también un daño a la humanidad, especialmente a los más vulnerables.
Su vínculo con la dictadura militar
Durante la dictadura militar en Argentina (1976–1983), Jorge Bergoglio era el superior de los jesuitas en el país. Su rol en esos años fue objeto de debate, especialmente por el secuestro de dos sacerdotes jesuitas, Francisco Jalics y Orlando Yorio, a quienes algunos acusaron de haber sido desprotegidos por él.
Sin embargo, ambos sobrevivieron, y años después, Jalics declaró haber perdonado a Bergoglio y negó que lo hubiera delatado.
Visita a Chile y su reunión con víctimas de Karadima
El Papa Francisco realizó su visita apostólica a Chile entre el 15 al 18 de enero de 2018, siendo la segunda visita papal al país y la última hasta la fecha.
Durante su estadía, visitó las ciudades de Santiago, Temuco e Iquique, con un programa que incluyó misas, encuentros con comunidades y actividades con diversos grupos sociales.
En esa ocasión, el Papa Francisco se reunió con víctimas de abusos cometidos por Fernando Karadima, quien fue condenado por la Santa Sede en 2011. Sin embargo, la reunión no fue pública y no incluyó a todas las víctimas reconocidas. En respuesta a las críticas, el Papa invitó a un segundo grupo de víctimas al Vaticano en junio de 2018.
Entre los asistentes se encontraban Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, quienes fueron abusados por Karadima.
Durante el encuentro, el Papa Francisco les pidió perdón en nombre propio y de la Iglesia, reconociendo “graves equivocaciones de valoración” en su manejo con el caso.